Quim Torra ni dimite ni gobierna
La Generalitat se envaina el decreto de vivienda y pospone la renovación de la junta de gobierno del Memorial Democrático por falta de apoyos
Una semana después de que el Parlament instara a Quim Torra a someterse a una moción de confianza o bien convocar elecciones, el pleno de la cámara catalana ha vuelto a evidenciar este miércoles la extrema debilidad en la que está instalado el gobierno de Junts per Catalunya (JpC) y ERC y la parálisis institucional que se deriva de ello.
No ha hecho falta una derrota parlamentaria para visualizar esta fragilidad. Para evitar este extremo, el Govern ha optado por retirar dos medidas que no iban a prosperar y así ha quedado claro que Torra da por perdida su capacidad de impulso legislativo aunque se niega a finiquitar la legislatura.
La primera, y más comentada, de sus renuncias ha sido la convalidación del decreto de medidas urgentes en materia de vivienda de la Generalitat, que el ejecutivo catalán anunció el martes que retiraría del orden del día del pleno por falta de apoyo, lo que comporta a la práctica la retirada del decreto.
El decreto pretendía promover la construcción de mas vivienda social, pero abría la puerta a que los precios de los pisos protegidos se modularan en función de la zona en la que se construyan, lo que puso en pie de guerra a las entidades sociales y al Ayuntamiento de Barcelona, cuya alcaldesa, Ada Colau, acusó a Torra de dinamitar con el modelo catalán de vivienda protegida. Con Catalunya en Comú, el PSC y la CUP frontalmente en contra, el Govern optó finalmente por meter la medida en el cajón.
El Memorial Democrático, tampoco
Hubo un segundo punto que fue retirado del orden del día: la elección de los miembros de la junta del gobierno del Memorial Democrático de la Generalitat, uno más que se suma a la treintena de organismos cuya renovación depende del Parlament y que está congelada por la situación de bloqueo en la que está instalada la política catalana.
El govern atribuyó la retirada del decreto de vivienda a la coyuntura preelectoral, que complica aún más llegar a acuerdos, y su plan declarado es ahora volver a presentarlo una vez que pasen tanto las generales del 28 de abril como las europeas y municipales (y autonómicas, aunque no en Cataluña) del 26 de mayo.
Ese es también el plan, según anunció Torra, por lo que respecta a los presupuestos, que el ejecutivo catalán, también ante la falta de apoyos para tirarlos adelante, ni siquiera llegó a presentar.
El ejecutivo sí consiguió que se aprobara una ampliación de crédito de 814 millones necesaria para poder cumplir el compromiso de devolver a los funcionarios el 30% de la paga extra de 2013 que todavía está pendiente. Pero lo hizo entre reproches y sin ningún apoyo explícito. Toda la oposición optó por abstenerse, lo que era suficiente para que la inyección de líquidez tirara adelante.
Escenario poselectoral
La esperanza que el ejecutivo de Torra pone en que la situación cambie pasado el ciclo electoral puede ser una simple patada hacia adelante, pero el caso es que tras el 28-A y el 26-M el govern podría recuperar hasta cinco votos en el Parlament: los de Carles Puigdemont, Jordi Sànchez, Josep Rull, Jordi Turull y Toni Comín, que no se usan desde el año pasado.
En el caso de los cuatro primeros, porque están suspendidos como diputados por el Constitucional y su formación, JpC, se ha negado a designar sustitutos que voten por ellos, y en el de Comín, porque su partido, ERC, congeló su voto hace un año para evitar eventuales problemas legales.
Ahora, Sànchez, Rull y Turull son candidatos a las generales y Puigdemont y Comín, a las europeas. Y ser diputado en el Congreso o en la Eurocámara es incompatible con serlo también en el Parlament. por lo que, al menos en el caso de los tres primeros, es probable que acaben renunciando al acta y dejando paso a otros diputados que sí podrían votar, con lo que el independentismo recuperaría la mayoría en el Parlament establecida en 68 escaños.
Otra cosa es si les serviría de mucho, porque el sector independentista de la cámara catalana está fragmentado desde que la CUP optó por dar la espalda al govern por entender que se refugia en una retórica inflamada para camuflar un regreso al autonomismo, como este mismo miércoles volvió a reprocharle a Torra el diputado cupero Carles Riera, que le acusó de practicar un «neopujolismo de ‘peix al cove’ y le volvió a pedir que convoque elecciones.