Miquel Rodríguez: «Barcelona debería intentar ser Silicon Valley»
ENTREVISTA | El comisionado de la Agenda 2030 del Ayuntamiento de Barcelona, Miquel Rodríguez, avisa: "Necesitamos nuevos hábitos para cumplir la agenda""
Este 25 de septiembre se cumplieron cinco años desde que los 193 estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) suscribieron los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Conocida también como la Agenda 2030, la iniciativa plantea una serie de retos que la pandemia del coronavirus ha demostrado urgentes, según el Ayuntamiento de Barcelona, que se hace eco de las conclusiones más recientes a las que ha llegado el consejo académico asesor creado por el gobierno municipal para alcanzar los ODS en tiempo y forma.
El gobierno municipal de Barcelona cuenta también desde esta legislatura con la teniente de alcaldía de Agenda 2030, Laia Bonet, y con el comisionado de la Agenda 2030 del Ayuntamiento, Miquel Rodríguez. En entrevista con Economía Digital, Rodríguez explica el potencial de los ODS desde el punto de vista de Barcelona, que a su juicio tiene valiosas herramientas para que la capital catalana aspire a convertirse en un potente centro de innovación mundial.
La agenda 2030 sobre el desarrollo sostenible parecía más cosa de gobiernos a escala nacional. ¿Lo es también a escala municipal?
A nivel español, en Barcelona somos pioneros en el ámbito municipal. A nivel internacional hay otros casos, como Brístol o Nueva York. A nivel autonómico o nivel de Gobierno en España ya existía la alta comisionada para la Agenda 2030 y ahora una secretaría de Estado. Pero, sí, desde el punto de vista nacional y local, Barcelona es pionera.
En estos meses como comisionado, ¿cómo ha sido la coordinación con la Generalitat y el Gobierno?
Ha habido mucha fluidez en el diálogo con la Generalitat y con el Gobierno de España con respecto a la voluntad de alcanzar esta Agenda 2030. Las tres instituciones hemos declarado de forma muy clara que queremos alcanzar la Agenda 2030. Cuando entras en los tecnicismos de los ODS, no es posible conseguirlos sin una colaboración entre todos. Precisamente, el objetivo número 17 habla de alianzas y hay que entenderlas también entre las instituciones y entre los ciudadanos.
¿Cómo valora estos primeros cinco años de la Agenda 2030 enfocándose en Barcelona?
Barcelona como tal formalmente no es hasta esta legislatura que crea la figura de comisionado, pero claramente ha sido un referente en sostenibilidad. De hecho, previo a la Agenda 2030 estaba la Agenda 2021 y Barcelona fue pionera y a raíz de ese trabajo tenemos una red de organizaciones con casi 3.000 entidades, empresas y escuelas, que trabajan para que haya una consciencia muy fuerte. Barcelona ya lleva unos cuantos años desarrollando planes y programas totalmente alineados con la Agenda 2030 en asuntos como la exclusión social o la emergencia climática. La comunicación de la voluntad de crear una Barcelona alineada con el Green Deal o el plan de choque para la inclusión digital son ejemplos muy claros de políticas totalmente enmarcadas en los ODS.
¿Puede profundizar en el plan de inclusión digital?
Lo presentamos en agosto y queremos que sea un plan de choque para reducir la brecha digital. Creo que hemos sido todos muy conscientes durante la pandemia de que las igualdades que teníamos se han remarcado mucho más en el entorno digital. No es solo una cuestión de conectividad, sino de reducir desigualdades en el entorno digital. También queremos trabajar desde la red de ateneos de fabricación, que son espacios de coworking; inauguramos uno nuevo en Gràcia y vamos a reforzar los que ya tenemos para poder facilitar su uso. Otro elemento: la inclusión digital. Trabajamos conjuntamente con Barcelona Activa y la Fundació Pare Manel para ayudar a colectivos a que incorporen el ámbito digital en su día a día.
El barómetro de septiembre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) revela que el 70% de los españoles no ha oído hablar de la Agenda 2030. ¿Es un problema de branding o marketing? ¿Se ha tardado en la divulgación de los ODS?
Que el 30% conozca los objetivos es una cifra que tenemos que incrementar. Pero estamos en una sociedad hiperinformada, hipercomunicada, por lo que algunos mensajes tal vez no llegan. El problema no es conocer la Agenda sino lo que está detrás. Si lo enfocamos en este sentido estoy convencido de que el conocimiento es mayor que ese 30%.
También, según el CIS, para los españoles «desarrollo sostenible» es tener en cuenta a las generaciones futuras en las decisiones que tomamos hoy y cuidar el medio ambiente. Asimismo, los encuestados piensan que urge erradicar la pobreza y combatir el cambio climático, y creen que la falta de voluntad política y la corrupción institucional lastran la consecución de estos objetivos. ¿Cómo valora estas percepciones?
Es muy importante que la respuesta con más alto porcentaje es que el desarrollo sostenible es tener en cuenta a las generaciones futuras, porque se toma consciencia de la envergadura del concepto y de la necesidad de cambios estructurales. Sobre la voluntad política, todo es política. La voluntad tiene que nacer y salir por parte de las instituciones y también por parte de la ciudadanía. En los últimos años ha habido un cambio muy claro desde el punto de vista político porque hay voluntad del Gobierno de España, las comunidades autónomas y el Ayuntamiento de Barcelona. Pero creo que si nos centramos en la pregunta Agenda 2030 concertamos mucho la respuesta y en este sentido creo que hace que la percepción de alcanzarla se vea menos reflejada. Si observamos el nuevo plan de lucha contra el clima o el ingreso mínimo vital, por ejemplo, todas estas políticas están alineadas con la Agenda 2030.
¿Es la Agenda 2030 una hoja de ruta todavía más urgente y clara en el mundo post-pandemia?
La Agenda 2030 tiene un componente muy específico: la triple sostenibilidad, y para mí es la gran característica diferencia respecto a anteriores agendas. Son propuestas y soluciones que cumplen a la vez la sostenibilidad ambiental, la sostenibilidad económica y la sostenibilidad social; puede ser una obviedad, pero no forzosamente.
Con respecto al mundo post-pandemia, con el confinamiento fuimos a resolver lo inmediato. Pero una vez nos pusimos todos a resolver estos elementos nos dimos cuenta de la importancia de la Agenda 2030 y por qué el confinamiento seguramente ha puesto frente a nosotros una serie de desigualdades y retos (educación, sanidad, desigualdad, género, etc). En este sentido, estos retos que nos plantea la pandemia no son nuevos. Claramente ya están en la Agenda y lo que ha hecho la pandemia ha sido quizá cambiar el orden de prioridades.
Se habla mucho del potencial de Barcelona en el campo de la innovación, pero el concepto se hace grande. ¿Hablamos de convertirla en el Silicon Valley del Mediterráneo?
Innovación, para mí, es hacer las cosas de forma diferente y que generen un impacto más positivo en la sociedad. A partir de aquí puedes tener innovación social, digital, de cualquier tipo. Barcelona tiene un ecosistema muy potente, no es porque lo diga yo; hay ránkings que apuntan que tenemos una red de universidades y escuelas de negocio que están entre las primeras de Europa y del mundo, depende de qué campo. Tenemos centros de investigación también muy potentes y un ecosistema empresarial que ha ido creciendo y que ha crecido mucho desde el punto de vista del emprendimiento y la innovación digital. Decir que Barcelona es el Silicon Valley es un poco precipitado, pero decir que debería intentar serlo es totalmente adecuado.
Usted viene de trabajar en el campo de las alianzas público-privadas. ¿Qué oportunidades brinda la Agenda 2030 en este sentido?
La Agenda 2030 impulsa colaboraciones público-privadas mucho más beneficiosas para todas las partes. Han tenido una mala prensa, esto no lo negaremos, porque seguramente hay ejemplos de casos reales que no han sido lo beneficiosas que deberían ser. Lo que aporta la Agenda 2030 es un marco en el cual garantiza una voluntad de unas colaboraciones más beneficiosas para todos. Desde la ONU se habla de alianzas público-privadas «people first». Las personas primero. Estas colaboraciones no solo tienen que ser contratos o acuerdos público-privado, no tienen que ser solo acuerdos que favorecen la ejecución de un proyecto o de un programa o de unas obras, sino que a su vez tienen un impacto positivo en los ciudadanos.
¿Qué posibilidades de innovación tiene Barcelona?
Recientemente hicimos un «reto innovador» con Mobile World Capital y un brazo suyo llamado Digital Future Society. Fue un reto sobre cómo reducir las emisiones de CO2 en el entorno digital. Lanzamos una pregunta y se presentaron organizaciones, investigadores y empresarios. Tuvimos como 40 respuestas a nivel nacional e internacional. Hubo dos propuestas ganadoras y que se van a implantar a partir de los próximos meses. Por una parte, una herramienta que permite reducir las emisiones del consumo energético de los edificios, y por otra parte un análisis de las emisiones del uso de software que lo hará la Universitat Oberta de Catalunya, que lo va a trabajar directamente con su comunidad de 70.000 estudiantes. Son proyectos claramente innovadores y si vemos que los resultados son positivos vamos a trabajar para ampliarlos.
¿Qué otros «retos innovadores» se pueden plantear en la ciudad? Por ejemplo, en materia de movilidad.
Hay que plantear retos innovadores en los temas candentes. En movilidad justo ahora Barcelona aprobó el plan de movilidad urbana. Nos hemos planteado un cambio modal en el que un 82% de la movilidad esperamos que sea sostenible (transporte público, bicicletas peatones). Barcelona ha hecho un trabajo innovador muy fuerte en este sentido. Hay tres elementos importantes: el cambio de red de autobuses para mejorar la agilidad en los tiempos de recorrido; una ciudad accesible en términos de acceso al metro; y Bicing, que Barcelona cuando lo lanzó fue de las primeras ciudades que lo hizo, fue pionera.
Planteamos innovaciones que vayan en la línea de que resuelvan retos desde el punto de vista sostenible y es muy importante que cuando hablamos de innovación tenemos que ser capaces de generar un ecosistema empresarial para crear riqueza y puestos de trabajo. Apostar por una innovación digital es importante.
Se cumplen cinco años de la puesta en marcha de la Agenda 2030. ¿Vamos a cumplirla?
En efecto, se cumplen cinco años de la Agenda 2030, pero lo importante no es celebrar sino subrayar que solo nos quedan diez años para cumplirla. Pueden parecer muchos desde el punto de vista político pero pocos desde el punto de vista social. Tenemos que hacer cambios en los hábitos para alcanzar esta Agenda 2030 y para alcanzar una sociedad más respetuosa con el medio ambiente, que desarrolle trabajos y actividades enriquecedoras, y que genere una mayor distribución de la riqueza. Todos, tanto sector público como el privado, así como los ciudadanos, tenemos un papel importante en este sentido.