¿Qué sabe la ciencia de los rebrotes de coronavirus después de días festivos?
Los científicos recuerdan que la pandemia se disparó después de las celebraciones del Año Nuevo chino, en febrero. ¿Pasará lo mismo después de Navidad?
El año ha sido tan denso y las informaciones se han sucedido a un ritmo tan trepidante que es fácil olvidar que hace diez meses, en febrero, todas las autoridades mundiales todavía eludían el término «pandemia» y reducían la emergencia sanitaria a una «epidemia».
Después vino la explosión de contagios en China, rápidamente exportados al resto del mundo, y la palabra «pandemia» era ineludible, como confirmó la OMS finalmente en marzo.
Tras casi un año de tener noticia de la Covid-19, no se ha conseguido acabar con la pandemia pero al menos se ha acopiado una cantidad ingente de documentación científica que da a la humanidad más y mejores herramientas para luchar contra el virus que durante los primeros meses del año.
Entre los datos que tenemos ahora que antes no están los relativos a la dinámica del virus en festivos o vacaciones.
Sirva como ejemplo el Año Nuevo chino, la festividad tradicional más importante del país en el que se inició la pandemia.
Dos días antes del inicio de la festividad toda la provincia de Hubei, a la que pertenece Wuhan, fue confinada. Pero cinco millones de personas ya habían salido de la ciudad, preparándose para las dos semanas que dura la celebración, y una tercera parte había salido ya de Hubei a otras partes de China.
Las lecciones del Año Nuevo chino
Para quien no esté familiarizado con el Año Nuevo chino, hay que decir que es el mayor evento del año en el país, por lo que la decisión de cancelarlo por completo (sin tintas medias; las restricciones allí siguen entre las más drásticas de todo el mundo) ilustraba la dimensión de la emergencia.
Por ello, el Gobierno chino intentó localizar a esos cinco millones que se fueron antes de Wuhan para ponerlos en cuarentena.
China también amplió las fechas de estas vacaciones para que los ciudadanos hicieran cuarentena en sus casas hasta que desarrollaran síntomas.
«Es esta cuarentena domiciliaria de personas que habían estado en el epicentro de la epidemia y viajaron a otros lugares de China lo que probablemente haya sido útil para frenar la propagación del virus a la comunidad en general», decía la revista científica The Lancet en febrero.
La OMS publicó en febrero un estudio que señalaba que, en dos provincias chinas, el 85% de los brotes de contagios había ocurrido en contextos familiares, mientras que otro estudio realizado en el mismo país sugería que si una persona se infecta el 30% de sus convivientes también.
No es sorprendente, entonces, que el Gobierno chino ya esté planteando restricciones de cara al Año Nuevo de 2021, que empezará en febrero.
Los festivos y las infecciones
Todo apunta a que los festivos están directamente ligados al incremento de infecciones. Las jornadas posteriores al Día de Acción de Gracias en Estados Unidos y Canadá llevaron las cifras de contagios a niveles récord.
Unos 50 millones de estadounidenses viajaron para esa festividad, celebrada a finales de noviembre; entre una y dos semanas después, el número de casos diarios alcanzaba máximos.
La revista científica Nature recuerda que, en el Reino Unido, entre el 17 y el 24 de febrero, hubo vacaciones escolares tras las cuales los contagios empezaron a dispararse en el país y en Europa. Zhengming Chen, epidemiólogo de la Universidad de Oxford, asegura que miles de británicos regresaron infectados de sus vacaciones en Italia o España.
Sin ir muy lejos, lo que ha sucedido en España durante el otoño, cuando entró con fuerza la segunda ola de coronavirus, tiene raíces en el periodo de vacaciones de verano, marcado en el país por una relajación total de las medidas sanitarias y la reactivación de los viajes.
No es gratuito que ahora, cada vez que se acerca un festivo, todas las alarmas suenen, pues la experiencia dice que son fechas muy peligrosas.
El desafío de las ‘Navidades Covid’
La OMS teme que que el fin de las Navidades en Europa coincida con un aumento de la «fatiga pandémica»; es decir, que los ciudadanos finalmente tiren la toalla llenos de tedio por tener que cambiar sus comportamientos para frenar la propagación de la Covid-19.
Así que el desafío ahora no es qué sabemos del virus y los festivos, sino cómo comunicar apropiadamente que los riesgos son muchos.
Julia Marcus, epidemióloga de la Harvard Medical School en Boston, ha explicado que «el desafío para los expertos en salud pública es garantizar que estemos comunicando el riesgo muy alto en este momento y que la opción más segura es que las personas se queden en casa durante las vacaciones».
Pero los expertos han advertido de que «avergonzar y culpar» a los ciudadanos hace un flaco favor a la causa.
Aderonke Bamgbose, psiquiatra y científica del comportamiento de la Universidad Northwestern en Chicago, ha comentado que «decir ‘la gente se está muriendo’ no necesariamente produce resultados positivos en la modificación de la conducta».
Sería más útil animar a la ciudadanía a pensar más allá de sus deseos a corto plazo para centrarse en objetivos a largo plazo, como cuidar a sus familiares, ha añadido.
¿Qué harán los expertos?
Antoni Fauci, el portavoz de la gestión de la pandemia en EEUU, no celebró Acción de Gracias con sus hijas en noviembre y probablemente no las verá estas Navidades. Tampoco verá a su hija la viróloga española Margarita del Val, que aconseja que las fiestas navideñas se hagan por Zoom y que las reuniones presenciales sean al aire libre.
Barbara Alexander, presidenta de la Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas, se ausentará a la fiesta navideña de su familia que suele albergar a más de 30 personas. El epidemiólogo Alessandro Vespignani solo celebrará la Navidad con su familia inmediata y espera que en 2021, ya con la vacuna, todo vuelva a la normalidad.
Y así con todos los expertos. Lo imposible es encontrar a uno que anime a los demás a vivir unos festivos como antes.