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La radicalización de Sumar con Israel le complica el futuro a Sánchez: acerca posibles elecciones
Un acuerdo de Gobierno con este Sumar puede complicar mucho el gobierno y la carrera de Pedro Sánchez, sobre todo si la guerra de Israel se mantiene en el tiempo.
Pedro Sánchez utiliza a José Luis Rodríguez Zapatero, pero Sánchez no quiere ser Zapatero. El presidente socialista, pendiente todavía de una fecha para probar la investidura en el Congreso, ve cómo la reciente escalada antiisrealí de su socio de Gobierno, Sumar, complica sus planes futuros: tanto en la agenda del próximo Ejecutivo como en lo que venga después, su vida laboral después de La Moncloa.
España ha sido señalada por Israel por antisemita tras las declaraciones de varios ministros, entre ellos, Ione Belarra. La líder de Podemos ha amenazado con denunciar «los crímenes de guerra» de Israel y llevar a Benjamin Netanyahu ante el Tribunal de la Haya por genocida. Estas declaraciones superan por mucho los mensajes antisemitas de los diputados de Sumar y, además, convierte a España en el único gobierno de Occidente cuyos ministros han declarado acciones contra Israel y su primer ministro.
El mensaje de Belarra, aunque también de otros ministros y diputados, choca frontalmente con las posiciones que está asumiendo la Unión Europea, con el apoyo sin fisuras de Ursula Von der Leyen a Jerusalén, al igual que el canciller alemán, Olaf Schölz, que ya ha visitado Tel Aviv, o Francia, cuyo Gobierrno ha activado una persecución judicial y jurídica contra las movilizaciones y acciones pro Hamás.
No en vano, Sánchez está intentando jugar un papel conciliador en la guerra contra Hamás. Se ha telefoneado con el emir de Qatar para agradecer su papel de mediador y proponer una desescalada militar, y también ha propuesto Barcelona como lugar de mediación entre palestinos e israelíes. Sin embargo, todo ello ha sido boicoteado por la izquierda de Sumar.
Este escenario es inesperado para Pedro Sánchez. El presidente sabe que amnistiar a Puigdemont y a miles de independentistas no tiene coste político para él fuera de las fronteras de España, y no enturbia sus planes para convertirse en uno de los premiers de mayor relevancia en el panorama internacional. Pero un Gobierno con Sumar sí lo complica. Y más si la guerra de Israel gana en intensidad en los próximos meses y se convierte en el gran boquete internacional.
A nadie escapa que España tendrá una agenda económica muy dependiente de las potencias occidentales. Si Sánchez revalida la presidencia del Gobierno con Sumar, tendrá que presentarse con un Gobierno que, parcialmente, es enemigo de Israel. El único de estas características entre Europa, Reino Unido y EEUU. Israel es socio prioritario de Washington y los pasos decididos de Reino Unido y la UE hacen pensar que también lo son.
Sánchez tiene claro que la liga que quiere jugar es la de las capitales occidentales y no, de nuevo, la de Zapatero, que rompió el consenso occidental para embarcarse en la extraña Alianza de Civilizaciones. El líder socialista no quiere, bajo ningún concepto, terminar su carrera política como mediador de un país latinoamericano de dudosa reputación democrática. Aspira a un cargo internacional en Europa o al frente de una organización gobernada por las potencias occidentales.
Ante esta tesitura, Sánchez puede lanzar un ultimátum a Yolanda Díaz: o rebaja radicalmente el mensaje antiisraelí de Sumar o tendrá más sentido convocar elecciones. Podría de nuevo perder el órdago ante el PP, pero también podría lograr que Sumar eliminara el factor Podemos y eliminar del partido cualquier conato que enfadara todavía más a Israel.
La amnistía, encarrilada
En el terreno doméstico, por el contrario, los elementos básicos de la investidura de Pedro Sánchez están acordados con los partidos nacionalistas. La amnistía y una agenda territorial durante la próxima legislatura, que dure lo suficiente para que el presidente del Gobierno encuentre un acomodo en un puesto superior y los independentistas puedan hacer borrón y cuenta nueva en Cataluña y colocarse en posiciones de liderazgo político, otra vez.
Al contrario que con el plano internacional, aquí Sánchez no tiene ningún aliciente para repetir elecciones. Si acaso, son sus socios independentistas quienes pueden llevar al traste la investidura. La presidenta del Congreso, Francina Armengol, no ha convocado todavía una fecha para la investidura y eso indica que no todo está hecho. Desde todas las partes se subraya que las «racionalidad» conduce inevitablemente a un acuerdo. Y, a la vez, empiezan a aflorar nervios tanto en el lado del Gobierno como en el de los partidos independentistas.
Fuentes consultadas por ECONOMÍA DIGITAL sostienen que actualmente hay dos elementos que condicionan negativamente el acuerdo que, por otra parte, está ya consensuado en lo programático. El primero son las luchas intestinas que se están produciendo dentro de ERC, con un Oriol Junqueras y un Pere Aragonès cada vez más a la gresca. Una amnistía que rehabilita a Junqueras aviva la guerra por el poder en el partido. Dentro de Junts también se tensionan las relaciones entre Carles Puigdemont y el sector pragmático del partido.
La primera señal de los Presupuestos de Jaume Collboni
El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, ha tenido que retirar sus primeros presupuestos municipales porque no ha logrado el acuerdo con ningún grupo de la oposición. Ni Junts, ni ERC, ni los Comuns han apoyado las cuentas y finalmente se han devuelto al consistorio por falta de apoyos. Desde el consistorio apuntan que, además del fiasco de la negociación del PSC, hay un elemento a tener en cuenta: Collboni sabía que para desbloquear la aprobación de las cuentas necesitaba que el camino a la investidura de Pedro Sánchez estuviera despejada, y así aliviar la carga política a ERC y Junts de tener que apoyar las cuentas.
Sin embargo, esto no ha sido así. «Si los socialistas presentaron las cuentas, es porque pensaron que la investidura estaría hecha: esto demuestra que las cosas no están saliendo como estaba previsto». Otros en cambio, indican que era un resultado que ya preveía el alcalde socialista y que simplemente pone la pelota sobre el tejado de ERC y Comuns. Sea como sea, hay elementos para prever que la partida está abierta.