Pedro Sánchez se queda solo
Todos los socios del PSOE afilan sus exigencias en futuras negociaciones para utilizarlas contra un gobierno extraordinariamente débil
Pedro Sánchez intenta detener la caída de un tercer ministro porque sabe que después se desmoronaría el Gobierno. Y la cosa se le complica porque a la desesperada situación de la ministra de Justicia se suma la utilización de la técnica del efímero ministro Màxim Huerta para evitar impuestos que acecha al ministro Pedro Duque. ¿Acumulación de chantajes?
Vayamos por partes.
El caso de la ministra de Justicia es diferente. Es la última línea de defensa de la fortaleza asediada. Si cae Dolores Delgado, Sánchez tendrá que abandonar la Moncloa y convocar elecciones. La defensa de la ministra es el intento numantino de conservar el poder. Ahora Sánchez tendrá que salvaguardar hasta la última trinchera a dos ministros asediados a la vez.
Las grabaciones de Villarejo, la serie
Estos días muchos españoles se levantan temprano para ser los primeros en ver el nuevo episodio del serial de moda. No se trata de Juego de tronos o de El cuento de la criada. Es mucho más domestico y morboso. La serie se llama Las grabaciones de Villarejo.
Los especialistas en acoso, derribo y desguace han sofisticado las formas de realizar su trabajo. Pero en esencia siempre es el mismo. Realizarlo con perfección requiere sentido del tiempo, graduación de la presión, afinar el desenlace y guardar la traca para los instantes finales. Un último cartucho para cazar la pieza.
El derribo de Cristina Cifuentes fue técnicamente perfecto. Se le permitió enredarse en mentiras gruesas. Y el clímax llegó con un video, evidentemente filtrado por las cloacas, en el que la víctima aparecía robando dos botes de crema de una marca tan popular como Mercadona. Apenas 20 euros cada envase.
La defensa frente a ofensivas de esta naturaleza es, sobre todo, ingenua. Comienza por negar los hechos, asentándose en la mentira. Craso error, porque el atacante lo tiene previsto. Y un político que miente, está ya muerto.
El segundo acto reconocerá una parte de la acusación que antes se negaba radicalmente. A continuación se invocará que es un ataque a una causa noble. En estos casos, intentar derribar a un gobierno que quiere el bienestar del pueblo. Invocación a fuerzas oscuras que quieren sacar de la política un proyecto noble que beneficia la mayoría. «¡No cederemos al chantaje!», es el grito que se lanza cuando ya no se puede defender que son acusaciones falsas.
Delgado afirmó que nunca se había reunido con el ex comisario Villarejo. La nota de su departamento afirmó textualmente: la ministra «no ha tenido ningún tipo de relación personal, profesional, oficial o no oficial con José Villarejo». Mal comienzo.
Ahora es imposible sostener algo distinto a que Delgado y Villarejo tenían una relación de una familiaridad tejida en encuentros muy especiales.
El regreso de Sánchez de la gira americana
Más allá del contenido vulgar, homófobo, probablemente prevaricador por no denunciar relaciones con menores, queda en evidencia una familiaridad entre ellos que es insoportable para quien ahora es ministra de Justicia. Además es sabido que el polémico ex juez Baltasar Garzón, intimo amigo de la ministra, ahora abogado de provecho, está siendo investigado por la Audiencia Nacional por intentar impedir la extradición de un empresario español a Guatemala. Un asunto en el que también trabajó Villarejo.
El presidente se está quedando solo. Su regreso de la gira americana va a ser algo más que complicado. La entrega del serial de lunes puede ser definitiva. El final de semana obliga a aplazar el desenlace. Pablo Iglesias le ha pedido a su socio Sánchez que haga dimitir a la ministra. Lo hizo en público y hemos sabido ayer que envió al presidente mensajes en que le pedía el cese de la ministra porque además su gobierno saldría favorecido por la ejemplaridad en la exigencia de responsabilidades.
ERC, que no se suele meter en estos charcos, se suma a esa petición. Y todos los socios del PSOE afilan sus exigencias en futuras negociaciones para utilizarlas con un gobierno extraordinariamente débil si Sánchez se suicida respaldando a la ministra.
En la prensa ya no hay muro de contención. Algunos medios han sido muy piadosos con los 100 días de gobierno de Sánchez. La satisfacción por haber acabado con Mariano Rajoy les aliviaba de la obligación de una labor crítica con el nuevo presidente. Esa tregua ha caducado.
Hasta los más reticentes han terminado hablando de los audios que comprometen a la ministra. En el asunto Duque, que acaba de empezar, las exigencias al ex ministro de Cultura y los compromisos de Sánchez con los colaboradores que utilizaran estos trucos con Hacienda, le dejan poco margen.
La suma de los dos ministros denunciados es insoportable de sostener. Además, existen otros asuntos que pudieran parecer menores.
Sánchez, el CIS y las elecciones
José Félix Tezanos accedió a la dirección del CIS conservando su situación en la comisión ejecutiva del PSOE, de la que dimitió pasados 15 días. Algo inédito que un miembro activo de la dirección de un partido dirija algo tan sensible como el Centro de Investigaciones Sociológicas.
Tezanos está demostrando desparpajo. Cocina resultados magníficos para el PSOE, que ahora le dan una ventaja de 10 puntos con respecto al segundo partido. Además, ha instaurado una encuesta de intención de voto mensual, cosa que no existía desde 1996, precisamente el año que Felipe González se negó a intentar ser investido presidente con 156 diputados.
Los números daban para intentarlo, intentarlo. José María Aznar, que tampoco tenía mayoría absoluta, consiguió formar gobierno pactando con el PNV y con CiU.
Prestigiosos sociólogos, entre ellos Narciso Michavila, han denunciado la cocina extrema de las encuestas que hace Tezanos para favorecer al PSOE. Michavila publicó ayer un hilo muy interesante en su Twitter desmontando las encuestas del CIS. Muy recomendable su lectura detallada.
Hay mucha lluvia fina que empapará a Sánchez. Las dudas sobre su doctorado, el contrato con la esposa del presidente en el Instituto de Empresa. La afición del nuevo inquilino de la Moncloa por utilizar aviones y helicópteros públicos para ir a un concierto de rock o a la boda de su cuñado en la Rioja.
Todo suma en la casa del ahorcado. También, que la delegada del Gobierno en Cataluña interfiera la labor de los tribunales para pedir conceder indultos a quienes todavía no han sido juzgados.
Demasiado oleaje para un barco con tantas vías de agua. Está claro que el presidente Sánchez, experto en salir de situaciones imposibles, intentará resistir.
Hay una pregunta letal. ¿Por qué no quiere disolver el Parlamento y convocar elecciones si ganaría las elecciones, según Tezanos, por una ventaja de 10 puntos?