Concordia Cívica lamenta la ‘prudencia’ del constitucionalismo hasta ahora
Los impulsores, con Teresa Freixes al frente, pasan al ataque y quieren un mayor protagonismo y activismo social
El bloque constitucional en Cataluña cree que debe apretar el acelerador. Concordia Cívica, la plataforma que lidera Teresa Freixes, quiere dar un paso adelante para ofrecer argumentos que, frente al soberanismo, puedan convencer al conjunto de la sociedad catalana. Para ello, la entidad, que se dará a conocer el próximo 19 de enero, en un acto en el área metropolitana de Cataluña, no duda en lamentar un exceso de ‘prudencia’, de «contención».
El objetivo es ofrecer, «en positivo», una respuesta a los retos de la sociedad catalana, que debe pasar por «la libertad, el respeto a la ley y los derechos humanos». Con esos principios, Concordia Cívica espera lograr el apoyo del arco parlamentario constitucional, con contactos con el PP, PSOE, PSC y Ciudadanos, que han expresado su buena predisposición.
Gran plataforma
La intención es que Concordia Cívica sea la gran plataforma que coordine otras iniciativas, como Sociedad Civil Catalana, Empresarios por Cataluña, Grupo de Periodistas Pi i Margall o la asociación cultural Clac, además de otros proyectos, de carácter político, como Cinc, de centro-izquierda, que lidera Antonio Robles. También se sitúan en la órbita, para presentar una alternativa al soberanismo, Federalistes d’Esquerra o los sectores federalistas de CCOO, así como grupos de funcionarios y educadores.
En uno de los comunicados de Concordia Cívica, para impulsar el acto del próximo 19 de enero, se expresa un estado de ánimo que el soberanismo ha captado a la perfección. «La reacción de los constitucionalistas catalanes ha sido un ejemplo de civismo, contención y fair play. Este perfil bajo ha sido, sin embargo, tomado como un signo de debilidad, una concesión a la inevitabilidad de la independencia de Cataluña, presentada por el secesionismo como la solución a todos los males que nos rodean». Se trata de describir esa supuesta ‘mayoría silenciosa’ que no ha secundado el soberanismo, pero que tampoco se ha mostrado activa para combatirla en el terreno de las actividades y de los argumentos políticos.
Pluralidad interna
Y ese es el problema, en realidad, de todos esos colectivos que tratan de ganar fuerza uniendo voluntades. Las dudas, por ejemplo, se han vivido en Sociedad Civil Catalana. Uno de sus miembros más destacados en los últimos años, Joaquim Coll, asistirá al acto del día 19. Pero la entidad agrupa proyectos diferentes, con el apoyo de sectores próximos al PP, y a Ciudadanos, y también al PSC. A largo plazo, «el proyecto tiene un gran sentido, porque es en el terreno de las ideas, en las cuestiones de fondo, donde se debe competir con el soberanismo», asegura una fuente de la entidad. Pero a corto plazo las cosas se complican.
Si se convocan elecciones de inmediato –todo está en función de que la CUP apruebe o no los presupuestos de Junts pel Sí– el organigrama de Concordia Cívica se complica. La pluralidad de intereses saldrá a flote, con la intención del PP catalán, de Ciudadanos y del PSC de mejorar sus posiciones electorales. Los proyectos para buscar una solución al llamado problema catalán son distintos.
Por ello, para el independentismo la aparición de Concordia Cívica sólo tiene un sentido: «preparan la campaña del ‘no’ para el referéndum», sostiene una fuente nacionalista. Es decir, han entrado en el terreno de juego del soberanismo, que desea como agua de mayo que alguien tome la bandera del ‘no’ para legitimar una posible consulta.
Enseñar los dientes
Concordia Cívica no esconde esa posibilidad. Pero quiere trabajar para que se difumine el referéndum. Si se llega a organizar, sólo podrá ser a partir de una reforma de la Constitución, y con un acuerdo con el Gobierno central. Nadie cree, sin embargo, que ese escenario esté cerca.
La voluntad ahora es enseñar los dientes, mostrar que hay alguien «en el otro lado». Así, se sostiene que «no obstante, de forma gradual y emergente, la sociedad civil se ha ido reagrupando alrededor de la creencia firme de que lo que les une es más y mejor que lo que nos separa, y partiendo de este convencimiento, constatamos que corresponde a la ciudadanía restaurar el tejido social catalán que el poder nacionalista ha empobrecido a propósito».
Tampoco deja de lado una crítica severa al Govern de la Generalitat. «En los últimos años, sin reconocer sus propios errores, el gobierno catalán ha acelerado, huyendo hacia adelante, gobernando de forma sectaria y no para todos los catalanes, poniendo en riesgo la convivencia y los derechos con los que nos dotamos al lado de los otros españoles, en 1978, persiguiendo una utopia independentista basada en la confrontación con nuestros conciudadanos españoles y en la fractura interna que estamos constatando».