¿Unidad independentista? Cinco candidatos se medirán con Ada Colau
La anunciada por Mascarell sería la quinta candidatura soberanista al Ayuntamiento de Barcelona, pese a las apelaciones continuas a la unidad estratégica
Poco ha durado el último intento del independentismo de transmitir una imagen de unidad, esta vez en torno a la huelga de hambre iniciada en la prisión de Lledoners por los diputados de Junts per Catalunya (JpC) Jordi Sànchez, Jordi Turull, Josep Rull y Quim Forn. Si el domingo, por primera vez, el expresidente catalán Carles Puigdemont conseguía reunir en Bélgica a representantes de JpC, el Pdecat, ERC y la CUP para consensuar la estrategia en torno a la huelga de hambre y el juicio del 1-O, este lunes, Ferran Mascarell, cercano a Puigdemont, anunciaba que rompía la baraja con el Pdecat y presentaba una candidatura por su cuenta -y aún por definir- al Ayuntamiento de Barcelona.
El anuncio llega algo más de dos meses después de que la alcaldable del Pdecat, Neus Munté, anunciara un pacto con Mascarell, Sànchez y Forn para consensuar una lista unitaria entre la formación neoconvergente y el sector extramuros del partido que constituye el sector de JpC más afín al expresident hoy instalado en Bélgica. Pero aquella declaración de intenciones no ha cuajado.
La unidad, mantra inalcanzable
Mascarell habló de unidad, y de hecho, vendió su maniobra como un último intento de forzar al Pdecat a llegar a un acuerdo para forjar una sola lista. «Creando listas nuevas solo confundimos a la gente», replicaba poco después, la vicepresidenta de la formación heredera de CDC, Míriam Nogueras, que reprochaba a Mascarell que «con proyectos personales se complica todo», y que se remitía a la misma palabra amuleto: el Pdecat también busca la unidad. Todos la buscan, de palabra, pero nadie la encuentra, porque nadie cede lo suficiente para conseguirla.
Ese es el sino del independentismo en los últimos meses, y se está ejemplificando de manera sangrante en las pugnas para ocupar los puestos de salida de cara a las municipales en Barcelona, considerada pieza clave en la estrategia soberanista. En eso, al menos, sí están todos están de acuerdo. Pero, de momento, y a menos de seis meses de los comicios del 21 de mayo, en Barcelona se perfilan hasta cinco candidaturas de corte independentista: la del Pdecat, la de ERC, la de la CUP, la de Mascarell y la que surja de las primarias que impulsa el filósofo Jordi Graupera.
Si tenemos en cuenta que en las elecciones de 2015 fueron tres las listas de ese espectro ideológico que obtuvieron representación en el ayuntamiento de la capital catalana (Pdecat, ERC y la CUP, que sumaron 18 de los 41 concejales del consistorio), se aprecia hasta qué punto los intentos de buscar una candidatura de síntesis que permita descabalgar a Ada Colau de la alcaldía están naufragando.
De primarias unitarias a forja de una nueva lista
El primero en abogar por esa unidad cada vez con más hechuras de quimera fue Graupera, que en marzo lanzó la idea de unas primarias de las que surgiera un único candidato independentista, pero la CUP y ERC no tardaron en desmarcarse, y después lo hizo el Pdecat. Puigdemont sí flirteó con la idea, y recibió a Graupera, pero también acabó descartándolo.
Pese al portazo de los partidos, Graupera ha optado por montar las primarias igualmente, tras conseguir el apoyo de la Assemblea Nacional Catalana (ANC). Pero, si partía de un llamamiento a la unidad, ahora a lo que aspira es a montar una candidatura más, que contribuirá a fragmentar aún el espacio electoral independentista. Este lunes, Mascarell se refería a la vía Graupera como «una buena idea mal materializada», porque las primarias servirán para decidir el orden en que se sitúa cada aspirante en una única lista «sin un proyecto compartido».
En paralelo a los intentos de Graupera, Puigdemont ha maniobrado para pactar una lista conjunta con el Pdecat con un candidato alternativo a Munté, una exconsellera que la pasada legislatura se bajó del barco del expresident antes de que se precipitara al abismo de la unilateralidad, y que le ganó las primarias del partido a Carles Agustí, un aspirante más afín a Puigdemont.
Sale Bosch, entra Maragall
Quien nunca ha llegado a entrar a negociar nada ha sido Esquerra, que, de hecho, ha cambiado de alcaldable en busca de un candidato con mejores expectativas electorales y mejor entendimiento con Colau que Alfred Bosch, porque, ante el bloqueo y las dificultades crecientes para entenderse con JpC, los comunes se erigen ya hace meses como una alternativa para los de Oriol Junqueras.
Así que, pese a que Bosch había ganado las primarias de los republicanos por aclamación, la dirección le obligó a renunciar y situó en la carrera electoral a Ernest Maragall,al que Bosch ha sustituido al frente de la consellería de Acción Exterior de la Generalitat.
Mascarell, «independiente»
Tras las infructuosas negociaciones con el Pdecat, Mascarell se presenta ahora como «un independiente», aunque admite que ha diseñado su estrategia en coordinación con Junts per la República, la corriente puigdemontista creada a principios de legislatura en el seno de JpC.
Uno de sus ideólogos, Agustí Corominas, también lo es de la Crida Nacional per la República, el nuevo movimiento con el que Puigdemont aspiraba a agrupar al grueso del independentismo bajo su liderazgo, pero que sigue gripado por falta de acuerdo incluso con el único partido que hasta ahor no le ha cerrado las puertas: el Pdecat.
Corominas advertía este lunes que si el independentismo no gana «de manera holgada» las municipales en Barcelona, no conseguirá nada por más alcaldes y concejales que consiga sumar a la causa, y Mascarell insistía en que la unidad es conseguir un gobierno municipal que disponga de mayoría absoluta en la capital catalana.
El exconseller no esconde la naturaleza instumental que por el momento tiene el anuncio hecho ahora. Se trata de aumentar el pressing al Pdecat para que acabe cediendo a una lista consensuada con el puigdemontismo, pero si no hay un acuerdo que de momento no se vislumbra, en enero se convertirá en el quinto alcaldable independentista. Demasiados para intimidar a Colau.