El debate sobre el trasvase del Ebro resucita a las puertas de las elecciones catalanas
Algunos partidos ven en el proyecto una forma de paliar la sequía en Cataluña, mientras que otros advierten sobre su impacto en el medioambiente u optan por otro tipo de alternativas
El debate sobre el trasvase del Ebro ha vuelto a avivarse en la campaña electoral para los comicios catalanes, que se celebrarán este domingo 12 de mayo. El proyecto, que ya se puso sobre la mesa para combatir la sequía años atrás, ha vuelto a saltar a la palestra mediática a poco tiempo de las elecciones autonómicas.
La disparidad de opiniones sobre si el trasvase del río más caudaloso de España es la mejor opción para paliar los efectos de la falta de lluvias en la comunidad autónoma es evidente. Mientras que algunas fuerzas políticas apuestan fuertemente por impulsar la iniciativa, otros la rechazan por el impacto medioambiental que puede generar y algunos abogan por otras alternativas.
Una solución para atenuar la sequía
Con el objetivo de poner punto final a los problemas históricos de abastecimiento en Tarragona, se impulsó el denominado minitrasvase del Ebro hace más de tres décadas. Con un suministro de 55 hectómetros cúbicos y una longitud que supera el centenar de kilómetros, la estructura resigue la línea de la costa tarraconense.
Años más tarde, cuando la sequía volvió a agravarse, se planteó la idea de prolongar el minitrasvase hasta Barcelona, un proyecto que permitiría conectar los sistemas de abastecimiento del Ter-Llobregat con Tarragona en casos de emergencia por sequía. Sin embargo, las movilizaciones sociales que tuvieron lugar en el Delta del Ebro, sumado a las abundantes lluvias que tuvieron lugar poco después, guillotinaron la iniciativa.
El proyecto quedó empolvado en un cajón hasta que la escasez de agua y la campaña electoral han resucitado la idea de materializarlo. A pesar de que el Govern ha rechazado impulsar el trasvase, otros partidos políticos sí se han mostrado favorables a ponerlo en marcha si acaban formando parte del Ejecutivo resultante tras los comicios.
Levantamiento de la emergencia por sequía
A pocos días de las elecciones en Cataluña, que se llevarán a cabo el 12 de mayo, el conseller de Acción Climática de la Generalitat, David Mascort, anunció el levantamiento del estado de emergencia por sequía en el sistema Ter-Llobregat, que abastece a Barcelona y su área metropolitana, pero también en Gerona y su entorno.
Tras el incremento en la producción de agua regenerada y las últimas lluvias, también avanzó la eliminación de algunas de las restricciones impuestas, como el llenado de piscinas de uso público, incluidas las de establecimientos turísticos, centros deportivos y las de comunidades de propietarios.
La Generalitat de Catalunya había optado por declarar la emergencia por sequía unos meses atrás ante la situación que reflejaban los embalses que abastecen estas zonas por la escasez de lluvias. La decisión afectó a más de doscientos municipios que estaban en preemergencia y que suman en conjunto cerca de 6 millones de habitantes.
PSC, ERC, Junts, Comuns y CUP rechazan el proyecto
El presidente de la Generalitat de Catalunya y candidato a la reelección, Pere Aragonès, ha dejado bien claro su rechazo a acometer un trasvase tanto en el marco de la legislatura como en el de la campaña electoral.
«No tiene mucho sentido fiar la alimentación del área de Barcelona a la cuenca del Ebro, que también sufre episodios de sequía«, remarcó en una intervención en el Parlament tras recibir la propuesta de cuatro colegios profesionales para realizar la conexión.
«El futuro no está en proyectos de hace 50 o de 70 años», destacó durante un debate con el resto de candidatos a presidir la Generalitat de Catalunya. «Lo digo de una forma muy clara, ‘no’ porque es contrario a los criterios medioambientales», afirmó antes de afear a los otros partidos políticos que no se pronuncien sobre si aceptarían o no el trasvase, a pesar de que los republicanos no explicitan su posición en el programa electoral.
Tampoco lo hacen los socialistas, quienes apuestan porque cada cuenca hidráulica se autoabastezca, ni los posconvergentes, que defienden que la Generalitat de Catalunya cuente con la preparación suficiente para afrontar estos episodios al no producirse «de forma puntual». Por su parte, Ciudadanos aboga por construir más desaladoras y potabilizadoras.
Aragonès reprocha al resto de partidos que no aclaren si apostarían por el trasvase
Los de Jéssica Albiach también están en contra del proyecto, al asegurar que una buena gestión de la sequía pasa por «renunciar a macroproyectos», como el Hard Rock, de la misma manera que la CUP, que defiende una gestión pública del agua.
PP y Vox apuestan por trasladar el agua hasta Barcelona
Una de las fuerzas políticas que se ha mostrado claramente a favor de realizar el trasvase es el candidato del PP, Alejandro Fernández. A sus ojos, el proyecto permitiría abastecer Barcelona y la industria y la agricultura. «Un gobierno que en pleno siglo XXI es incapaz de garantizar el abastecimiento de agua para toda la población, es un gobierno fallido», afirmó para acabar defendiendo la propuesta técnica de los colegios de ingenieros y economistas de la región.
El candidato popular ha asegurado que, de no poner en marcha el trasvase, la comunidad autónoma podría entrar en una «decadencia inimaginable». Por ello, incluso se ha atrevido a poner fecha y apostar por impulsar la interconexión con el Ebro, que «utilice el agua sobrante» del consorcio de aguas Tarragona, en un periodo máximo de ocho meses.
También defiende de forma acérrima el trasvase el cabeza de cartel de Vox, Ignacio Garriga, quien culpa al PSC, Junts y ERC de que los catalanes no tengan agua, al haber gobernado durante los últimos 40 años en Cataluña sin haber impulsado «ni una infraestructura». De hecho, en su programa electoral sacan pecho de ser el único partido con la misma política del agua en todo el país.
«Defendemos en cualquier lugar de España la ejecución inmediata del trasvase del Ebro bloqueado por el socialismo, pese a las mentiras de quienes se mueven por la insolidaridad autonomista«, destacan para acabar zanjando que el «problema no es que falta agua, sino que no se aprovecha».