Pedro Sánchez quiere desahuciar a Carles Puigdemont
El Gobierno y la Justicia apuestan todas sus fichas a la detención y entrega de Puigdemont, con la que caerían "como piezas de dominó" sus secuaces
El Gobierno en funciones de Pedro Sánchez se ha fijado la meta de desmantelar el centro de operaciones de Carles Puigdemont en Waterloo, y para ello apuesta por la euroorden como instrumento para conseguir su entrega a España así sea solo por malversación. La nueva orden europea de detención y entrega del expresident, emitida por el magistrado Pablo Llarena el pasado 14 de octubre, será vista por la Justicia belga este martes 29 de octubre, y el Ejecutivo español espera que esta vez sí sea aceptada.
Según fuentes consultadas por El Periódico, el Gobierno está convencido de que poner candado a la llamada Casa de la República, donde Puigdemont se ha exiliado en Bélgica desde hace casi dos años, supondría también poner punto final a la sublevación acontecida en las últimas dos semanas en Cataluña. Las fuentes apuntaron que, además, si se consigue la detención y entrega del líder independentista, caerían «como piezas de dominó» los cargos institucionales que han dado continuidad al engranaje de Puigdemont.
Los informes policiales y de inteligencia de los que dispone la Moncloa apuntan a que la insubordinación que se ha manifestado en Cataluña, tanto desde el Govern de Quim Torra como desde algunas protestas de los últimos días, es controlada desde Waterloo por el expresidente de la Generalitat. Por lo tanto, para el Gobierno la euroorden es «crítica» para que Cataluña regrese a la normalidad y así desbloquear el reinado del independentismo ortodoxo que Puigdemont presuntamente dicta al Govern.
Y no solo eso: el Gobierno central baraja la posibilidad de que la plataforma separatista Tsunami Democràtic y otras expresiones soberanistas que han tomado las calles en las últimas semanas estén alentadas por Puigdemont desde Bélgica, con el conocimiento del Govern de Torra en Barcelona. Además, «sin Puigdemont en Waterloo, Torra duraría días en el Palau de Sant Jaume«, según declaraciones de las mismas fuentes recogidas por el medio, que consideran que el actual president es una suerte de títere de su predecesor.
La insurrección no solo es propia de las calles, sino que tras la sentencia del procés el Govern de Torra se ha instalado en una deriva fantasiosa de rectificación del proceso soberanista y ha intentado abrir un nuevo pulso por la autodeterminación, lo que le ha causado desencuentros con sus socios de gobierno de Esquerra Republicana y le ha dejado más solo que nunca. Desde el Gobierno entienden que una detención de Puigdemont pondría fin a este escenario, también, y daría mayor margen a ERC para dibujar un horizonte fuera del lienzo hermético de Puigdemont.
¿Saldrá adelante la euroorden contra Puigdemont?
Las anteriores son las convicciones del Gobierno, pero lo que no está claro es el futuro de la euroorden. La segunda orden de entrega y captura contra Puigdemont (la primera no salió adelante porque Llarena se negó a aceptar su entrega solo por malversación, como pedía la Justicia belga) es vista con cierto «escepticismo» por el Gobierno y la Justicia española, habida cuenta de la reticencia de Bélgica a cooperar con las autoridades españolas. Pero por ese mismo motivo en España se han rebajado las expectativas al respecto.
Si Llarena desistió de seguir presionando con la primera euroorden en julio de 2018 tras exigir una detención y entrega por rebelión y malversación, y negarse Bélgica a entregarle por el primer delito, ahora parece que la Justicia española está dispuesta a aceptar su extradición solo por malversación. Ya lo más importante, según El Periódico, no son los flecos de las acusaciones contra Puigdemont, sino desahuciarle de Waterloo de forma que toda la organización jerárquica que supuestamente empieza con el expresident caiga por su propio peso.