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Yolanda Díaz quiere una bicefalia en Sumar y retener el poder sobre el grupo parlamentario
La vicepresidenta abandona la vida orgánica, con la que no estaba a gusto, para centrarse en el liderazgo del espacio a la izquierda del PSOE
Apenas dos meses después de ser encumbrada como coordinadora general de Sumar, el partido hecho a su imagen y semejanza y que en las elecciones del 23 de julio usó su cara como reclamo en las papeletas, Yolanda Díaz anunció que dejaba sus puestos orgánicos la formación.
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, líder del espacio a la izquierda del PSOE tras ser designada como tal por Pablo Iglesias, decidió asumir la responsabilidad de los malos resultados de su partido, amalgama con otras formaciones, tras la cascada derrotas electorales en las cuatro convocatorias a las que se ha presentado.
Díaz, que nunca se sintió cómoda en la vida orgánica, asumirá ahora su liderazgo desde el Gobierno, manteniendo su puesto como ‘número tres‘ del Ejecutivo de coalición, y también desde las Cortes Generales, ya que seguirá siendo la presidenta del grupo parlamentario Sumar.
Llevaba tiempo sopesándolo
Fuentes de la dirección del partido explicaron a ECONOMÍA DIGITAL que la decisión ha sido «meditada» y se comentó en la reunión de la Ejecutiva de Sumar en la mañana del lunes. La vicepresidenta decidió anoche no comparecer tras los malos resultados de las elecciones europeas, donde su candidatura, encabezada por Estrella Galán, obtuvo solo tres eurodiputados (aspiraba a cuatro) y menos del 5% de los votos. Ganó por la mínima a Se Acabó La Fiesta, del alborotador ultraderechista Alvise Pérez, y también a Podemos, de Irene Montero, con tres y dos escaños, respectivamente.
Sin embargo, ganar en el reparto de los restos a la izquierda del PSOE no ha sido suficiente para Díaz. La vicepresidenta delega ahora la vida orgánica en uno de los miembros del Grupo de Coordinación del partido, la directiva ampliada de la formación, mientras que ella mantendrá el impulso político.
Fuentes del partido señalan que el paso al lado de Díaz no es en detrimento del partido, sino que se hace para fortalecerlo desde su doble condición de vicepresidenta y de presidenta del grupo parlamentario.
Urtasun, Errejón o Rodríguez Palop, en las quinielas
La convocatoria de este Grupo de Coordinación, de 80 miembros, se producirá en las próximas semanas y aún no hay nombres. Eso sí, los Estatutos de la formación exigen que el líder del partido salga de ese grupo.
La lista de Díaz a la Asamblea de Sumar copó el Grupo de Coordinación con 76 de los 80 puestos disponibles, por lo que la vicepresidenta tiene asegurado que será alguno de sus ‘fieles’ quien se haga con el bastón de mando. A ese grupo habría que sumar 37 miembros adicionales procedentes de los partidos que forman parte de la coalición, aunque ese proceso de integración se frenó en los apenas dos meses de constitución de la formación.
En el Grupo coordinador se encuentra Agustín Santos Maraver, número dos en las generales y el portavoz de Exteriores en el Congreso. También el ‘gurú económico’, Carlos Martín, o uno de sus principales asesores, Manuel Lago. Los secretarios de Estado de Trabajo y de Economía Social, Joaquín Pérez Rey y Amparo Merino, se encuentran también en el listado.
Ahora bien, hay una serie de nombres clave sobre los que están puestos todas las miradas. El primero, el del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que también es el portavoz de la formación. O Íñigo Errejón, que si bien procede de Más Madrid, es el portavoz ahora mismo en el Congreso. También se encuentra la ex eurodiputada y cabeza de lista de Unidas Podemos a las elecciones europeas en 2019, María Eugenia Rodríguez Palop, que ahora se ha convertido en una de las colaboradoras más cercanas de Díaz.
El listón está alto para ocupar un puesto diseñado a la medida de Díaz. Pero también para un espacio donde, desde la salida de Pablo Iglesias del Gobierno, la bicefalia no ha funcionado. Iglesias designó a dedo a Díaz, pero la vicepresidenta se revolvió cuando intentó tutelarla, lo que favoreció la mala relación con Podemos y su posterior ruptura.
El modelo, con salvedades, sería similar al que ejerce el PNV en el País Vasco: el lehendakari y el presidente de la formación son cargos incompatibles. La tradición vasca es fuerte, pero los partidos nacionales que han intentado hacer lo mismo fracasaron estrepitosamente.