El socialismo catalán quiebra tras la indefinición del PSOE
La retirada de Pere Navarro llega después de la salida de Rubalcaba, con quien el PSC había acordado la vía federal para reformar la Constitución
El socialismo catalán necesitaba más que nunca al PSOE. Y el PSOE sabe que necesita como agua de mayo al PSC para poder, a medio plazo, volver a la Moncloa. Son votos imprescindibles. Pero ahora esa conexión está rota. Ha hecho aguas, porque el conjunto de los socialistas en España ha entrado en una gran indefinición.
La salida de Alfredo Pérez Rubalcaba, como secretario general del PSOE, llegó en el peor momento para el PSC, cuando su primer secretario, Pere Navarro, debilitado por todos los flancos en Catalunya, precisaba de todos los apoyos en la calle Ferraz.
Las complicidades que se establecieron con Rubalcaba, para hacer frente al soberanismo de CiU y ERC, eran vitales para trabajar en dos frentes: el PSOE presionando al PP, para buscar una reforma efectiva de la Constitución, y frente a CiU, para buscar en las filas de Convergència, y, especialmente en Unió, con Josep Antoni Duran Lleida, un posible acuerdo que se ha dado en conocer como la tercera vía. No en vano, Rubalcaba y Duran quisieron ser ‘sorprendidos’ y fotografiados en los pasillos del Congreso un día después de la votación sobre el derecho a decidir en la cámara baja, el pasado mes de abril, con el ‘beneplácito’ del PSC.
La renuncia de Susana Díaz
Pero todo eso se había acabado. El PSOE entró en su espiral interna, con decisiones también inesperadas, como la renuncia de la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, a presentar su candidatura a la secretaría general. Díaz podía haber asumido las tesis del PSC. Pero ha preferido reservarse para mejores ocasiones. Y ahora la indefinición es enorme. Aunque Eduardo Madina es un federalista, y entiende la posición del socialismo catalán, no está clara su victoria.
Ese flanco es de una enorme importancia. Dirigentes del PSC, como Miquel Iceta, miembro de la ejecutiva del PSOE, vio en la retirada de Rubalcaba un hecho fatal para los intereses de los socialistas catalanes.
Pero también está el flanco interno. Pere Navarro, que consideró que no debía dimitir tras los resultados de las elecciones europeas, porque su etapa al frente del PSC no había hecho otra cosa que comenzar, según sus propias palabras –fue elegido primer secretario en diciembre de 2011– no ha encontrado a nadie que le apoye.
Aguantar el soberanismo
Ni los suyos. Navarro eligió a Maurici Lucena, como portavoz en el Parlament, y Lucena ha sido prácticamente su único hombre de confianza, un hombre que ha desarrollado su carrera política en Madrid, y que Navarro rescató para Catalunya.
Navarro ha hecho frente al soberanismo que ha impregnado toda la política catalana. El movimiento independentista ha hecho mella en muchas agrupaciones locales del PSC en todo el territorio catalán. Y no es lo mismo aguantar en L’Hospitalet, la segunda ciudad de Catalunya, que en Vic o en Girona. Por ello, los dirigentes locales del PSC, en todo el territorio catalán, querían un cambio en la dirección del PSC.
Y los alcaldes de las grandes ciudades, en la primera corona de Barcelona, tampoco querían más desgaste en el partido, porque lo que desean es gobernar de nuevo tras las próximas elecciones municipales, en mayo de 2015.
La soledad de Navarro
Todo ello ha llevado a Navarro a dimitir, acosado por todos los frentes, y a dejar al PSC en una situación muy delicada. Navarro ha comprobado que no podía seguir, que no tenía apoyos, y que, además, era vapuleado por los medios de comunicación afines al soberanismo día tras día. Eso en un hombre que había sido alcalde de Terrassa –acostumbrado al trato personal y a solucionar problemas que aportaban una satisfacción inmediata en el ciudadano– ha sido insalvable.
A Navarro le han pedido entre todos que prescinda de Lucena, que se mantenga en el partido, pero que no sea candidato, que integre a éste y a ésta otra dirigente, que mantenga como diputados a algunos imputados en el Parlament, y Navarro ha decidido que no podía seguir.
El problema llega ahora. El PSC, inmerso en el calendario de la política catalana –este otoño será muy caliente, con el 9 de noviembre marcado a fuego por el soberanismo– no debería estar tan pendiente de lo que ocurra en el PSOE. Pero, sin embargo, lo necesita más que nunca para tener una referencia en España que apoye un proyecto propio frente a CiU y ERC.
¿La hora de Àngel Ros?
El sábado el PSC celebrará un consejo nacional extraodinario que deberá decidir cuándo y cómo convoca un congreso para elegir a una nueva dirección.
Podría llegar justo antes o después del congreso del PSOE, a finales de julio. Y los candidatos, ahora mismo, son una incógnita, porque todo el partido se deberá pronunciar el sábado.
Hay un dirigente, agazapado durante las últimas semanas, que podría alzar el vuelo. Se trata de Àngel Ros, alcalde de Lleida, crítico con Navarro, pero que no ha querido presionar más de lo debido, enfrentándose, incluso, al sector crítico. Pero, ¿se atreverá ahora en un momento tan convulso?