Illa y el concierto: los socialistas se venden al fin a la derecha nacionalista de Pujol y Mas
Lejos de ser una victoria sobre el independentismo, los socialistas han perdido finalmente ante él. El Procés empezó en 2012 con la pataleta del nacionalismo catalán porque no se le concedía el concierto económico y termina en 2024 con el Gobierno concediéndoselo porque “es bueno para España”
Salvador Illa será presidente de la Generalitat este agosto gracias a los votos de ERC y Comuns. Su investidura no es, como repiten los altavoces de la izquierda, la victoria final del constitucionalismo sobre los independentistas tras 14 años de ‘procés‘ y gobiernos separatistas.
Todo lo contrario, el socialista alcanza la Generalitat porque el PSC, el PSOE y toda la órbita de la izquierda han sucumbido, rendido y abrazado finalmente las grandes tesis de la derecha reaccionaria nacionalista catalana con la propuesta de un concierto económico para Cataluña al estilo de País Vasco y Navarra.
El golpe catalán arrancó con la pataleta de CiU porque no le daban un concierto económico, y termina con el Gobierno de Sánchez entregándoselo porque “es bueno para España”.
Los motivos de Sánchez para aceptar esta cesión son simples, binarios y conocidos: mantenerse un poco más en el poder. Pero es importante poner en cuarentena el nuevo y flamante argumentario de la izquierda sumisa que acepta el cupo catalán porque “federaliza” y porque es un “concierto solidario”.
Por mucha literatura que se quiera escribir, los conciertos económicos son por definición instrumentos cedidos a la región rica para controlar y minorar sus aportaciones a la solidaridad. Hay que poner en cuarentena cualquier opinión que proceda de la izquierda intentando justificar el cupo como un instrumento de federalismo.
Es materialmente imposible que asturianos, extremeños o valencianos no vayan a verse perjudicados en el largo plazo por la aplicación y extensión del modelo foral en España. Cualquiera que diga lo contrario, miente.
Me permito reventar un off the récord de hace 14 años porque se trata de una conversación con alguien que ya está a años luz de la vida política. Francesc Homs fue el ideólogo de la propuesta de concierto económico de CiU que Artur Mas llevó a Mariano Rajoy en 2011 y cuya negativa desencadenó la fatalidad del Procés.
Homs me dijo entonces: “que nos den la gestión de los impuestos y un cupo con el nivel de solidaridad que hay ahora; ya nos ocuparemos de este tema (la aportación a la solidaridad) más adelante”. Ahora PSC y ERC han dicho lo mismo en un documento disfrazado de progresismo.
No se puede explicar mejor la falacia del “concierto solidario” y por qué hay que poner en cuarentena a toda la izquierda (sobre todo catalanista) que hace martingalas para justificar lo injustificable en el ámbito de la redistribución territorial.
En el reflejo del País Vasco
Sería un éxito para el nacionalismo catalán el establecimiento de un concierto económico para Cataluña que fijara en la actualidad una cuota de solidaridad de 5.000, 10.000 o 20.000 millones de euros, sea la que sea ahora en la actualidad y según el cálculo conveniente para unos u otros.
Lo cierto es que los independentistas saben que es una carrera a largo plazo en la que deben mirarse en el espejo del País Vasco. Sea primero por ETA o, después, porque la realidad es que el 60% de los años en democracia han dependido parlamentariamente de los votos nacionalistas, ningún gobernante español se ha atrevido, no ya solo a eliminar el concierto Vasco o el convenio navarro, sino simplemente a encauzarlo en el terreno de la verdadera solidaridad.
A lo largo de los años, el rigor económico y fiscal del cálculo del cupo se ha enturbiado en el oscurantismo de la política, donde nadie sabe exactamente por qué aportan los territorios forales tan poco y tan mal al modelo autonómico. ERC (y Junts) sabe que solo les toca esperar que pasen los años para ir erosionando, legislatura a legislatura, la aportación “a la solidaridad” (primera victoria discursiva del nacionalismo).
«Los conciertos económicos son por definición instrumentos cedidos a la región rica para controlar y minorar sus aportaciones a la solidaridad»
Es impresionante que el futuro de la redistribución fiscal en España vuelva a ser cosa de dos, del PSC y ERC, como aquel tripartito de 2006 que impuso a Zapatero vía Antoni Castells (PSC) el vigente sistema de financiación. Cataluña y la supuesta “izquierda catalana” se lo impusieron al resto de los españoles como pretenden hacerlo ahora.
Con el sistema de financiación que impuso el tripartito, Cataluña buscaba, como ahora reza el acuerdo PSC-ERC, “ampliar la capacidad normativa de las CCAA”, concretamente cediendo los impuestos que descansaban sobre la actividad inmobiliaria, como el AJD y el ITP. Estas figuras eran entonces una auténtica golosina para cualquier gobierno autonómico que veían el fulgor del boom del ladrillo pero que no disfrutaba fiscalmente de él.
La avaricia autonómica, la de Cataluña en primer lugar, les llevó a desear su control vistiéndolo de más “descentralización”. Pero entonces, hay vino la burbuja y la gran crisis y llegaron los llantos, y el rescate definitivo de las finanzas regionales por parte del Estado. El nacionalismo pronto pasó pantalla y reclamó el concierto económico. Si fuera verdadero “federalismo”, Cataluña habría asumido responsabilidad (fiscal): no lo hizo y su respuesta fue meter a España en una crisis constitucional atroz.
Pagarle a Cataluña
Es impresionante, también, que después de cinco años de matraca prospectiva y de comisionados en políticas públicas diciéndonos que los problemas de los españoles son la España vaciada, el envejecimiento, la calidad de los servicios públicos, la desigualdad, el cambio climático…el Gobierno de Sánchez vuelva a resolver el gran instrumento de distribución fiscal y económica en España (la LOFCA) como un simple pago a los nacionalistas catalanes para mantenerse en el Gobierno. (Sánchez lleva seis años diciendo que ha pacificado Cataluña y, por algún incomprensible motivo, no hay mes en el que no esté pagando nuevas prebendas).
Y es un insulto a la inteligencia que quienes justifican que el concierto federaliza porque “aumenta la capacidad normativa” sean los mismos que están legislando por tierra, mar y aire contra la Comunidad de Madrid y su política de impuestos bajos.
En pocos días se conocerá el impacto entre CCAA de la financiación autonómica en el ejercicio de 2022, que hace anualmente Fedea. En 2021, Cataluña tuvo una financiación por habitante que se encontraba rozando la media, en el 99,7 de un índice 100.
«Sánchez vuelve a resolver el gran instrumento de distribución fiscal y económica en España como un simple pago a los nacionalistas catalanes para mantenerse en el Gobierno»
Un auténtico desmentido a todos los políticos y tertulianos sanchistas que acaban de descubrir que Cataluña está mal financiada y justifican el concierto. “Shame on you”. Quienes están realmente infrafinanciados, probablemente lo seguirán siendo tras el trueque.
Se corre también el riesgo de aceptar el bulo según el cual el concierto es un tema menor porque lo importante es que gobernará el socialismo en Cataluña y se habrá superado el ‘procés‘ independentista. Es tan así como decir que se supera el nazismo invadiendo Polonia o a la ultraderecha encerrando a los inmigrantes.
La realidad es que el actual estado de la situación no es un fracaso del independentismo sino su victoria, que ve como el supuesto constitucionalismo ha terminado abrazando sus tesis. La duda para politólogos es si el PSC ha terminado comprando las tesis de Pujol o si no ha sido siempre una formación nacionalista con desprecio a extremeños, andaluces y ‘manchegos’.
Un respiro para ERC
Lo más probable es que el concierto económico de Cataluña nunca vea la luz. Sacarlo adelante implicaría un insostenible agravio comparativo con Madrid que difícilmente soportaría España tras seis años de sanchismo. España se aguanta fiscalmente sobre Madrid y Cataluña.
Lo más probable es que ERC haya firmado esto sabiendo que no irá a ningún lado, pero que le permitirá dos años hasta recomponerse orgánica y electoralmente, y entonces tumbar el gobierno catalán de Illa por no cumplir los acuerdos, y quizás con suerte con Puigdemont retirado de la primera línea política.
Pero el daño ya está hecho porque, una vez más, el socialismo vuelve a sembrar una futura crisis territorial con promesas irresponsables para mantenerse unos minutos más sobre el terreno.