El Círculo de Economía se inhibe del conflicto hasta después del 1-O
El Círculo de Economía quiere tender todos los puentes para el día después, tras la decisión del presidente Brugera de no entrar en el conflicto
El Círculo de Economía es una de las instituciones más complejas y más importantes de Cataluña, pero se ha inhibido del conflicto político que ha provocado el 1-O. Lo deja para el día posterior, con el objetivo de tender, en ese momento, todos los puentes con todos los actores políticos. Esa ha sido la decisión, después de una reunión de su núcleo duro, presidido por Juan José Brugera, el pasado viernes.
Para una parte de la sociedad catalana el Círculo de Economía no es otra cosa que un club de notables, que observan la evolución económica y política desde los salones, y que, de vez en cuando, se atreven a formalizar sus opiniones, que tampoco son concluyentes: sólo orientaciones, porque no se pretende dirigir a nadie. Esa parte de la sociedad catalana, mayoritaria, o la minoría más mayoritaria, considera que el Círculo de Economía ya vivió sus mejores momentos.
Esa parte corresponde al soberanismo, que ha acabado siendo –qué gran paradoja—un movimiento que pretende socavar el establishment, a pesar de que no puede considerarse una revolución popular. Son las clases medias, y medias altas, las que creen que con el desenganche de España podrían afianzar sus posiciones y mejorarlas, las que han apostado por el proceso independentista.
Para el soberanismo el Círculo de Economía ya no pinta nada, pero sigue siendo influyente
Pero quedan sólo cinco días para el 1 de octubre. Han pasado muchas cosas en las últimas semanas, y nadie sabe en qué puede orientar esta vez el Círculo de Economía a la sociedad catalana. No se podrá decir que no se sepa su posición, pero lo que se debatía hace unos meses ha perdido ahora cierta vigencia, porque está en juego el estado de derecho, y, al mismo tiempo, la desafección definitiva de España de una parte, casi la mitad, de la población catalana.
La decisión de su presidente, Juan José Brugera, ha sido la de aplazar el debate. Sólo después del 1 de octubre, el Círculo buscará una posición consensuada. El valor del Círculo es enorme, porque en su junta directiva hay empresarios y académicos. Se trata de un lobby empresarial que es consciente del papel social que ejerce, y que en su haber debe incluirse los postulados que han permitido la modernización de la economía y de las instituciones políticas españolas en los últimos 60 años.
Brugera reunió el pasado viernes al núcleo duro del Círculo, y se decidió que no era necesario entrar estos días en el debate, porque es feo, duro, complicado, después de las acciones del Estado para defender el estado de derecho.
El Círculo de Economía decide mantener el diálogo, pero tras el 1-O
Tal vez acierte el Círculo. Lo que se debe analizar desde la misma noche del 1 de octubre es que vías políticas se pueden establecer, y cómo se canaliza el rechazo de la mayoría de la población catalana –ya no la que estrictamente apuesta por la independencia—a seguir como hasta ahora.
En las jornadas económicas de Sitges, que organiza el Círculo, se vivió un debate serio, pero agrio, entre los integrantes de la Junta. El consenso existe respecto a la deriva soberanista, en que el Gobierno de Mariano Rajoy debe hacer respectar el estado de derecho, pero las diferencias son claras respecto a lo que “no ha hecho” Rajoy, respecto a la falta de atención a un movimiento que, durante seis Diades, ha lanzado a tantos miles de catalanes a la calle.
Brugera convocó a los vicepresidentes Jordi Gual, el presidente de Caixabank; al empresario Marc Puig; al notario López Burniol, y a Teresa Garcia-Milà, académica, directora de la Graduate School of Economics, y quien más ha discutido, en la dirección del Círculo, la posición de Rajoy. Ante las diferentes posiciones, Brugera optó por no hacer nada todavía. Después del 1 de octubre. El argumento es que el Círculo podrá, en ese momento, tender puentes con todos los actores políticos.
Las diferencias internas en el Círculo siguen centrándose en el papel de Rajoy y en una salida política
El anterior presidente, Antón Costas, se mojó con claridad, al sancionar la vía de un referéndum unilateral, que es exactamente lo que pretende realizar el presidente Carles Puigdemont. Costas tuvo problemas internos, pero construyó su relato con valentía, reclamando que, en caso de llegar a esa conclusión, la del referéndum, éste debía ser pactado, y que era mucho más coherente afrontar una reforma de la Constitución que fuera refrendada en toda España, y particularmente –lo que exigía afrontar las cuestiones pendientes de Cataluña—por el pueblo catalán.
Pase lo que pase esta semana, y se debe pedir la máxima prudencia por parte del gobierno español y del catalán, el Círculo debe hacerse oír. En caso contrario, tendrá razón el soberanismo de que algunas instituciones y organismos han pasado a mejor vida.