Marchena destruye el plan de Vox de usar el Supremo como escaparate
El juez del procés ya ha rechazado los intentos de Vox de vetar los lazos amarillos en la sala y de leer las preguntas que Junqueras no pensaba contestar
Vox ha encontrado en el juez Manuel Marchena un freno a su hasta ahora exitosa estrategia de ganar visibilidad mediante su hiperactividad jurídica, especialmente contra el independentismo. El partido de Santiago Abascal ha exprimido a fondo durante los últimos años esa apuesta que, a falta de poco más de dos meses para las elecciones generales y ya con las encuestas dando por hecho su entrada en el Congreso la próxima legislatura, debía alcanzar su cénit en el juicio del procés, iniciado el martes pasado y en el que la formación ultraconservadora ejerce de acusación particular.
Pero, por el momento, no ha obtenido la cuota de pantalla que esperaba conseguir en la Sala de Plenos del Tribunal Supremo. Ni los acusados, que hasta ahora se han negado a ser interrogados por los abogados de Vox, ni el presidente del tribunal, que ha rechazado las dos peticiones que estos han planteado a la sala, le han dado pie a que consiga el más mínimo protagonismo.
Y no será que Vox no lo ha buscado. El miércoles, sus abogados pidieron al tribunal que prohibiera la presencia de lazos amarillos en la sala, y el jueves, que les dejara formular la batería de preguntas que tenían previstas para interrogar al exvicepresidente catalán, Oriol Junqueras, pese a que el acusado había anunciado que no respondería a ninguna de las acusaciones. Marchena les paró los pies las dos veces.
Sí a los lazos amarillos en la sala
La primera petición, formulada porque otro de los procesados, Jordi Sànchez, lucía un lazo amarillo, la denegó el presidente de la sala esgrimiendo dos sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) lo que condenaba a sendos tribunales de Bélgica y Bosnia Herzegovina por haber impedido la exhibición de símbolos religiosos a varios procesados.
Marchena, sabedor de que, salvo sentencia absolutoria, los abogados de los líderes independendentistas planean recurrir en última instancia a Estrasburgo, hizo suya la doctrina de la corte europea y limitó el veto a los letrados, a los que el estatuto general de la abogacía, explicó, prohibe explícitamente la exhibición de símbolos en su indumentaria.
Marchena veta las preguntas sin respuesta
La segunda pretensión fallida de Vox tenía que ver con el interrogatorio frustrado a Junqueras, que iba a correr a cargo de Javier Ortega Smith. El número dos de Abascal se reparte el papel de acusador con el vicesecretario jurídico del partido, Pedro Fernández, que es quien intervino en el trámite para dirimir las cuestiones previas, y la negativa de Junqueras a someterse a un cara a cara con él, además de con la fiscalía y la abogacía del estado, frustró su debut.
Ortega Smith pidió poder formular igualmente las preguntas, pero se encontró con un portazo. «La sala no puede ni siquiera prestarse a una escena en la que usted formula preguntas y él diga ‘no contesto'», zanjó Marchena, que recordó que el silencio ya anunciado de Junqueras a cualesquiera que fueran las preguntas planteadas no tendría ningún valor probatorio.
Forn también rechaza el careo con Vox
La estrategia de defensa de Junqueras está diseñada en clave más política que jurídica, pero también el exconseller Joaquim Forn, el otro acusado que ha testificado hasta ahora —y que a diferencia del exvicepresident, sí aceptó el duelo dialéctico con el fiscal y la abogada del estado—, rechazó ser interrogado por Vox. Si los demás acusados siguen la misma vía de actuación respecto de la acusación particular, las posibilidades de Ortega Smith de usar la sala como escaparate preelectoral, una pretensión aún más sangrante tras el adelanto de las generales anunciado el viernes por Sánchez, quedarán reducidas de manera drástica.
Aunque, por si acaso, Marchena ya dejó claro, antes de iniciar la ronda de interrogatorios, que no permitirá que estos se conviertan en debates ideológicos, sino que tendrán que ceñirse a «aspectos fácticos», en lo que puede interpretarse sobre todo como una advertencia directa a la acusación particular. No es de extrañar que el partido de Abascal ya exhiba su desacuerdo con la forma en que el presidente del tribunal está conduciendo el juicio.
A falta de protagonismo dentro de la sala, Vox ha optado por tenerlo fuera, haciendo declaraciones a diario a las puertas del Supremo, lo que le ha supuesto las críticas de otras formaciones, empezando por el PP, cuyo secretario general, Teodoro García Egea, le ha acusado de «hacer daño a la justicia» con su actitud.