Montoro radicaliza al Govern por la falta de balanzas fiscales
Mas-Colell asegura que Catalunya “se unió por la fuerza” a España hace 300 años
Las balanzas fiscales son complejas, pero su comprensión depende de la concepción que uno tenga de cuál es su comunidad. El Govern que preside Artur Mas está estirando la cuerda y se radicaliza a medida que transcurren los meses, pero, quien empuja a ello, ahora, es el Gobierno español, con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, a la cabeza. Y, aunque quisiera hacerlo con la mejor voluntad, –partamos de esa hipótesis– ofreciendo más datos de una realidad sobre los flujos entre comunidades y la administración central, lo que ha provocado es alborotar los ánimos de los sectores más soberanistas de la sociedad catalana, tengan o no razón.
¿Por qué? El economista, investigador en el CSIC y profesor de la UAB, Ángel de la Fuente, presentó este viernes el enfoque que presidirá el nuevo cálculo de las balanzas fiscales. No es nada nuevo, porque las balanzas se acabarán conociendo con todas las metodologías.
Pero De la Fuente parte de uno de los dos métodos que se han utilizado hasta ahora: el de carga-beneficio, según el cual se considera que el gasto de la administración central en determinados servicios o instituciones, como el Ministerio de Defensa o todo lo relacionado con el Ministerio de Exteriores, se debe computar al conjunto de los españoles, y no en función de dónde tienen su sede, porque se benefician todos los ciudadanos al margen de donde residan.
El gasto por ciudadano
De la Fuente explicó que la idea es homogeneizar los datos que permitan comparaciones válidas entre regiones. Y puso un ejemplo. Catalunya cuenta con la policía autonómica y la financiación se apunta a un apartado general, por lo que parecería, con los números actuales, que la comunidad “tiene mucho dinero” y que, al mismo tiempo, carece de seguridad ciudadana, porque el Estado “no gasta en ello”.
Por tanto, se trataría de “coger la transferencia a la Generalitat, sacarla de la financiación autonómica y pasarla al gasto de seguridad ciudadana para que se vea que hay, pero que la paga el gobierno autonómico”. Con ello, el objetivo es ver que “en vez de que aparezcan quejas en abstracto de que hay pocos gastos, ver en qué partidas hay pocos gastos”.
Es decir, a De la Fuente le interesa el gasto que le llegue a un ciudadano, y ver qué servicios tiene, y si esos servicios son equitativos en todo el territorio. Y asegura, con los datos del modelo de financiación autonómica, que Catalunya y Madrid no están mal financiadas. Están en la media. En cambio otras no lo están, como Valencia, otras lo están en exceso, como Extremadura, y otras dos, País Vasco y Navarra, simplemente no contribuyen al sistema.
Catalunya, una nación, un estado
Pero en Catalunya eso no sirve. O no sirve a los colectivos soberanistas. O al conjunto de partidos políticos catalanes que reclamaron en el Parlament conocer otra cosa. Académicos como Guillem López-Casasnovas, Núria Bosch o Maite Vilalta, consideran que la realidad de los flujos entre comunidades también se explica con el método del flujo monetario, que quiere medir el impacto del gasto en un territorio. Es decir, “valorar cuál sería el remanente fiscal si el gasto que impacta directamente en su territorio lo asumiera Catalunya desde la recaudación realizada a partir de sus propias bases imponibles”, según Casasnovas.
Dicho de otro modo: si Catalunya se quedara con todo lo que fiscalmente genera, sin pensar en todo aquello que ahora el Estado le sirve en especies como el ya citado Ministerio de Exteriores o la Agencia Tributaria. Es decir, como si fuera un estado propio.
Ese flujo monetario ofrece, con los datos de 2010, unos 16.000 millones de déficit fiscal, un 8% del PIB. Con el otro enfoque, el déficit es de unos 11.000 millones, un 5% del PIB.
La Política, en busca de intérpretes
Por tanto, surge la política con toda su aspereza. Y el Gobierno español no sabe todavía cómo combatir esa potencia. Montoro habla de gasto por ciudadano y servicios públicos, pero el Govern habla de tener la capacidad de ser un estado propio.
Por ello, el conseller de Economia, Andreu Mas-Colell, consideró a De la Fuente un economista “prestigioso”, pero que “tiene una visión distinta de Catalunya”. Así que, como los otros expertos que asesoran a Montoro, se hace unas preguntas que “tienen sus respuestas”.
Y, envalentonado, el moderado Mas-Colell se permitió bromear, pero con todo el contenido del mundo, al considerar que De la Fuente considera que la unión con España proviene de los Reyes Católicos hace 500 años. “Para mí tiene 300 años y fue una unificación por la fuerza de las armas y el derecho de conquista”, aseguró.