Esta red internacional de propaganda independentista descoloca a la Moncloa
Diplocat y ANC extienden sus tentáculos en todo el mundo con esta red de asociaciones, periodistas afines y universidades
¿Artur Mas en Oxford? ¿Carles Puigdemont en Harvard? ¿Artículos de Carme Forcadell en The New York Times? ¿La visión de Neus Munté en Newsweek? El soberanismo ha logrado crear una red internacional extensa con la que compensar el vacío institucional que los gobiernos de todo el mundo le han propiciado. La trama, de vínculos cruzados, no se apura influir en el extranjero: Pretende aumentar el peso interno del soberanismo en Cataluña, consiguiendo elevar el orgullo de comunidad y la presión frente al gobierno español. Para ello, el Govern ha utilizado dinero público, con organizaciones de las que ya dispone. Pero también ha establecido, gracias a colaboradores muy variados, contactos multilaterales que ahora preocupan en la Moncloa.
La obstinación y paciencia del movimiento independentista ha promovido una red que quiere ser estable en el tiempo, con un mensaje reiterado: en Cataluña no se puede votar, con la defensa a ultranza del «derecho a decidir». La intención, por tanto, es vestir el independentismo como un movimiento netamente democrático y, en consecuencia, se pretende arrinconar a España como un país con “baja calidad democrática”. Lo reitera el propio Puigdemont. ¿Cómo lo logran?
Los pilares de todo este entramado es el Diplocat, el servico diplomático del gobierno catalán, que dirige su secretario general, Albert Royo, y ANC Internacional, la rama exterior de la Asamblea Nacional Catalana. A partir de aquí, siempre con el mensaje central de que se trata de una “cuestión de democracia”, se articulan numerosas asociaciones, todas interrelacionadas. Una de ellas es la Fundació Catdem, que depende del Pdecat, y antes de Convergència, en el centro ahora del caso Palau por, supuestamente, recibir donaciones de empresas privadas, a cambio de concesión de obra pública por parte del Govern.
El soberanismo no descansa, al margen de la coyuntura política y de la posibilidad de convocar o no el referéndum
Catdem está relacionada con Intransit, que está vinculada, a su vez, con FOCIR, la Federació d’Organitzacions Catalanes Internacionalment Reconegudes. FOCIR se relaciona con el CIEMEN (Centre Internacional Escarré per a les Minories Ètniques i les Nacions), que tiene contactos con CONSEU (Conferencia de Naciones sin Estado de Europa Occidental), información que fluye a través de Nationalia (una web sobre todos esos movimientos), y que articula el Worldwide Network on Collective Rights of Peoples, relacionada con Racó Catalá y otros digitales a los que da cobertura el gobierno catalán.
Se trata de una maraña bien orquestada que tiene otros complementos. FOCIR, por ejemplo, se relaciona con el Diplocat y también con el Casal dels Països Catalanas de Buenos Aires, que se coordina con la FIEC (Federació Internacional d’Entitats Catalanes), la Agencia INCAT, los Casals Catalans en Latinoamérica y Catalans al Món. Todo se ha logrado coordinar, con la premisa de que el movimiento independentista necesita complicidades internacionales, o que, por lo menos, se debe hacer conocer que en Cataluña existe un movimiento “democrático” que aspira a tener un Estado propio.
Boix, Galí, Graupera
La tela de araña no tiene fin. La ANC tiene una relación estrecha con Help Catalonia, voluntarios que difunden a través de las redes sociales el mensaje soberanista; con la Catalan News Agency, que tiene relación directa con la Generalitat a través de Intracatalònia, SA, –que es la propietaria de la ACN (Agència Catalana de Notícies)– con el Col·lectiu Emma, Tirabol y la Xarxa Digital Catalana, o con el Col·lectiu Wilson. Estas últimas organizaciones establecen los vínculos con las universidades y entidades extranjeras con profesores que hacen de puente y que son protagonistas de diversas campañas como Carles Boix o Jordi Galí, de la Catdem, o Krystyna Schreiber, que es la gerente de Kommunika Cat –la que establece relaciones con el German Institute for International and Security Affairs para las embajadas catalanas en Austria y Alemania y el Diplocat.
Otro elemento de suma importancia para el movimiento, debido a su gran actividad y su prepación, es el periodista Jordi Graupera, un militante del soberanismo, a través del Catalan Institute of America, desde su posición en Nueva York como profesor. Esa militancia, esa voluntad de llevar el mensaje hasta el último rincón, ha provocado una gran perplejidad en el gobierno central, que no puede ahora improvisar una red similar, y busca en los últimos meses un mayor esfuerzo por parte del cuerpo diplomático.
La voluntad de llevar el separatismo hasta el último rincón provoca una gran perplejidad en el gobierno central, que no puede ahora improvisar una red similar
El soberanismo no descansa, al margen de la coyuntura política y de la posibilidad de convocar o no el referéndum de autodeterminación que reclama Puigdemont. Así, la Escola de Administració Pública de Catalunya y el CREI (Centre de Recerca en Economia Internacional de la UPF), que impulsó el catedrático de economia y ex consejero de economía, Andreu Mas-Colell, han trabajado con profesores para difundir trabajos específicos. También se han establecido contactos con otros profesores como Jorge Cagiao Conde, de la Université François Rabelais de Tours o Gennaro Farraiuolo de la Università di Napoli Federico II. Los dos han defendido el “derecho a decidir”, y han participado en obras conjuntas sobre la posibilidad de celebrar un referéndum en Cataluña, junto a otros autores. Esos trabajos son difundidos, porque el soberanismo necesita que se apueste, al menos, por el derecho a decidir, con el objetivo de presionar para lograr un referéndum.
Los lazos de esas dos entidades también se han establecido con universidades, como Harvard o Princeton. Por su parte, Òmnium Cultural lidera la acción exterior del Consell Català del Movimient Europeu, con la ayuda de Marie Kapretz, la ‘embajadora’ catalana en Alemania. Y no descansa tampoco la activista Anna Arqué, como portavoz catalana del ICEC, el International Comission of European Citizens, con la defensa constante de que “esto va de democracia”.