El Rey: «No debemos caer en los extremos»
Felipe VI receta unidad y voluntad de entendimiento en su mensaje navideño para superar el bloqueo político
Ante el bloqueo, unidad, concordia y confianza en los valores democráticos. Esa es la receta del Rey para desenredar la compleja madeja política en la que está enredada España.
En los estertores de un año marcado por la atomización del espectro político y una parálisis fruto de la incapacidad de unas y otras fuerzas políticas para llegar a acuerdos, atravesado por continuas contiendas electorales y negociaciones convulsas y a menudo fallidas, el sexto mensaje navideño del reinado de Felipe VI y tenía que ser una llamada al entendimiento.
Al rey le tocaba comparecer esta Nochebuena con las espadas de la investidura de Pedro Sánchez aún en alto, así que abogó el monarca por insistir en lo mucho que a su juicio une a los españoles por encima de sus diferencias. Para Felipe VI, «todo cuanto hemos logrado» como sociedad es fruto de que millones de ciudadanos de este país «hemos compartido a lo largo de los años unos mismos valores sobre los que fundamentar nuestra convivencia, nuestros grandes proyectos comunes, nuestros sentimientos e ideas».
Valores entre los que el monarca destaca la «voluntad de entendimiento y de integrar nuestras diferencias» en el respeto a la Constitución, clave de bóveda a la que Felipe VI apeló en cuatro ocasiones, y que subrayó que «reconoce la diversidad territorial que nos define» y la vez «preserva la unidad que nos da fuerza».
Al fin y al cabo, el discurso fue una nueva loa a la transición y a los acuerdos que hicieron posible el tránsito de la dictadura al actual periodo democrático. De nuevo gracias a un «deseo de concordia que, gracias a la responsabilidad, los afectos, la generosidad, al diálogo y al respeto entre personas de ideología muy diferente, derribó muros de intolerancia, de rencor y de incomprensión que habían marcado muchos episodios de nuestra historia».
Ni «extremos» ni «autocomplacencia»
De ahí que el Rey lance una advertencia que vale tanto para las exigencias maximalistas del independentismo como para la irrupción de Vox. «No debemos caer en los extremos». Ni en eso ni tampoco «en una autocomplacencia que silencie nuestras carencias o errores, ni en una autocrítica destructiva», porque es mucho «lo que hemos construido juntos, lo que juntos hemos avanzado».
Felipe VI, demonizado por los independentistas, ya evitó el año pasado hacer referencia explícita alguna a la situación en Cataluña, a la que en esta ocasión apenas mentó una vez, enumerada en la batería de principales preocupaciones que tenemos en España, junto al deterioro de la confianza ciudadana en las instituciones o las consecuencias que para la cohesión social puede tener la revolución tecnológica.
Con la investidura de Sánchez dependiendo de ERC y a expensas de que la postura de la Abogacía del Estado sobre Oriol Junqueras satisfaga a su partido, lo del Rey de este 24 de diciembre sonó a alegato de un optimismo puramente navideño. «Confiemos en España y mantengámonos unidos en los valores democráticos que compartimos para resolver nuestros problemas, sin divisiones ni enfrentamientos que solo erosionan nuestra convivencia y erosionan nuestro futuro», recomendó. Eso y que «pensemos en grande» y «avancemos con ambición todos juntos».
Esa fue la felicitación del monarca, antes de los turrones y el cava. Después, pasada la fiesta, ya vendrá lo de seguir negociando. Y la acidez de estómago. Y la resaca.