¿Catalunya debe mejorar la financiación o reducir el déficit fiscal?

El principio de ordinalidad es el objetivo que todavía está lejos de cumplirse

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El movimiento independentista se ha aferrado al déficit fiscal para defender sus tesis. El presidente de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras, repite una y otra vez que el Govern no debería recortar en el presupuesto de 2014 si tuviera una buena parte de los recursos, que, a su juicio, se queda la administración central y que son de todos los catalanes.

Pero las balanzas fiscales y la financiación de una autonomía son dos cosas distintas, aunque estén, lógicamente, relacionadas. Por eso el estudio que prepara el investigador del CSIC, Ángel de la Fuente ha indignado a esos colectivos soberanistas. A De la Fuente le interesa si la Generalitat tiene los recursos suficientes para prestar servicios en función de sus competencias.

Y asegura que está en la media del resto de autonomías. Aunque eso supone un problema que se verá más adelante.

Lo que se aporta y lo que se recibe

La balanza fiscal lo que hace es cuantificar lo que aporta un territorio, pero no sólo un gobierno de ese territorio, –como apunta la profesora de Hacienda Pública de la UB, Maite Vilalta en uno de sus últimos informes—a la administración central, y lo que recibe ese territorio (no sólo un gobierno de ese territorio) de la misma administración central.

Y el modelo de financiación del Gobierno de la Generalitat representa sólo un tercio del total del déficit fiscal que tiene Catalunya con la administración central. Las otras dos partes vienen determinadas por la inversión que hace la administración central en Catalunya, el subsidio de paro que cobran los ciudadanos catalanes, las oscilaciones de las pensiones que se perciben, o el volumen de las subvenciones que reciben los municipios catalanes por parte de la administración central.

El 5% o el 8% de déficit fiscal

Con el nuevo modelo de financiación que se pactó en 2009, y que está en vigor, la Generalitat obtuvo 2.421 millones adicionales, y se redujo el déficit fiscal en un 1,2%, pasando a ser del 8,4% del PIB según el modelo del flujo monetario, y algo más de 5,5% según el de carga-beneficio.

Si es mucho o poco ese déficit se deberá comparar con otras realidades en otros países con características similares.

Pero si nos centramos en el modelo de financiación reparamos en el problema inicial. Estamos hablando del problema de la administración autonómica, y si la Generalitat puede o no atender a sus ciudadanos prestando servicios en función de las competencias asumida, si tiene autonomía financiera, y si se considera un sistema justo en relación al resto de autonomías.

Ocho autonomías por encima

El objetivo que el catalanismo en su conjunto se planteó hace unos años fue que se cumpliera el principio de ordinalidad. Es decir, que la autonomía que partiera en primer lugar en capacidad fiscal no perdiera esa posición después de aportar recursos en el fondo de solidaridad.

Catalunya es la tercera en capacidad fiscal, por detrás de Madrid y Baleares, pero acaba con ocho autonomías por encima después de la igualación. De la Fuente defiende que el sistema se debe modificar, para evitar esas distorsiones.

Catalunya puede estar en la media, pero no se cumple el principio de ordinalidad que se perseguía.

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