Mas se enfrenta a Puigdemont y parte en dos al independentismo
El expresidente catalán Artur Mas prioriza la reelección del líder socialista y aboga por dialogar con Pedro Sánchez
La estrategia entorno al independentismo catalán de bloquear la investidura del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, está cambiando. Mientras en un lado de la mesa los socialistas juegan al juego de tira y afloja con Unidas Podemos para conseguir el apoyo –en forma de abstención– de la formación morada, en el otro lado los socialistas se mueven con pasos de plomo para saber si recibirán el apoyo de ERC y EH-Bildu.
Por un lado, los presos y Artur Mas se muestran favorables a no obstaculizar la investidura de Pedro Sánchez a condición de que éste pacte con Podemos. Pero por otro lado, Carles Puigdemont apuesta por bloquear la política catalana y la española, desde la premisa del cuanto peor, mejor.
Puigdemont –que impuso a todos sus candidatos en las listas del partido el 28-A– controla el grupo parlamentario en Madrid. Las diputadas Laura Borràs y Miriam Nogueras, humilladas por el cambio de postura de la formación, son fieles al expresidente huido en Waterloo (Bélgica). Mas, en cambio, se alinea con la tesis del PNV, que acepta una coalición entre el PSOE y Unidas Podemos.
«No es decir no de entrada, es decir, vamos a hablar con esta gente, no solo con el PSOE, sino con los socialistas y Podemos juntos, y el PNV, todos los que conforman esta posible mayoría», señaló el viernes Mas en TV3. El expresidente de la Generalitat abogó por el diálogo frente al bloqueo: «Sentémonos con ellos e identifiquemos maneras de que no lleguen los otros a gobernar España, que son los que prenderían fuego cada día en nuestra casa».
La clave de la investidura
Los tres diputados de Junts per Catalunya (JpC) encarcelados (Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull) defendieron días atrás la abstención en la sesión de investidura de Pedro Sánchez, que comienza el próximo 22 de julio. También Artur Mas. El expresidente manifestó que los diputados en Madrid –son siete, pero tres de ellos están suspendidos– se abran a permitir la investidura de Sánchez.
El objetivo es no cederle toda la interlocución catalana del Gobierno a Esquerra Republicana (ERC). JpC, que corre el riesgo de perder la capacidad de influencia que tenía Convergència en Madrid en beneficio de sus socios republicanos, está dividido en este sentido.
Mientras los socialistas se separan de esa idea –el PSOE ha dicho por activa y por pasiva que no quiere depender de los independentistas para sacar adelante la investidura–, los grupos secesionistas se dejan querer. Esquerra está dispuesta desde la misma noche electoral a facilitar la reelección de Pedro Sánchez, con tal de evitar que el líder socialista gobierne con Ciudadanos –actualmente en plena fuga de cerebros–.
Artur Mas deshoja la margarita
El mar de fondo de esta pugna es la creciente corriente, dentro del entorno exconvergente, de que con Puigdemont y el cuánto peor, mejor, han perdido el foco y van hacia ninguna parte. Por ello son cada vez más los que reivindican la línea pragmática de la antigua convergencia y la figura de Artur Mas.
El ex president se deja querer y tiene ganas de volver, pero no está claro de qué manera. Quizá lo haga a la manera del antiguo PNV, con un líder fuerte del partido y otro dirigente para gobernar la Generalitat. Pero el mapa de líderes del Pdecat brilla por su ausencia, y los suyos le pidan a Mas que se presente a las elecciones. Está inhabilitado hasta el 23 de febrero. A partir de ahí, todo es posible.
Otra incógnita es que pasaría, si Mas vuelve como quieren los suyos, con Junts per Catalunya y Carles Puigdemont. ¿Se integrarían? ¿Los afines de Puigdemont, y el propio expresidente ahora huido a Bélgica, partidarios del ni un paso atrás, aceptarán recapitular? ¿O habrá ruptura? Todo está abierto