Santamaría cuenta con un cambio de cúpula en Junts pel sí
El Gobierno desea abrir el diálogo con el gobierno catalán el 2 de octubre, pero con otros interlocutores, al entender que Puigdemont quedará invalidado
¿Vacaciones hasta el 2 de octubre? No, el Gobierno central seguirá trabajando hasta esa fecha, y después de ese día, pero considera que el diálogo que ofrecerá de nuevo al gobierno catalán se deberá realizar con otros interlocutores, porque, desde el presidente Carles Puigdemont, o el vicepresidente Oriol Junqueras, y todos los que apuesten por llevar la convocatoria del referéndum hasta las últimas consecuencias, quedarán “invalidados”.
Es la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, la que pilota una operación, que sigue de cerca el delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, y todo su equipo. El objetivo es mantener la mano tendida y seguir buscando acuerdos en distintos ámbitos, como el de infraestructuras, o en sanidad, con el proyecto de llevar a Barcelona la Agencia Europea del Medicamento.
El Gobierno seguirá negociando con la Generalitat en diferentes ámbitos, pero con otros dirigentes
La directriz de Mariano Rajoy a todos los miembros del Gobierno es responder de forma “proporcional” ante todas las acciones que realice el gobierno catalán, y esperar a que se acerque la fecha del referéndum, el 1 de octubre. El mensaje a Puigdemont, reiterado en los últimos meses por Enric Millo, es que renuncie a un referéndum que se considera ilegal. “No hay ni habrá dos leyes”, asegura Millo, en relación a la voluntad de Puigdemont de aprobar la Ley de Transitoriedad Jurídica en el Parlament, que sería, según el ejecutivo catalán, la que ofrecería la legitimidad para todo el proceso de independencia. Sólo desde la renuncia a ese referéndum, el Gobierno intensificará su oferta de diálogo, que pasa por todos los ámbitos competenciales.
Pero como esa opción se ha descartado, por parte del gobierno catalán, el Ejecutivo de Mariano Rajoy aplicará la ley, y esperará a que la vía judicial cobre todo el protagonismo. Con ese convencimiento, el Gobierno entiende que no podrá tener los mismos interlocutores que ahora. No ya por una cuestión penal –las posibles inhabilitaciones exigen un tiempo– sino porque “políticamente” se entenderá que estarán quemados para una etapa de diálogo.
Porque lo que espera el Gobierno central es que el propio movimiento soberanista pase cuentas a los suyos, en función del “fracaso” que se planea a partir del 2 de octubre. Al margen de las movilizaciones que se puedan producir, éstas tienen un límite, y al día siguiente la situación será muy complicada para el independentismo.
Sáenz de Santamaría prevé que el propio soberanismo entre en un colapso interno
Puigdemont no está dispuesto a convocar de inmediato elecciones. Tendrá la presión de Esquerra Republicana, aunque quiera llegar hasta el final con el referéndum. Aunque las fuentes consultadas aseguran que Puigdemont y Oriol Junqueras pactarán un calendario, –elecciones en el primer trimestre de 2018– las tensiones crecerán. En gran medida, porque sectores del Pdecat desean repetir la coalición de Junts pel Sí, desde el temor a tener un mal resultado con las propias siglas.
El mensaje que le lanza el Gobierno central a Puigdemont y Junqueras es que preparen cuanto antes una segunda línea de candidatos para las elecciones, o dentro de la propia coalición de Junts pel Sí si prefieren esperar unos meses antes de los comicios al Parlament. Eso, o la renuncia al referéndum.
El ejecutivo español está dispuesto a aguantar el chaparrón de las movilizaciones
¿Qué quiere decir con ello? Que el Gobierno, según fuentes consultadas, está dispuesto a correr el riesgo, a levantar un gran paraguas y aguantar el chaparrón de las movilizaciones y protestas, y de la imagen exterior que se pueda difundir.
Ofrecerá diálogo y avances importantes en diferentes cuestiones, pero Soraya Sáenz de Santamaría negociará, ya lo da por hecho, con nuevos interlocutores, lo que causa vértigo no tanto en Puigdemont, aunque teme por su futuro más allá de la política, como en Junqueras y otros dirigentes tanto del Pdecat como de ERC.