Pfizer vs. Oxford: en qué se diferencian las dos vacunas del coronavirus
La eficacia, el tipo de tecnología, los requisitos de temperatura o el precio diferencian los diseños de estas dos vacunas que ya están disponibles en Reino Unido
Los reguladores sanitarios de Reino Unido dieron luz verde este miércoles al uso de emergencia de la vacuna contra el coronavirus que ha diseñado la Universidad de Oxford de la mano de la farmacéutica AstraZeneca. El Gobierno de Boris Johnson confió en el éxito de su prototipo estrella local, que se ha convertido en el segundo en entrar en circulación en el sistema nacional de salud.
La aprobación puede marcar el camino a seguir para la Unión Europea que sigue evaluando el resto de candidatos de la carrera internacional para encontrar un compañero de viaje para la vacuna de Pfizer que ya empezó a distribuirse este domingo entre los 27 estados miembro. Para lograr la ansiada inmunidad de rebaño va a ser necesario recurrir a distintos tipos de vacuna, pero no todas tienen las mismas características.
Pfizer tiene una eficacia mayor que Oxford
El prototipo que ha diseñado Pfizer conjuntamente con los laboratorios alemanes de BioNtech ha certificado una eficacia del 95% en los ensayos clínicos en los que participaron cerca de 43.000 voluntarios. Un dato que la convierte en la primera de la lista internacional, por delante de Moderna, AstraZeneca o Sinopharm.
Las cifras que ha ofrecido hasta la fecha la Universidad de Oxford han estado rodeadas de polémica. Los desarrolladores británicos comunicaron que habían logrado un fármaco eficaz en el 70,4% de los casos para bloquear la Covid-19. Un total de 30 voluntarios de los 5.807 que recibieron la inyección real desarrollaron síntomas de coronavirus.
La confusión vino cuando los ideólogos de la vacuna explicaron sus datos. Los participantes que recibieron media dosis de la vacuna y posteriormente otra dosis completa demostraron una protección del 90%. Mientras que los que fueron inoculados con dos inyecciones enteras apenas alcanzaron el 62%. La media entre ambas situaciones es la que da el porcentaje final.
Esta situación ha llevado a Reino Unido a aprobar la vacuna de Oxford-AstraZeneca pero optar por la estrategia de la media dosis para tratar de obtener una respuesta inmune entre sus ciudadanos. Aun con todo, la eficacia todavía es cinco puntos inferior que la de Pfizer que ya está repartiendo su producto por medio mundo.
Vacuna de vector viral vs. tecnología ARN mensajero
La Universidad de Oxford y Astrazeneca han optado por una tecnología de “vector viral no replicante” para desarrollar la estructura de su vacuna. Los desarrolladores británicos han recurrido a un adenovirus de chimpancé, causante del resfriado común, para enviar una instrucción genética a las células humanas que permita generar una respuesta inmune.
Por el contrario, los científicos de Pfizer y BioNtech han optado por la herramienta del ARN mensajero para diseñar su prototipo de la vacuna. Se trata de un método que transfiere información genética al organismo pero que no implica la liberación de un patógeno como en las vacunas tradicionales.
Esta tecnología es capaz de actuar sobre la proteína espiga, responsable de la entrada del coronavirus en el cuerpo humano, bloqueando su paso. Es también el camino escogido por otras farmacéuticas como Moderna y abre una vía para ir modificando progresivamente la vacuna ante la aparición de nuevas cepas de la Covid-19 como la que ya se ha extendido por el sur de Inglaterra.
La vacuna de Oxford no requiere una temperatura ultrafría
Una de las grandes ventajas de la vacuna británica es que no precisa unas condiciones de baja temperatura muy extremas para conservar sus propiedades. Esta característica puede hacerle jugar un papel fundamental durante la segunda fase de las campañas de vacunación, en las que ya se trate de inmunizar a grupos muy numerosos de la población.
El gran hándicap del diseño de Pfizer ha sido que tenía que permanecer a menos 80 grados centígrados para no perder eficacia. Esa temperatura solo puede obtenerse en congeladores especialmente diseñados para eso y pone en jaque la distribución internacional de los viales que se producen desde lugares estratégicos como la fábrica de Puurs (Bélgica).
Para solucionarlo, los ingenieros han diseñado unos paquetes que van rodeados de hielo seco, lo que permite conservar la vacuna a la temperatura adecuada durante un tiempo máximo de 30 días. Eso sí, los contenedores hay que renovarlos cada cinco días.
El prototipo británico es el más barato del mercado
Aunque las negociaciones entre las grandes farmacéuticas y las potencias internacionales han estado rodeadas de un cierto secretismo, los desarrolladores británicos han fijado hasta la fecha el precio más barato para conseguir una vacuna contra el coronavirus.
El prototipo de Oxford tiene un precio de mercado orientativo que va entre los dos y los tres euros por unidad. Un factor que puede ser imprescindible en los últimos compases de las campañas de vacunación de los países, tras los desembolsos iniciales que han destinado a la protección de los colectivos más vulnerables, como los ancianos de las residencias.
La vacuna de Pfizer tiene un precio seis veces mayor. La horquilla de costes está entre los 15 y los 16 euros. La compañía estadounidense se ha ofrecido a distribuir su fármaco por debajo del precio del mercado para garantizar el acceso universal a la vacuna pero, de todas formas, sus costes de producción han sido mayores. Han renunciado a la financiación pública de Donald Trump.
“Planeamos poner el precio de nuestra vacuna muy por debajo de las tasas de mercado típicas que reflejan la situación en la que nos encontramos”, admitió antes del lanzamiento oficial el responsable de estrategias de BioNtech, Ryan Richardson.