Iglesias se abraza al acuerdo de la UE pese a la exigencia de reformas

El vicepresidente segundo interpreta que la UE pone "condiciones blandas" para acceder a las ayudas y que el Gobierno no debe hacer recortes

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Pablo Iglesias ha celebrado este martes el acuerdo alcanzado en la cumbre de la UE para activar un plan billonario diseñado para salir de la recesión provocada por la pandemia del coronavirus. Aunque la UE ha suscrito la necesidad de acometer reformas estructurales, el vicepresidente segundo ha concluido que la creación de eurobonos «servirán para afrontar esta crisis de forma distinta, sin recortes».

La interpretación del líder de Podemos es que este acuerdo supone un espaldarazo para el gobierno de coalición, puesto que gracias a los 140.000 millones a los que podrá acceder España podrá continuar aplicándose su programa. «Significará un enorme estímulo para continuar con las transformaciones», ha escrito Iglesias en sus redes sociales.

Iglesias ha orillado por completo que todos los países de la UE deberán presentar planes de reformas e inversiones a la Comisión Europea, un paso imprescindible para examinar si están cumpliendo las recomendaciones económicas anuales y si están dirigiendo sus políticas hacia el crecimiento, el empleo, la transición ecológica y digital.

Primer obstáculo: mayoría cualificada 

Estos planes, de hecho, deben ser apoyados por una mayoría cualificada en el Consejo de la UE de al menos quince países miembros que representen el 65% de toda la población de la UE. 

A continuación, el desembolso de cada tramo de ayuda dependerá después de verificar que se están cumpliendo los objetivos acordados para lo que la Comisión pedirá la opinión de los Veintisiete a nivel técnico.

Segundo obstáculo: freno de emergencia

En el caso de que uno o varios países denuncien incumplimientos, podrán elevar el asunto a una cumbre de líderes comunitarios, de tal manera que los pagos se paralizarán hasta que aborden la cuestión.

Este sistema, bautizado como «freno de emergencia», se ha implementado para satisfacer a Holanda, que inicialmente pedía derecho de veto sobre las reformas propuestas por otros países, algo a lo que se negaban el resto de los Veintisiete.

Iglesias ha quitado importancia a ambos obstáculos porque hay visto en ellos un seguimiento que tendrá «un carácter político y no técnico, ya que será el Consejo Europeo quién decidirá sobre la continuidad del programa». «Podemos hablar de una condicionalidad blanda», ha considerado.

 

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