Pedro Sánchez y su gurú trabajan para atar la abstención del PP
Pedro Sánchez reconsidera las opciones para atar la investidura, tras complicarse el apoyo de Podemos. Redondo trabaja en la abstención del PP
A poco más de una semana para la celebración del pleno de investidura, Pedro Sánchez es más propenso a buscar la complicidad del Partido Popular (PP) que a colocar al secretario general de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, en un ministerio. Este fin de semana, el líder socialista trabaja junto a su jefe de gabinete, Iván Redondo, en un plan alternativo a Podemos.
La ecuación, que parecía simple al inicio, se ha complicado. El gesto del líder de la formación morada –que ha consultado a las bases por sus preferencias– ha llevado a Sánchez a replantearse la hoja de ruta. Para el presidente del Gobierno en funciones ya no parece impensable la posibilidad de partir peras con Podemos y buscar la complicidad del PP o Ciudadanos en forma de abstención. Primarán a Pablo Casado por encima de Albert Rivera.
Para ello cada vez ve menos a Iglesias como un aliado y más como un problema. El hecho de que Iglesias anunciara la convocatoria de la consulta —con unas preguntas sesgadas a juicio de Sánchez— en medio de una negociación ha sido considerado por los socialistas como un golpe bajo.
Sánchez había conversado con Iglesias la tarde del jueves durante 50 minutos y no le comentó nada de lo que pensaba hacer. El líder socialista siempre confió en que la consulta se hiciera cuando la negociación estuviera más afianzada.
Los números de la investidura
El líder del PSOE llegará a este debate sin haber conseguido aún los apoyos necesarios para lograr ser reelegido y tendrá estos días que quedan antes del pleno para intentar lograrlos. Sánchez necesita mayoría absoluta en la primera votación (176 diputados de los 350 del Congreso), que se celebrará el día 23 de julio, y mayoría simple en la segunda, que se realizaría el 25 de julio, 48 horas después de la primera.
En el caso de no salir investido se abrirá un plazo de dos meses para que el candidato consiga los votos que le faltan o se disolverán las Cortes y se convocarán nuevas elecciones, que caerían el 10 de noviembre.
La dirección socialista cree que cuando avance el calendario hacia una posible investidura frustrada, aumentará la presión sobre el PP para que acabe el bloqueo, recordando que los socialistas dejaron gobernar a Mariano Rajoy, aún poniendo en grave peligro la unidad del PSOE.
Unidad en el PSOE
En todo caso, la estrategia firme de Sánchez sobre un pacto con Podemos encuentra el respaldo cerrado del PSOE. De todo el partido. Incluso las familias próximas a Susana Díaz apoyan el rechazo del presidente del Gobierno en funciones a llevar hasta la mesa del Consejo de Ministros a miembros de la dirección de Unidas Podemos.
Este cierre de filas, poco habitual en la formación socialista, está por encima, de este modo, de las guerras internas entre “sanchistas” y quienes preferían a Díaz como jefa del partido. Y ello encontraría explicación en la nefasta experiencia que los barones que han gobernado junto con los de Iglesias, como Castilla-La Mancha.