Puigdemont quiere ser todavía prisionero de la CUP
Para superar la cuestión de confianza, el presidente de la Generalitat necesita el voto a favor de como mínimo dos diputados anticapitalistas porque no le sirve su abstención
Si no abandona la llamada hoja de ruta hacía la independencia, Carlos Puigdemont estará totalmente en manos de la CUP por lo que se refiere a la cuestión de confianza, a la que se someterá a finales de septiembre, y a la aprobación de los presupuestos para el próximo año.
A diferencia de una moción de censura, que sólo se supera con mayoría absoluta, una cuestión de confianza puede aprobarse por mayoría simple, pero, para conseguirla, Puigdemont necesitará el apoyo de la CUP. No le sirve su abstención.
Necesita que le presten un par de votos
No hace falta echar mano de la calculadora para darse cuenta que Puigdemont se ha convertido en un prisionero de la CUP. La cuestión es que lo sabe y le puede interesar, para que se transmita a la opinión pública, y buscar los réditos para Convergència. Los 10 diputados anticapitalistas decantarán la cuestión de confianza a favor o en contra, ya que Junts pel Sí dispone de 62 diputados y el resto de grupos parlamentarios tienen 63, uno más. Si los anticapitalistas se abstienen, Puigdemont perderá la votación y estará obligado a convocar unas nuevas elecciones. Como mínimo, necesita que le presten un par de votos. Lo que debe analizar en las próximas semanas es si, realmente, le conviene o no, en función de cómo se organice el nuevo partido que surja de la refundación de CDC.
En la negociación con la CUP, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras sopesan la posibilidad de vincular la cuestión de confianza con los presupuestos de 2017, según apuntan fuentes de Junts pel Sí. No tendría ningún sentido que la CUP permitiese la continuidad del presidente y volviese a tumbar las cuentas del vicepresidente económico.
Las decisiones, para después de las generales
Una vez roto el pacto de estabilidad con la CUP, Puigdemont y Junqueras se tomarán un tiempo para analizar la situación, esperarán hasta después de las generales del 26-J y, si fuera posible, hasta después de la formación del nuevo gobierno español, para decidir sus movimientos en la política catalana. «No hay prisa, esperaremos hasta después de vacaciones», señalan las fuentes consultadas.
Puigdemont ha anunciado que no renunciará a la hoja de ruta hacía la independencia, pero que la replantearán. No ha explicado cómo ni cuáles pueden ser los escenarios. La diputada anticapitalista Mireia Boya hizo ayer un llamamiento a «rehacer los puentes» de diálogo, pero Puigdemont le recordó que «los mejores puentes son los que no se dinamitan».
Artur Mas intenta dinamitar la CUP
En realidad, algunos dirigentes convergentes, como su presidente, Artur Mas, también se han lanzado a dinamitar a la CUP. En declaraciones a RAC-1, Mas insistió en que «hay diversas CUP», una de intransigente y otra de pragmática, y que si David Fernández siguiera liderando su grupo parlamentario la situación «sería absolutamente diferente».
Pese a las peticiones de este digital, ningún diputado anticapitalista quiso entrar al trapo de las declaraciones de Artur Mas, al cual apearon de la presidencia de la Generalitat. No obstante, desde está formación se reconocen las discrepancias internas en torno a la posición sobre los presupuestos, pero niegan riesgo de ruptura del grupo parlamentario.
Para la moción de confianza de septiembre, queda mucho y las relaciones de Convergència con la CUP todavía se pueden envenenar más.