Los casos de corrupción lastrarán la economía española (no ahora)
Los casos de corrupción erosionan el desarrollo empresarial, y orillan los incentivos para la inversión o la creación de capital, aunque no sea a corto plazo
Hace pocos días, la Comisión Europea publicaba sus previsiones respecto a la evolución de la economía española para el resto del año. De acuerdo con los cálculos comunitarios, el país cerrará 2017 con un déficit del 3,2 % del PIB, tres décimas menos de lo estimado en febrero y una décima por encima del objetivo exigido por Bruselas. Salvo que haya un susto, parece que no nos van a pedir más ajustes.
Estas declaraciones, en plenas negociaciones presupuestarias, no han podido venir mejor al gobierno de Mariano Rajoy, acosado por los demás partidos. Tampoco es una sorpresa que el debate presupuestario se haya transformado, como cada vez que el poder está muy repartido en el arco político, en una exhibición de fuerza, especialmente por parte de la oposición, que sueña secretamente con derrocar a Mariano Rajoy para tomar las riendas del poder. Pero como el PSOE está seriamente dañado por su crisis interna y tanto Podemos como Ciudadanos saben que no tienen tanto tirón en el panorama nacional, el objetivo es, al menos, minar tanto como se pueda al partido en el gobierno.
Y así, todos juegas la carta de la corrupción como medio para bloquear los presupuestos presentados al Congreso.
El objetivo de toda la oposición es minar tanto como se pueda al partido en el gobierno
No obstante, si es cierto que cada dos por tres salta un nuevo “caso” en el seno del PP, no hay que olvidar que el que no salieran con el PSOE no significa necesariamente que no existieran sino que bien pudiera suceder que no se investigara, o que no se pusiera tanto empeño.
De manera que el PP puede alardear de haber dedicado más recursos que nadie a luchar contra la corrupción. Porque si por un lado afloran como champiñones en otoño los casos Lezo, Púnica, Gürtel, Taula o Bárcenas, por el otro colea el escándalo de los EREs, y el caso pendiente en Extremadura contra Viñuelas, Villa y Cerrato, que serán juzgados el 22 de mayo y a quienes el fiscal pide 25, 9 y 15 años de cárcel por cargos de falsificación reiterada de documentos públicos, malversación de caudal y prevaricación.
Eso por no hablar de los Pujol, Marta Ferrusola y los misales, que han ocupado portadas y memes en telediarios y redes sociales.
En números, de acuerdo con los datos facilitados por José Antonio Nieto, el secretario de Estado de Seguridad al Congreso de los Diputados, el pasado año acabó con 1.116 casos de corrupción abiertos, 201 fueron por delitos contra la Seguridad Social, 139 por malversación, 130 por prevaricación administrativa, 99 contra la hacienda pública, 70 por cohecho, 31 por falsedad en la subvención, 30 por tráfico de influencias, 21 por delitos societarios y 349 por otros tipos; siendo 2.126 el total de personas detenidas e investigadas.
¿Qué importancia puede tener la corrupción en España para el común de los mortales? No mucho, a corto plazo. No lo vamos a notar en nuestro bolsillo de manera inmediata. Pero sí a medio y largo plazo. No hay más que considerar el enorme bajón de nuestro país en el índice mundial de libertad económica, elaborado por la Heritage Foundation.
España ha descendido 26 puestos en el índice mundial de libertad económica, hasta situarse en el 69 de un total de 178 países, frente al 43 que ocupaba un año antes. Este mal resultado es el resultado de la peor puntuación obtenida en los indicadores referentes a la libertad de negocio, libertad de comercio y la integridad del Gobierno, es decir, la corrupción.
Los casos de corrupción se pueden convertir en una lepra social que marquen un retroceso en la recuperación
Incluso si desde fuera de nuestro país no se nos percibe como una nación más corrupta, lo cierto es que es un problema que está minando la confianza y cristalizando en una traba estructural para el crecimiento económico.
No puede haber desarrollo empresarial, incentivos para la inversión, o creación de capital si no existe la adecuada seguridad en la responsabilidad económica y la transparencia.
El mal comportamiento de las grandes empresas, de los consumidores, de nuestros gobernantes locales, de los nacionales, de los propios partidos políticos, está convirtiéndose en una lepra social que puede marcar un retroceso en nuestra lenta recuperación. Y señalar con el dedo al otro sin tener la humildad y la decencia de limpiar primer nuestra casa no hace sino empeorar el panorama.
Solamente la responsabilidad y la rendición de cuentas así como una justicia independiente y eficaz pueden ayudar. Y lamentablemente nos faltan todos los ingredientes.