Los Mossos dejan a Puigdemont en evidencia
El ex número dos de Trapero salda su esperado testimonio remachando los ataques del mayor al expresident y rebatiendo al coordinador policial del 1-O
Que la independencia sea esgrimida por los gobiernos catalanes como antídoto para todos los problemas sobre los que la oposición les pide cuentas hace años que es ya lugar común. Pero lo que aún no sabíamos es que el expresident Carles Puigdemont llegó a plantearla como solución incluso para la violencia que los Mossos d’Esquadra preveían que podía producirse el 1-O.
Así al menos lo explicó este miércoles en el Tribunal Supremo el entonces número dos del mayor José Luis Trapero al frente de los Mossos, Ferran López, según el cual, cuando le advirtieron por segunda vez sobre el alto riesgo de mantener la convocatoria del referéndum, Puigdemont zanjó el asunto diciendo que, si se cumplían los pronósticos policiales, declararía la independencia. Se cumplieron y no lo hizo, pero eso es otra historia. Y otro farol, claro.
El testimonio del comisario López en el juicio del procés generaba expectación. Y no es para menos, porque de ser la mano derecha del ahora procesado por sedición Trapero en aquellos días en que, según las acusaciones, los Mossos se inhibieron de sus obligaciones para permitir la celebración del referéndum ilegal, pasó a ser el escogido por el gobierno de Mariano Rajoy para sustituir al mayor al frente de la policía catalana durante la aplicación del 155.
De ahí que, con independencia de su testimonio, la misma figura de López suscite una incómoda pregunta que sirve a las tesis de las defensas: si los Mossos estuvieron al servicio de un govern rebelde o sedicioso, ¿cómo se explica que el ejecutivo de Rajoy, al intervenir la Generalitat, optara por poner el frente del cuerpo el que hasta entonces ya era su segundo máximo responsable?
Cierre de filas con Trapero
Esa paradoja también suscitaba dudas sobre hasta qué punto se alinearía López con su antiguo jefe. Y lo hizo de todo punto, reproduciendo las tesis y la estrategia desplegadas por Trapero cuando testificó el 14 de marzo. Una estrategia centrada en justificar sin fisuras el comportamiento de los Mossos y de su cúpula.
Esta estrategia implica señalar al gobierno catalán, precisamente para subrayar que la policía catalana siempre mantuvo su independencia respecto de la deriva unilateral de Puigdemont, que, como máximo responsable a la hora de ignorar las reiteradas advertencias de la policía catalana sobre el alto riesgo del 1-O, es quien salió peor parado de la declaración de López, como había sido el principal damnificado por la de Trapero. Claro que Puigdemont no sigue el juicio desde los asientos reservados a los acusados, sino desde su casa en Waterloo.
No es el caso del exconseller de Interior, Joaquim Forn, que sí se juega años de cárcel, y que también recibió lo suyo, pero en su caso, en modo ducha escocesa: del mismo modo que se le afea tanto el alineamiento con Puigdemont como los mensajes lanzados los días previos al 1-O y en los que vendía la jornada como una cita electoral más y anunciaba que los Mossos garantizarían que se pudiera votar con normalidad, también se le reconoce que nunca dio al cuerpo policial ninguna directriz para que se saltara las órdenes judiciales de impedir el referéndum.
Es lo que hizo Trapero cuando pasó por el Supremo y es lo que hizo este miércoles López. Y todos contentos, porque ese último planteamiento sirve por igual a la estrategia de defensa de la cúpula policial, procesada en la Audiencia Nacional, que a la de Forn y, de paso, el resto de consellers procesados en el Supremo, cuyos abogados plantean que cómo puede ser que la Generalitat planeara esa rebelión de la que habla la fiscalía sin contar con una fuerza armada puesta a su servicio.
Ceguera y seguimientos
El otro eje de la declaración del comisario fue la defensa argumentada de los pasos que dieron y los que dejaron de dar los Mossos tanto el 1-O como los tensos días precedentes, una cuestión en la que rebatió al coordinador del 1-O, el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, y a los que en esas fechas eran los máximos responsables de la Guardia Civil y la Policía Nacional, Ángel Gozalo y Sebastián Trapote.
En ese ámbito, cuando menos verosímil resultó fue al describir la ceguera que aquejó el fin de semana del referéndum a la policía catalana, que a decir de López no detectó que ninguno de los centenares de actos convocados aquel fin de semana en los colegios tuviera que ver con actividades preparatorias de la votación.
Más allá del problema de vista, López trató de desactivar también el testimonio del comisario en jefe de la brigada de información de la Policía Nacional en Barcelona, Juan Manuel Quintela. El martes, Quintela contó que del 15 de septiembre al 15 de octubre, efectivos de la policía catalana efectuaron 214 consultas relacionadas con vehículos camuflados de la Policía Nacional, y que el 1-O hubo 271 comunicaciones por radio en los que agentes de los Mossos informaban a sus superiores de la ubicación de patrullas de los otros dos cuerpos policiales.
López justificó lo primero porque esos días los Mossos tenían encomendada la protección de edificios de la administración estatal, y eso coincidió con un refuerzo de los agentes de paisano del resto de cuerpos de seguridad en Cataluña.
Y, por lo que respecta al día 1, alegó que la transmisión de datos sobre movimientos de policías y guardias civiles respondió, a primera hora, a la preocupación porque se encontraran con alguna tractorada o algún otro impedimento que interrumpiera su marcha, y, después, a corregir la ausencia de información que los Mossos tenían sobre dónde estaban actuando. Porque, a partir del momento en que De los Cobos dio por roto el dispositivo conjunto, a primera hora de la mañana, ya no recibieron más noticias de Policía Nacional ni de Guardia Civil.
Contra De los Cobos
De hecho, Si Puigdemont fue uno de los malos del relato de López, el otro fue el coordinador policial del 1-O. Era inevitable, después de que De Los Cobos hubiera calificado el despliegue de los Mossos de «estafa». Una pena, porque al parecer coronel y comisario se llevaron bien en los días previos al referéndum. Pero si para De los Cobos, la policía catalana nunca mostró predisposición a colaborar y trazó un plan encaminado a facilitar el referéndum, en vez de a impedirlo, según López (y Trapero), nunca hubo un operativo específico de Mossos, sino uno conjunto en el que cada cuerpo policial cumplía una función previamente consensuada.
Tan incompatibles son ambas versiones que el tribunal se guarda la carta de someterlos más adelante a un careo, puesta sobre la mesa por el abogado de Forn. Con quien no hay posibilidad no ya de esperar un cara a cara sino ni tan solo de pedirle su versión de la réplica que dio a las advertencias que le reiteraron los Mossos es con Puigdemont, claro. Pero qué se le va a hacer, con eso pasa ahora como con lo de declarar la independencia en caso de violencia el 1-O. Que lo que no es no puede ser y además es imposible.