La impotencia de Navarro: diálogo, ¿pero entre quién?
El líder del PSC reclama a Rajoy y Mas que no se enroquen y busquen un nuevo estatus para Catalunya
El mensaje del PSC no llega. Está estancado, o en franco retroceso. La apelación al diálogo no está siendo respondida por los principales actores. Y, en realidad, puede tener un defecto: la dirección de los socialistas catalanes, ¿qué desea en realidad? ¿Qué haya una consulta soberanista, o evitarla con subterfugios, aunque se demuestre que desea que se celebre? Es la complejidad del PSC, provocada, al margen de los errores de sus dirigentes, por la propia situación que vive Catalunya, y que responde al guión que ha trazado el movimiento soberanista: o independentista o ‘unionista’, un vocablo nuevo en la política catalana, importado de la situación de hace unos años en Irlanda del Norte. Casi nada.
El primer secretario del PSC, Pere Navarro, trató este viernes de buscar una tercera vía que no llega, en un encuentro con los diputados socialistas. Tras reconocer que la cadena humana de la Diada fue una jornada de gran movilización “cívica y pacífica”, Navarro reclamó a Mariano Rajoy y a Artur Mas que no se enroquen y que se establezca una negociación “sincera” que lleve a un nuevo estatus para Catalunya.
Obsesionados con 2014
Navarro reclamó que no se le ponga fecha a la consulta, y que se abandone la idea de celebrarla en 2014. “Estamos obsesionados con la fecha”, aseguró, para reclamar que la prioridad es situar la fecha del diálogo, pero no para su finalización. Eso expresa algo que comparte una parte de Convergència, no menor –aunque no su dirección– que desea ganar tiempo y ver cómo va evolucionando el Gobierno español y la propia situación económica y social.
Sin embargo, ello denota un hecho. Un dirigente socialista apunta que siempre se puede pedir un fin que se sabe que no se conseguirá. Es decir, el PSC reclama una consulta acordada con el Gobierno del PP, y la pide, ¿porque sabe que el Gobierno español nunca lo aceptará, como demostró este mismo viernes la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y le comunicará por carta Mariano Rajoy a Artur Mas en las próximas 48 horas?
Pedir la luna
Por ello, otros dirigentes, encuadrados en esa siempre complicada definición de catalanistas, piden la luna para poder alcanzar un mejor jardín cerca de casa. Por ello reclaman acercarse a las tesis de CiU y ERC, o haber participado como partido en la Via Catalana –aunque no se comparta el fin de la independencia– para obligar a Mariano Rajoy a moverse. Es decir, con el susto se reacciona, con la mano tendida, se puede acabar humillado y apartado.
Pero todo eso son estrategias. Y lo que trata de ofrecer Navarro es un proyecto que suscite la confíanza de los catalanes, exigiendo también al PSOE, y a Alfredo Pérez Rubalcaba, que se mueva con más celeridad.
Respeto a todos
«No sirve que las partes se enroquen, que el Gobierno se enroque en la Constitución cuando ésta debe dar respuesta al problema, y tampoco sirve que el Govern se enroque diciendo que la otra parte no escucha», afirmó Navarro, tras defender una reforma federal para el encaje de Catalunya en España que reconozca su «singularidad» y una mejor financiación.
Navarro aseguró que respetaba tanto a los que “quieren romper» como a los que “quieren recentralizar», pero a los dos sectores les avisó que es necesario «evolucionar» en la relación actual entre Catalunya y España, porque existe un “gran malestar».
¿Traducción de todo ello? Una cierta ignorancia por parte de todos, pese a considerar Navarro que ahora el proyecto del PSC sí es claro. Porque la disyuntiva que se ha creado es entre “independentistas y unionistas”.
El caso de Duran
Desde Panamá, donde se encuentra en viaje oficial, Josep Antoni Duran Lleida, escribía su carta a los militantes de Unió Democràtica y apelaba a no hacer una división entre “buenos y malos catalanes” en función de su defensa o no de la independencia de Catalunya.
Es el mismo caso que Navarro. Duran ha estado fuera esta semana de Catalunya, por motivos profesionales, representando al Congreso de los Diputados, como miembro de la comisión de exteriores. Pero lo que ha ocurrido es que sus tesis, como las de Navarro, no tenían espacio en la que ha sido la ‘semana grande’ del independentismo.