Una enfermera vence al coronavirus tras ocho meses ingresada: “No pierdas la esperanza”

Merlin Pambuan abandona el hospital de Long Beach (Estados Unidos) a pie a los 66 años, tras haber estado al borde de la muerte durante meses

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“Esta es mi segunda vida”. Con esa frase, la enfermera Merlin Pambuan ha abandonado a pie el Hospital Saint Mary de Long Beach, en California, en el que ha permanecido ingresada durante los últimos ocho meses, como consecuencia de una infección de coronavirus que la dejó al borde de la muerte en varias ocasiones.

La veterana profesional de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) se contagió durante la primera oleada de casos de la primavera y terminó hospitalizada en el mismo área del hospital en el que había trabajado durante más de cuatro décadas. Su alta médica ha sido recibida con vítores y aplausos de sus compañeros de trabajo, que se han concentrado a las puertas del centro para rendirle su merecido homenaje, según ha publicado Reuters.

Su testimonio de resistencia le han convertido en un icono de la lucha contra la Covid-19. A pesar de haber perdido buena parte de su movilidad como consecuencia de la enfermedad, Pambuan inició un laborioso proceso de rehabilitación que le ha permitido volver a andar.

“Un fisioterapeuta vino y dijo ‘Oh, estás moviendo tus manos’, y yo respondí ‘Oh, voy a pelear, voy a pelear’”, ha expresado. 

La enfermera pasó cuatro meses conectada a un respirador

La veterana enfermera de Long Beach desarrolló unos fuertes síntomas de la Covid-19 que le obligaron a permanecer cuatro meses conectada a un respirador mecánico en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), una intervención que dejó marcados sus músculos y que le obliga a llevar todavía una bombona de oxígeno para poder respirar con comodidad.

Durante la peor fase de su enfermedad, los médicos llegaron a pensar que no podría sobrevivir a la enfermedad e incluso debatieron con su familia las opciones para el final de su vida. Sin embargo, finalmente despertó y comenzó a respirar por sí misma.

Pambuan celebró su 66 cumpleaños en la sala de rehabilitación aguda del hospital, pero ya ha logrado abandonar el centro, acompañada de su marido, su hija y la trabajadora social que la ha acompañado en su recuperación desde el mes de junio.

La enfermera insistió en salir del centro sin utilizar una silla de ruedas ni un andador para mandar un mensaje de optimismo a los miles de pacientes de coronavirus que todavía permanecen ingresados en los hospitales de Estados Unidos. “Dije: ‘No, voy a luchar contra este COVID’”, ha afirmado.

La historia de Pambuan reabre el debate sobre la vacunación en las UCI

La historia de superación de esta enfermera estadounidense ha vuelto a colocar sobre la lupa los graves riesgos a los que se exponen los profesionales sanitarios que trabajan en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). Su alta exposición a la enfermedad representa una gran amenaza que puede derivar en este tipo de cuadros graves si terminan contagiándose.

Durante la primera oleada de casos de la enfermedad, la mayor parte de las reclamaciones de estos especialistas radicaban en el suministro de materiales adecuados de protección para evitar los contagios. Ahora, que la producción internacional ya es más eficiente, el caballo de batalla se centra en obtener de forma prioritaria la vacuna.

Las asociaciones de médicos españoles ya han reivindicado la urgencia de que los facultativos de las UCI asciendan posiciones en la lista de colectivos prioritarios, debido a su fuerte exposición. De momento, el primer colectivo que recibirá el antígeno de Pfizer en el país serán los ancianos de las residencias de la tercera edad, lo que demorará su inmunización.

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