Quim Torra salva el cuello
Junts per Catalunya y ERC alcanzan un principio de acuerdo para cerrar la crisis de los diputados suspendidos
Tras más de tres horas de reunión entre las cúpulas de Junts per Catalunya (JpC) y ERC en el despacho del president Quim Torra en el Parlament, las dos formaciones han alcanzado un principio de acuerdo respecto de los diputados suspendidos, tras un nuevo choque que amenazaba con dinamitar definitivamente el gobierno de la Generalitat y la legislatura.
El acuerdo, que tiene que concretarse en una nueva reunión de la Mesa del Parlament que se celebrará esta tarde de jueves, implica un cierto grado de capitulación por parte de JpC, que finalmente aceptará presentar un escrito de cada uno de los suspendidos solicitando designar al portavoz del grupo parlamentario, Albert Batet, como su sustituto.
Hasta ahora, la formación puigdemontista se había negado a ese extremo. Se remitía para hacerlo a la primera de las dos votaciones que hubo sobre el asunto en el pleno el pasado martes, la que rechazaba la suspensión dictada por el Tribunal Supremo (TS), pese a que la segunda votación, que fijaba la fórmula para sustituir a los suspendidos, convertía la primera en una toma de posición de la cámara meramente simbólica y sin efectos prácticos.
Bloqueo y cumbre en el despacho de Torra
JpC ha presentado este jueves por la mañana un escrito firmado por Batet en el que informaba de que seguirá votando en representación de Carles Puigdemont, Josep Rull, Jordi Turull y Jordi Sànchez, como había hecho hasta la suspensión en virtud de la aplicación del voto delegado. Pero ERC, con el presidente del Parlament, Roger Torrent, y los servicios jurídicos de la cámara han alegado que es necesario que sean los cuatro afectados los que soliciten designar a su sustituto en las votaciones.
En ese punto se ha bloqueado todo, hasta que la reunión posterior en el despacho de Torra se ha saldado con una solución con mucho de salomónico: los suspendidos presentarán un texto avalando certificando que suscriben la petición formulada por Batet, y ERC la dará por buena, digan lo que digan los letrados.
Y así, a base de juegos de palabras que son juegos de manos, parece que se ha salvado por los pelos este jueves el gobierno catalán, no sin evidenciar una vez más y de forma sangrante las profundas diferencias entre los dos socios que la integran, que se han pasado el día amagando con la posibilidad de acabar yendo a elecciones.
La sensación, salvado el match ball, es que JpC y ERC, de nuevo con las rozaduras en carne viva, es que el ejecutivo catalán, integrado por dos formaciones con planteamientos tácticos y estratégicos en las antípodas y cuya desconfianza mutua es creciente, puede volver a embarrancar en cuanto aparezca cualquier nuevo escollo.