El caso de éxito del chófer oficial que se reinventó tras su despido

Lee Redondo, el conductor del alcalde de Santa Coloma que fue fulminado por la trama Pretoria, empezó una nueva carrera al crear una fundación para enseñar kárate a niños y jóvenes conflictivos. Ahora, le llueven los premios y reconocimientos

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Los más de 220 conductores oficiales de Madrid cuyos puestos de trabajo peligran por el rechazo del nuevo gobierno de Manuela Carmena al coche oficial, tienen en José Luis (Lee) Redondo un ejemplo a seguir. El conductor y escolta del exalcalde de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) fue despedido por ser empleado de confianza de Bartomeu Muñoz, implicado en la trama corrupta Pretoria y fulminado del Ayuntamiento.

Redondo fue cesado como chófer y trasladado como trabajador municipal a una biblioteca de Can Peixauet, en el barrio del Raval, uno de los más conflictivos del municipio. Allí, Redondo, cinturón negro de primer dan en karate, encontró un mundo muy diferente al que había vivido en su coche oficial, un Volskwagen Passat de 200 caballos.

El «hermano mayor» de Santa Coloma

En la biblioteca, vio cómo sus compañeros eran acosados por un grupo de jóvenes conflictivos, que disparaban las alarmas y mantenían una actitud amenazante con los trabajadores del equipamiento.

En lugar de llamar a la policía o enfrentarse a ellos, Redondo, con su metro 84 centímetros y sus 101 kilos, tuvo una reacción muy diferente. Profesor de artes marciales en sus ratos libres, los invitó un día al río para enseñarles karate Kyokushin.

Los cinco jóvenes, que habían tenido problemas con la policía y la justicia y cuyo único destino asegurado era la cárcel, quedaron fascinados con el profesor de artes marciales que no sólo les había dedicado tiempo sino que también se había interesado por su situación familiar. Redondo quiso indagar en sus problemas personales para descubrir las causas de su agresividad. Y no tardó en descubrirla.

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                              Lee Redondo en sus tiempos de chófer-escolta.

«Fui a la casa de uno de ellos. Era un piso ocupado ilegalmente. No tenía los servicios básicos y en la nevera sólo había un yogurt marroquí para varios. Era la cena de la familia», explica José Luis Redondo, fundador del proyecto Dojo. Entonces el profesor de artes marciales, con varios alumnos campeones de Cataluña y España, supo que los jóvenes necesitaban más que clases de defensa y les ayudó con la elaboración de currículum y con la búsqueda de trabajo.

La integración

La policía vio alarmada cómo Redondo entrenaba a jóvenes peligrosos que incluso habían estado en cárceles fuera de España. Pero las artes marciales eran sólo la excusa. A través de una actividad que suscitaba su interés, logró modificar sus conductas, les despertó interés por la lectura en la biblioteca, por clases de sexualidad y por el respeto a las mujeres y a los gais. Logró una profunda transformación. Hoy, uno de los primeros chicos es camarero de un bar de la plaza de la Vila en Santa Coloma y sirve cafés a la alcaldesa y los concejales. «Si no fuese por el kárate y por él, estaría en la cárcel», afirma Faysal Boujghai.

Redondo ha transformado su proyecto en una fundación que ha ganado los premios a la mejor iniciativa de Iglesia Plural y de Club Rottary. Ahora cuenta con 110 niños y jóvenes con riesgo de exclusión, muchos de ellos mujeres. Su plan es integrarlos en sus clases regulares para lograr una mayor integración. No le faltan apoyos y ayudas de comerciantes y vecinos del barrio.

Tras seis años de culminar su trabajo chofer oficial del alcalde, Redondo sopesa la forma de que su proyecto adquiera una mayor envergadura. Cuando llegó a la biblioteca azotada por los jóvenes problemáticos, el mundo se le vino encima. Hoy, está convencido de que es una de las mejores cosas que le ha pasado. «No paro de aprender de ellos», remata.

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