La Cataluña de Illa: del bochorno de Puigdemont al acoso fiscal a los empresarios

Cataluña seguirá siendo hostil para los empresarios. Vuelve el tripartito de izquierdas, sellado con subidas de impuestos y restricciones empresariales. Todo ello en una autonomía fallida, donde el show de Puigdemont enseña que la independencia policial ha sucumbido.

Foto: David Zorrakino / Europa Press

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Salvador Illa ha sido investido este jueves presidente de la Generalitat de Cataluña en una nueva jornada de bochorno en la política catalana, marcada por el prófugo prestidigitador de Carles Puigdemont, demasiado caprichoso como para acatar la investidura de un socialista, y demasiado cobarde como para dejarse detener y ponerla efectivamente en riesgo. Su aparición y fuga demuestra sin embargo que Cataluña es una autonomía fallida donde la eficacia policial ha sucumbido a las servidumbres políticas, todo ello acompañado por un Estado tan desaparecido del territorio como reacio a volver, gracias al esfuerzo del Gobierno de Pedro Sánchez.

Pero quienes defienden que se abre una nueva etapa política en Cataluña lamentablemente obvian que cambia el ‘president’ pero que las mayorías que lo permiten son las mismas, y con los mismos principios: subir impuestos siempre que se pueda y obstaculizar cualquier proyecto empresarial que pueda sacar a Cataluña del principio de decrecimiento en el que se encuentra.

Los empresarios catalanes, obnubilados como mosquitos con la luz con la promesa de un concierto económico para Cataluña, no tardaron mucho tiempo en darse cuenta de que lo que vuelve es el tripartito de socialistas con republicanos y comunistas.

Los que subieron el IRPF; los que llevaron el impuesto de Patrimonio y Sucesiones a las mayores cotas en España; los que sablaron la actividad inmobiliaria con los impuestos ITP y AJD; los que han investido numerosos tributos sobre cualquier actividad económica que asome la cabeza.

Son los mismos; ERC e Iniciativa/Comuns obligaron primero a Maragall y a Montilla, y luego se lo hicieron a Artur Mas, a Torra y Puigdemont con el concurso de la CUP. Hay quienes se esfuerzan en justificar que Cataluña tiene los impuestos altos porque Madrid los ha bajado mucho.

Concierto económico

Lo cierto es que el infierno fiscal catalán lo es porque así lo ha exigido la izquierda independentista durante 10 años para avalar y permitirles a los convergentes seguir gobernando Cataluña durante los años del Procés.

Los empresarios y ejecutivos catalanes piensan que el nuevo gobierno del PSC traerá un concierto económico que permitirá desarrollar un oasis económico como en el País Vasco, pero lo cierto es que el cupo catalán tiene pocas opciones de ver la luz, porque no existe mayoría política en España capaz de llevarlo a cabo con la necesaria inteligencia política (véase la chapuza de la Ley de Amnistía).

Alejar al empresariado

Para lo que sí hay mayoría es para blindar en Cataluña un régimen fiscal hostil al empresariado y a los altos ejecutivos, así como una negativa sólida a nuevos proyectos empresariales: los acuerdos suscritos para la investidura de Salvador Illa obligan a no bajar impuestos en ningún caso y a vetar operaciones económicas como el Hard Rock Café de Tarragona o la ampliación del Aeropuerto del Prat.

Como ejemplo, el Ayuntamiento de Barcelona. Un año después de la llegada del socialista Jaume Collboni, no se vislumbra un giro que reviva las inversiones en la ciudad condal, y algunas de sus medidas, como prohibir todo el negocio de los apartamentos turísticos, recuerdan a la peor Ada Colau.

El gobierno del PSC en Cataluña (que probablemente termine siendo un tripartito con ERC y Comuns después de unos meses) no logrará convertir el entorno económico catalán en algo ‘business friendly’ con el que pueda volver a competir con la Comunidad de Madrid por el simple hecho de que para llevarlo a cabo necesita hacer cosas que la nueva mayoría en Cataluña no quiere.

«Hay quienes se esfuerzan en justificar que Cataluña tiene los impuestos altos porque Madrid los ha bajado mucho»

A cambio, confían en que sea el Gobierno de España el que iguale las cosas con Madrid a base de intervenir y derogar las políticas económicas que ha llevado a cabo el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, mediante armonizaciones y vetos constitucionales. Cataluña no será terreno fértil para invertir, pero Madrid tampoco.

La llegada de Salvador Illa quizás logre frenar la psicodélica política económica de los últimos gobiernos catalanes, pero en ningún caso va a revertirla porque ERC sigue estando ahí. De momento, desaparece Puigdemont, tras un numerito difícil de entender en el que apareció en Barcelona con mucho efectismo pero sin ningún efecto político. La intención de Puigdemont es básicamente evitar que se hable de Salvador Illa.

El show de este jueves muestra además que Junts (antigua CiU), y naturalmente Puigdemont, están perdidos como fuerza del centro derecha pro libertad económica y su papel en los próximos meses será replicar el bochorno independentista en el que sumió ayer a la política catalana.

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