Revienta la ley de amnistía: Sánchez se tambalea entre Galicia y Bruselas
Moncloa estudia cómo la 'tortura' que Junts le está infligiendo puede afectar las elecciones Gallegas y teme ceder más por la creciente alerta en Europa
Riesgo de colapso, como decía la agencia Bloomberg, o voladura controlada. El fracaso de la ley de amnistía, tumbada este martes por los de Carles Puigdemont en el Congreso, muestra por primera vez las costuras de esta mayoría de investidura. El PSOE de Pedro Sánchez rechazó la última exigencia de Junts – ampliar la amnistía a todo delito del president fugado, incluida la alta traición- atenazado por dos frentes clave: las elecciones gallegas en menos de 20 días y la creciente alarma en la Unión Europea por las cesiones sin límite a un prófugo con vínculos con la Rusia de Putin.
Sea como sea, Sánchez se tambalea por primera vez desde su investidura hace menos de tres meses. El Gobierno está preparando ya la base argumental para autorizar la amnistía a ‘la grande’, es decir, todo lo que exija Puigdemont; es decir, todos los delitos de terrorismo que le puedan imputar los jueces o también la alta traición, tras las pesquisas de sus secretos acuerdos con el Kremlin. Pero hay dos elementos que hacen titubear a Moncloa: las elecciones el próximo 18 de febrero a la Xunta de Galicia, y el hecho de que el desbaratamiento del Estado de Derecho que está proyectando la alianza Gobierno-Junts cada vez tiene más repercusión en la agenda política y mediática de Bruselas.
Sánchez se juega Galicia y su futuro en Bruselas
Las elecciones en Galicia tienen poco riesgo para el PP, que según las encuestas mantendría una mayoría absoluta de 39/40 escaños, pero hay algunas tendencias demoscópicas que pronostican que BNG y PSOE podrían llegar a arrebatarle el poder. El tema de la ley de amnistía no es un argumento a favor de esta coalición. Haber cedido a las exigencias de Puigdemont habría lastrado también el resultado en Galicia para estos partidos. Lo que no está claro es cómo le afectará al partido de Pedro Sánchez que la amnistía siga copando titulares durante los próximos 15 días, por lo menos.
Ahora que la ley ha sido rechazada en el pleno del Congreso, el texto vuelve a la Comisión de Justicia de la Cámara Baja para ser negociada de nuevo, en un período que ronda entre los 15 días y el mes. En ese momento deberá esclarecerse si el PSOE acata la amnistía integral que exige Puigdemont o no. Posteriormente la norma volverá a ser votada en el Congreso.
Caso Voloh
Otro gran revés es el avance de la instrucción por un juez de Barcelona sobre el Caso Voloh, que investiga las conexiones políticas y económicas entre Puigdemont y su entorno y Rusia. La reactivación de esta causa supone abrir una brecha en la ley de amnistía, que en su articulado excluye explícitamente la colaboración con potencias extranjeras que amenace la soberanía o seguridad española. Sería un delito de alta traición, que Puigdemont ha exigido ahora amnistiar tras conocer las nuevas pesquisas.
El problema es que la injerencia de Rusia en el entramado democrático de la Unión Europea y sus Estados miembro es una de las grandes prioridades europeas, tanto que Estrasburgo prepara un pleno que fije posiciones en contra de las maniobras de Putin. Una amnistía en esos términos sí supondría un revés enorme en la reputación internacional de Gobierno y su credibilidad democrática quedaría seriamente en entredicho.
Estos son los obstáculos que impiden a Pedro Sánchez aprobar una ley de amnistía al gusto de Puigdemont que, si no existieran, ya estaría sin duda tramitada y aprobada.
Sánchez agoniza dos meses después de ser investido
La aprobación de la ley de amnistía garantiza a Pedro Sánchez, en teoría, una legislatura larga. Con mucho desgaste político por parte de las ofensivas indepdentistas, pero con el voto apalabrado por Carles Puigdemont para los primeros presupuestos generales de 2024, que permitirían gobernar hasta 2026. Pero si la ley de amnistía no avanza, todo queda en agua de borrajas y Sánchez contaría, a lo sumo, con este año de Gobierno.