Todos los engaños de Sánchez para retrasar la mesa con Torra
Las promesas del Gobierno sobre una convocatoria de la mesa de diálogo soberanista en la primera, y luego en la segunda quincena de julio, caen en saco roto
Antes de que la crisis de los rebrotes estallase, los políticos independentistas catalanes no hablaban de otra cosa que la mesa de diálogo. Tras verse interrumpida por la pandemia la negociación entre el soberanismo y el Gobierno de Pedro Sánchez para buscar una solución al llamado conflicto catalán, el Govern de Quim Torra —más ERC que JxCat— aspiraba a formalizar la segunda reunión de la mesa separatista tan temprano como la primera quincena de julio, pero el mes acabará sin que se celebre ningún encuentro, asumen ya los independentistas.
La suspensión del tercer grado penitenciario —conocido también como semilibertad— a los presos del procés ha dinamitado cualquier esperanza. La pidió la Fiscalía de Barcelona este martes por la mañana y la acató tan solo unas horas después un juzgado de vigilancia penitenciaria de Cataluña.
La estrategia de Sánchez ha sido echar balones fuera en todo momento. Todavía este martes —cuando decenas de líderes independentistas (naturalmente, Torra y Junqueras incluidos) afearon al Gobierno el fin del tercer grado de los presos y cuestionaron su voluntad de diálogo—, desde La Moncloa insistían en que la mesa de diálogo cuando la Generalitat lo facilite. El Ejecutivo central sigue «disponible», aseguró la ministra portavoz María Jesús Montero, mientras desde el Govern acusaban a Sánchez de buscar «varias excusas» para no convocar el encuentro.
Esta es la cronología de cómo la segunda reunión de la mesa separatista fue anunciada pese a su inminente fracaso, y de cómo la misma probablemente no tendrá lugar en breve.
Seis semanas teatrales
La puesta en escena dio inicio el 15 de junio de 2020. Parecía que la peor parte de la pandemia ya había acabado, se acercaba ya oficialmente el desconfinamiento en todas las comunidades autónomas y desde hace varias semanas la política tradicional de toda la vida se había abierto paso tras un par de meses volcada a asuntos meramente sanitarios. Ya ERC había advertido a Sánchez de que su gestión de la crisis sanitaria y sus cesiones a la derecha podían costarle la legislatura, así que no era tampoco difícil subir un poco más la tensión.
Los socios independentistas del Gobierno de coalición veían que ya empezaba a ser momento de volver a reunir la mesa de diálogo, toda vez que solo hubo un encuentro para constituirla en el pasado febrero y en marzo tuvo que suspenderse al decretarse el estado de alarma en todo el país. Así las cosas, ERC dio un ultimátum de un mes a Sánchez; es decir, pidió poner fecha y lugar a la reunión antes de que acabase la primera quincena de julio, consciente de que el periodo involucraba la campaña electoral de las elecciones vascas y gallegas del día 12.
Fuentes de ERC insistieron desde entonces en que de La Moncloa solo recibían respuestas afirmativas. Sí, mesa de diálogo antes del 15 de julio, no hay problema, insistía el Gobierno en público y privado. Frases en positivo pero sin concreciones. Conforme se acercaban los comicios autonómicos del 12 de julio, el partido de Junqueras se aproximaba a la conclusión de que el ultimátum de pronto era mala idea: el PSOE quería llegar a la campaña con la menor cantidad posible de distorsiones, y su relación con el separatismo no es precisamente fácil de vender.
Ya en la recta final de las elecciones vascas y gallegas era evidente que no lograrían ponerse de acuerdo para el día 15, pero todavía quedaba la posibilidad de la segunda quincena de julio. El Gobierno así lo anunció a finales de junio, alegando que estaba aún «pendiente» de que ERC y JxCat planteasen una fecha, pues hasta entonces no habían hecho ninguna propuesta concreta. Desde el Govern decían que eran excusas, mientras Torra planteaba reunir al independentismo para fijar una hoja de ruta de cara al encuentro de la mesa de diálogo.
La primera quincena de julio ha pasado, y pronto la segunda también, y está claro que no habrá reunión este mes. Tras las elecciones autonómicas, el Gobierno se volcó con la negociación del paquete de ayudas europeo, y en medio de todo esto empezaron a surgir rebrotes de Covid-19 en distintas partes de España, siendo Cataluña la región más afectada, por lo que el Govern fijó esa como su prioridad desde hace algunas semanas. Ahora, que los presos del procés han perdido el tercer grado, la desafección es total y los ánimos están caídos.
A todo esto, Torra no ha convocado aún las elecciones que prometió en los últimos días de enero y la cuenta atrás para que el Tribunal Supremo tome una decisión sobre su inhabilitación como president no se detiene: está citado el 17 de septiembre.