El acoso inmobiliario en Barcelona toca la puerta de la zona noble
El acoso inmobiliario deja de ser un problema de ancianos y familias pobres. Un exejecutivo de multinacional sufre mobbing en una finca regia
El acoso inmobiliario en Barcelona va subiendo de los barrios céntricos cercanos a la playa hasta tocar la puerta la zona noble del Ensanche. La nueva versión de acoso no afecta a las familias sin recursos y a los ancianos sin ningún tipo de posibilidad para irse de sus viviendas, que fueron expulsados de las zonas céntricas para la conversión de las fincas en hoteles o apartamentos vacacionales.
Pero con la moratoria hotelera de Ada Colau, la presión inmobiliaria ha dado un giro. Ante la imposibilidad de crear nuevos hoteles y viviendas turísticas, la presión inmobiliaria se instala en la zona noble del Ensanche y sigue subiendo.
Eloy Jaén, un exalto ejecutivo de una multinacional de la alimentación, fue uno de los últimos inquilinos de Barcelona que firmó su contrato de renta antigua. Fue una semana antes de la promulgación de la ley Boyer, que eliminaba los alquileres de por vida.
A pesar de ganarse bien la vida, nunca se planteó comprar un piso. Él estaba encantado de su vivienda, de 145 metros cuadrados y tres habitaciones en una preciosa finca modernista de 1.920. Cuando transcurrieron más de diez años en el piso, actualizó su alquiler, pero aún así el precio está muy por debajo del mercado: 800 euros al mes.
Vivió feliz en el corazón del Eixample hasta el año 2009 cuando el propietario del piso, su vecino, le informó que quería vender el edificio. La familia Árboles, propietaria de los inmuebles de la finca, intentó hacer hoteles y viviendas turísticas, pero, tras la moratoria hotelera, han optado por construir pisos de lujo y venderlos. Con indemnizaciones relativamente bajas (unos 15.000 euros en el caso de una vecina con contrato de más de 30 años) lograron deshacerse de todos los inquilinos, menos de Eloy Jaén.
“Tengo un contrato de por vida y 63 años. Les dije que no me iría con una indemnización baja, porque tengo todo el derecho de vivir aquí el resto de mi vida. Entonces, comenzó el martirio. Han hecho obras que han convertido el piso en inhabitable. Se inundó el piso de arriba y caía agua por todos lados. Los ruidos y el polvo eran insoportables y ahora la vivienda es insalubre: está llena de moho”, explica el propietario. “Han hecho las obras, sin las precauciones necesarias, al menos, con negligencia. Me llamaron en una ocasión, casi de cachondeo, preguntándome que tal iba el tema del agua, como si estuviesen preguntando hasta cuándo pretendía aguantar”, explica el afectado.
Su abogada, Ana Gil, ha presentado una querella por acoso inmobiliario en contra de la propiedad y de la promotora, Arbal. La querella ha sido adminitda a trámite y el afectado acudirá a los juzgados a declarar el próximo viernes. Un arquitecto ha elaborado un informe en el que recomienda al inquilino no entrar a la finca por el peligro que le supone las obras generales del edificio.
Arbal, que promociona los pisos de Muntaner 29 como de lujo de 3 habitaciones, dos baños, 174 metros cuadrados y a estrenar, vende los inmuebles por cerca de un millón de euros y promete altísimas calidades en los acabados.
Los propietarios del edificio, de 3.872 metros cuadrados, intentaron venderlo por ocho millones de euros. No pudieron. Ahora intentan vender de forma individual las viviendas a través de la inmobiliaria de lujo Engel Voelkers.
Pero tiene un problema: un inquilino no está dispuesto a irse. Y, con contrato en mano, tiene derecho a permanecer allí el resto de su vida. Jerez, que estuvo a punto de llegar un acuerdo con uno de los propietarios para pactar una compensación por encima de los 100.000 euros, tuvo que marcharse de la vivienda en marzo pasado, pero sigue pagando religiosamente el alquiler, aunque no vive en ella.
“Si dejo de pagar, tendrían una excusa para echarme y eso es algo que no voy a hacer”, asegura. “Por ley, tengo derecho a vivir el resto de mi vida en el inmueble. Y la diferencia de este piso a otro similar en el mercado son unos 1.200 euros al mes que deberé pagar de más el resto de mi vida. Creo que no es lógico plantear una indemnización por debajo de los 100.000 euros”.
Este diario se ha puesto en contacto con la promotora del inmueble, Arbal SA, pero ha desistido de hacer comentarios sobre la operación.
La llegada de los fondos
Ante el parón del mercado hotelero, a los fondos inmobiliarios han enfocado sus esfuerzos en fincas de lujo. A pesar del calentón del ladrillo en la ciudad, los precios siguen siendo accesibles para los potentes inversores extranjeros. Y Barcelona tiene muchos candidatos.
Pero las firmas de inversión buscan pisos de un solo propietario. Y en el caso del inmueble de Eloy Jerez, la herencia entre casi una decena de hijos y sobrinos, junto con la promotora, complican la operación. “Ahora las obras están paralizadas. Los denuncié al Ayuntamiento porque han hecho reformas estructurales del edificio con permisos de obras menores”, explica el afectado.
Mientras la obras se dilatan, el inquilino sigue pagando su alquiler. Y tiene la intención de seguir haciéndolo porque tiene capacidad económica. Mientras, ha dejado sus cosas dentro del piso, los objetos y las obras compradas en sus viajes por el sudeste asiático mientras las paredes y el techo se llenan de moho.