Sánchez fracasa en Galicia, Casado en el País Vasco
Los socialistas no logran rentabilizar la debacle de Podemos, que solo beneficia a formaciones nacionalistas (BNG y Bildu)
Pedro Sánchez no puede sentirse muy satisfecho de la primera cita electoral para medir los apoyos a la gestión del coronavirus. Y no tanto por el mal resultado de sus siglas en las elecciones autonómicas Galicia (donde los socialistas han perdido la condición de su segunda fuerza a manos del BNG), sino porque las confluencias de Podemos han sufrido un calamitoso resultado tanto en los comicios gallegos y vascos y el PSOE no ha logrado beneficiarse de ello.
Podemos, que venía de 14 escaños en el Parlamento de Galicia con la marca En Marea, desaparece por completo del mapa. De 14 a 0. Y, sin embargo, el PSdeG solo gana un escaño (pasa de 14 a 15 escaños) pese a la devastación de la marca podemita, bautizada como Galicia en Común en estas elecciones. El descalabro de Podemos en tierras gallegas solo tiene, en realidad, un favorecido: el BNG, que con 19 escaños sorpassa al PSdeG y se convierte en la segunda fuerza en Galicia.
Algo parecido ocurrió en el País Vasco. También ahí sufrió Podemos un severo retroceso sin que los socialistas pudieran pasar la escoba. Los de Pablo Iglesias pasaron de 11 a 6 escaños, pero esta caída apenas benefició al PSE-EE (que pasa de 9 a 10 escaños); en cambio, Bildu sí que logró avanzar, puesto que se hizo con 22 diputados (+4 respecto a 2016).
Podemos, camino de lo residual
La conclusión de lo sucedido en Galicia y País Vasco al respecto es evidente: Podemos sufre una crisis que invita a pensar en que va camino de convertirse en una formación residual en el tablero español, pero el PSOE no la aprovecha para recuperar el electorado perdido. De hecho, solo los nacionalistas sacan beneficio de la descomposición de Podemos.
Los socialistas, a pesar de esta tendencia, tienen algo que celebrar en el País Vasco, donde pueden seguir dando cuerda a sus alianzas con el PNV (municipales, autonómicas y nacionales). Así será porque los nacionalistas vascos no se plantean ni por un instante reemplazar al PSE-EE por Bildu puesto que con el camino trazado de la mano de los socialistas han logrado alcanzar una posición hegemómica propia de los años 80. El PNV mejoró su resultado este domingo y tiene bajo su control todos los resortes políticos de poder del País Vasco.
Casado y la coalición con Cs
De la doble cita electoral de este 12 de abril también merece la pena fijarse en la suerte que ha corrido Pablo Casado. El líder del PP querrá presumir de la victoria aplastante del PP en Galicia, pero es difícil no adjudicarle el mayor porcentaje del mérito a Alberto Núñez Feijóo, que minimizó las siglas del partido (otra vez) durante la campaña y que se ha distinguido por marcar distancias con la dirección nacional para lograr su cuarta mayoría absoluta consecutiva.
Aunque su figura política se agiganta y los los rumores sobre su desembarco en la política nacional para disputar la Moncloa van a continuar en un futuro, Feijóo evitó alimentarlos anoche. «No voy a poner a nada ni a nadie por delante de Galicia», prometió el presidente de la Xunta en la noche electoral.
Así que Casado lo tiene difícil para colgarse la medalla del resultado del PP en Galicia. En cambio, el resultado en el País Vasco afecta de lleno al presidente del PP, protagonista del relevo de Alfonso Alonso por Carlos Iturgáiz y del ensayo de la coalición PP+Cs, que ha siginificado los peores resultados de la historia para los populares (5 escaños, de los cuales uno es para Cs).
Ahora, el experimento de futuras coaliciones con Cs (España Suma) se llena de dudas, cuando, en las últimas elecciones generales era prácticamente la clave de bóveda de su proyecto político.
La estabilidad de Sánchez
Una última lectura de estas elecciones debe hacerse a nivel de los socios de gobierno de PSOE y de Podemos. Si una consecuencia tiene la hecatombe de los de Iglesias es que después de sufrir dos batacazos en Galicia y en el País Vasco, la posibilidad de unas elecciones anticipadas en España disminuye por completo.
Al menos Podemos intentará evitarlas a toda costa porque ahora su prioridad solo puede ser salvar un proyecto político con cada vez menos arraigo electoral. Es, quizá, la mejor noticia de este 12 de abril para Sánchez: que sus socios necesitan estabilizar el Gobierno.