Los consellers de Quim Torra aíslan al president
El Govern ignora la propuesta de autodeterminación de Torra y lo fía todo a una resolución en el Parlament que el Gobierno no impugnará hasta que no se vote
Cinco días después de que Quim Torra lanzara por su cuenta y riesgo la propuesta de ejercer la autodeterminación antes del fin de la actual legislatura, los miembros de su gobierno solemnizaron este martes su rechazo al plan del president, más solo que nunca en ese despacho en el que se lamenta a la voz de “quins collons!” («¡manda huevos!») de que Pedro Sánchez no le coja el teléfono.
La herramienta para desactivar desde la propia Generalitat ese nuevo brindis al sol de Torra fue la firma de un acuerdo que salió a explicar el propio president para tratar de convencer al personal de que, lejos de ser una desautorización, el conjunto del gobierno catalán y los partidos que lo integran lo que hacen es dar pasos en la buena dirección.
Pero el caso es que el documento acordado por el consejo ejecutivo a modo de reacción a la sentencia del Tribunal Supremo en la causa del procés no hace ninguna referencia a ese referéndum por la vía rápida por el que él abogó a título personal y por sorpresa en su comparecencia de la semana pasada en el Parlament.
A cambio, el acuerdo se limita a reafirmar la apuesta del Govern por la búsqueda de “una solución política y democrática para el conflicto entre Cataluña y las instituciones del Estado español”; comprometerse a “promover las iniciativas políticas, sociales e institucionales que sean necesarias” para avanzar en esa solución, e instar a Sánchez a “iniciar un diálogo sin condiciones” en el marco del cual el ejecutivo catalán “defenderá el derecho de autodeterminación como vía para decidir el futuro político de Cataluña”.
Pulso al TC en el Parlament
Ante la ausencia de su propuesta estrella en el articulado, Torra optó por la patada hacia adelante y aseguró que donde tocará debatirla será en el marco del “gran acuerdo de país que hemos de tener por la amnistía y los derechos nacionales”.
Hasta que llegue ese “pacto nacional” por el que ya abogó también la semana pasada, el president se remitió a otro pacto anunciado este martes, este, entre los grupos de JxCat y ERC y el subgrupo de la CUP en el Parlament, y que sitúa a la cámara catalana y a su presidente, Roger Torrent (Esquerra) en el terreno de la desobediencia al Tribunal Constitucional (TC).
Ese documento es una propuesta de resolución que la Mesa del Parlament aprobó tramitar pese a que los letrados de la cámara advirtieron que haciéndolo podía vulnerar la prohibición del TC de reincidir en la reprobación al Rey el aval a la autodeterminación y, a falta de algo mejor que vender a modo de respuesta institucional unitaria al Supremo, se convirtió en la bandera que los partidos independentistas y el propio Torra optaron por enarbolar.
Así, Torrent esgrimió la luz verde a la iniciativa, que no está previsto que se vote hasta el pleno del 13 y el 14 de noviembre, después de las elecciones generales, como una apuesta por la libertad de expresión de los diputados del Parlament. No será hasta entonces cuando el Gobierno presentará un recurso al TC para suspender el texto; entretanto, eso sí, el PSC planea presentar un escrito de reconsideración a la Mesa del Parlament.
Torra consideró que promover una resolución parlamentaria que habla del derecho de autodeterminación tras haber sido advertidos el Parlament y el Govern por el Constitucional de que no pueden hacerlo es un paso “importantísimo” para enviar el mensaje de que el independentismo institucional no se rinde. “Llegaremos tan lejos como la ciudadanía quiera llegar”, insistió el president.
El argumentario de Torra para estirar la legislatura
De manera que, pese a esa desautorización de su propio gobierno que él niega, y blandiendo ese pulso del Parlament al TC como prueba de que los partidos empiezan a avanzar en dirección a la unidad independentista que les reclama la calle, Torra insistió en que no se plantea tirar la toalla y convocar elecciones anticipadas.
“Nunca he pensado en no seguir, en absoluto”, zanjó, y eludió contestar cuando le preguntaron cómo piensa prolongar la legislatura si no consigue aprobar los presupuestos de 2020, para los cuales ya solo contaba con la disposición a negociar de los comunes, que la semana pasada, después de que anunciara su plan de ejercer la autodeterminación por la vía rápida, le pidieron la dimisión.
A cambio, lo que hizo fue volver a afear a Pedro Sánchez que no atienda a sus llamadas. Torra reveló que este martes volvió a intentar contactar con él por cuarto día seguido y de nuevo sin éxito, y consideró el ninguneo de Sánchez “un desprecio” que no se matiza porque la vicepresidenta Carmen Calvo mantenga contactos con el número dos de la Generalitat, Pere Aragonès, contactos que aseguro que no abren “ninguna crisis” en el govern porque está puntualmente informado sobre los mismos. “Lo importante es la relación institucional entre el presidente del gobierno de España y el de la Generalitat”, insistió.
Torra, que remarcó también su «condena a todos los actos de violencia» registrados desde hace dos lunes, pidió una comisión de investigación parlamentaria sobre los disturbios de la semana pasada en la que se invite al Síndic de Greuges y entidades de defensa de los derechos humanos, y reclamó al conseller de Interior, Miquel Buch, que inicie «de inmediato» las investigaciones internas para determinar si hubo intervenciones de los Mossos que no se ajustaron a los protocolos de actuación y «depurar las responsabilidades correspondientes».
De momento, y a la espera de las cuentas, el aislado Torra aspira a resistir en su despacho con esos guiños al sector del independentismo que pide cabezas en Interior —entre las cuales, la del propio Buch—, con las apelaciones a retomar las conversaciones con la Moncloa —para las que volvió a pedir mediación internacional— y con ese pulso al TC en el Parlament que no se elevará al pleno hasta pasado el 10-N. No es mucho, pero es lo que hay.