Los empresarios temen una parálisis económica en la fase final del proceso

La suspensión de la consulta, las posibles elecciones anticipadas y la comisión de investigación por el caso Pujol encienden la luz de alarma

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La economía catalana va bien. O va mejor que la del resto de España. O, en todo caso, comienza a salir de la crisis. Pero el clima empresarial se ha enrarecido. Los empresarios temen un final del proceso soberanista muy complicado, con demasiadas incertidumbres, y creen que puede paralizar la economía.

El último elemento, la posibilidad de constituir una comisión de investigación por el caso Pujol, que ponga en cuestión todo lo realizado en las últimas décadas, con comparecencias de todo signo, y alimentada por la lucha partidista, crea pavor.

Es la percepción de la clase empresarial, sondeada en los últimos días. Empresarios que asisten a las diferentes convocatorias que protagonizan miembros del Govern, y que forman parte de patronales, que desearían creer que existe una alternativa política, un posible acuerdo con el Ejecutivo central, pero que son conscientes de la realidad.

La consulta se convocará

Y la realidad es que no habrá avances en la línea que quiere una buena parte del empresariado catalán. Lo que se aproxima lo explicó el President Artur Mas este jueves en la Cambra de Comerç: la intención firme del Govern de convocar la consulta soberanista del 9 de noviembre, y de hacerla efectiva. Y, también, el recurso del Gobierno central, y la suspensión cautelar, por parte del Tribunal Constitucional.

Todo ello podría provocar unas elecciones anticipadas. Mas aseguró que desea acordar cualquier paso que dé con los partidos favorables al derecho a decidir. Pero, aunque Esquerra abuse de la retórica, ni Mas ni Oriol Junqueras están dispuestos a colocar urnas en la calle para convertir el 9N en una especie de consultas populares en las plazas de los pueblos que las quieran acoger, como ocurrió a lo largo de 2011.

La siutación política, de bloqueo, de lucha abiertamente partidista, choca con el dinamismo que, desde hace unos meses, muestra la economía catalana. Y de ahí el temor a que “se produzca una parálisis, que pueda llevar a Cataluña a un clima de enfrentamiento”, como se apunta desde el sector empresarial.

Posible parón, tras los buenos datos

Los datos, los que ofreció Mas en la Cambra, son significativos. Más del 50% de los puestos de trabajo nuevos que se han creado en los últimos meses se han producido en Cataluña; la comunidad representa más del 25% de la exportación española y el 26% en captación de turismo extranjero; y el 35% de las empresas que exportan regularmente –en los últimos cuatro años– están en Cataluña. Pero ahora la política, lejos de favorecer las cosas, “puede provocar un parón”.

Lo que causa más perplejidad es la constitución en el Parlament de una comisión de investigación por el caso Pujol. Y más después de las palabras del President de la Generalitat, cuando, emplazando a Esquerra Republicana, que la quiere impulsar, aseguró en la Llotja de Mar que por él debería estar abierta mucho tiempo, dos años, si es necesario, y que “se investigue todo”.

Aunque en la sociedad catalana, lo que incluye a la clase empresarial, –también a la representada en las grandes patronales– se ha despertado la necesidad de una regeneración democrática, el temor es que se cuestione absolutamente todo y se anule el propio espíritu de seguir avanzando, justo en un momento en el que la economía catalana podría alzar el vuelo.

Una última esperanza

¿Puede ocurrir algo distinto antes del 9 de noviembre? De hecho es lo que pidió Mas ante los empresarios en la Cambra. Mas se preguntó cómo es posible que el Gobierno central, que las instituciones del Estado, no reaccionen, presentando una alternativa, para resolver el “reto catalán”.

Mas consideró que España siempre ha superado todos los retos que se le han presentado, como la entrada en el euro; la lucha contra el terrorismo o el rescate por parte de las instituciones europeas en 2010.

El empresariado quiere creer todavía en esa reacción. Pero lo que ve en ciernes es un adelanto electoral, que dejará el Parlament “fracturado, con una posibilidad remota de formar un Govern fuerte”, y con la entrada de grupos políticos de izquierda que desean un cambio en profundidad.

Las instituciones condicionan la economía

Y, con la posibilidad de que las fuerzas soberanistas impulsen una declaración unilateral de independencia. A menos que el Gobierno central reaccione, algo que se ve complicado, porque el presidente Mariano Rajoy ha optado por la línea dura, a la espera de que fracase Mas.

Ese futuro inmediato les ha hecho abrir los ojos, atemorizados, con la luz roja encendida, y el temor de una parálisis económica. Y es que son conscientes, como diversos estudios no dejan de recordar en los dos últimos años, que el buen funcionamiento de las instituciones políticas son la clave para una mejora de la economía, y no al revés. Y esas instituciones están bloqueadas.

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