Cinco mandos de los Mossos completan su venganza contra Puigdemont
El comisario Molinero culmina la embestida del cuerpo de Mossos d'Esquadra contra el expresident por ignorar sus advertencias
Fue sobre las 22.00 horas, tras darse por finalizada la segunda de las reuniones que la cúpula de los Mossos d’Esquadra empleó para convencer —sin éxito— a Carles Puigdemont de que diera marcha atrás al 1-O y desconvocara el referéndum. Con todos ya en retirada, el mayor José Luis Trapero, aún ensayó un último intento: «Espero, president, que el domingo no haya ninguna desgracia importante que tengamos que lamentar». Así al menos lo recuerda el comisario Juan Carlos Molinero, presente en la reunión y que este jueves testificó en el juicio del procés.
La réplica de Puigdemont fue la amenaza revelada el miércoles en su declaración por el comisario Ferran López —en aquellas fechas, número dos de Trapero— y que 24 horas después ratificó Molinero, según el cual, el president dijo, textualmente, que si se daba esa «situación límite» que temía la cúpula de los Mossos, procedería a declarar la independencia en aquel mismo momento.
Los oídos sordos de Puigdemont en esos dos encuentros celebrados el 26 y el 28 de septiembre en el Palau de la Generalitat son dos espinas clavadas para los integrantes de la que entonces era la cúpula de la policía catalana. Y los mandos de los Mossos, uno tras otro, han querido quitárselas.
El desquite ha consistido en desvelar en el Tribunal Supremo sus charlas con Puigdemont y relatarlas con un detalle nada cómodos ni para el expresident ni para los exconsellers que ocupan los asientos de los acusados. De paso, han desactivado de paso una línea de defensa esgrimida por estos cuando les tocó declarar: aquello de que siguieron adelante porque nunca preveyeron que pudiera haber violencia. Si no —sostenían— habrían echado el freno. Trapero y los cuatro comisarios que le acompañaron en esa segunda reunión lo desmintieron: por supuesto que el Govern estaba sobre aviso respecto al riesgo de violencia. Lo advirtieron los Mossos, de manera reiterada.
Reuniones estériles
La primera vez, el 26-S, en una reunión celebrada a petición de Trapero a la que por parte de los Mossos asistieron el mayor, López y Molinero, a la que Puigdemont acudió acompañado por el conseller de Interior Joaquim Forn, y de la que los mandos policiales salieron con las manos vacías. «Puigdemont nos dijo que tomaba nota, pero que tenía un mandato que cumplir, y que entendía que nosotros también tuviéramos un mandato, en este caso judicial, para impedir el referéndum», explicó Molinero.
Trapero lo volvió a intentar y al día siguiente, el 27-S, solicitó una nueva reunión, a la que pidió que asistieran también el vicepresidente Oriol Junqueras y la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, para recordarle también a ella la necesidad de cumplir la legalidad, según López.
El mayor, por su parte, decidió que a ese nuevo encuentro acudiría con más efectivos y más munición. Así que convocó a los comisarios jefes de información y de planificación, Manuel Castellví y Emili Quevedo. Por un lado, para dejar claro al president que la postura contraria a la celebración del referéndum no era una iniciativa de tres mandos, sino una línea compartida por toda la cúpula policial. Y, por otro, porque Castellví era el responsable de los informes que pronosticaban lo que él mismo denominó «una escalada de violencia».
La reunión se celebró el jueves 28 por la tarde, y también incluyó reproches de Trapero por declaraciones hechas por Forn y el conseller de Presidencia, Jordi Turull, que daban a entender que el 1-O sería una jornada electoral normal y que los Mossos facilitarían su celebración.
Trapero, el más duro con Forn
Trapero fue el más duro con el exconseller Forn, al que durante su declaración tachó varias veces de «irresponsable». Pero, como los demás mandos, le dio una de arena y concedió que Forn nunca trató de incidir en las decisiones operativas ni dio instrucciones en ningún sentido sobre cómo tenía que actuar el cuerpo antes y durante el 1-O.
Castellví fue el primero en revelar en el Supremo el contenido de esas dos reuniones. También el único de los cinco mandos que han desfilado por el Supremo que no está investigado en ninguna causa relacionada con el procés. Trapero está procesado por sedición en Audiencia Nacional, y Quevedo, López y Molinero, en el juzgado número de Cornellá. Ya lo dijo Trapero al reprocharle a Forn aquellas declaraciones previas al 1-O que tan poco gustaron en el cuerpo: «Dio una imagen que creo que no se adecúa con la realidad y que alimentó algo que aún estamos pagando».
Postura unánime
Esa condición de investigados permitía al mayor y a los tres comisarios abstenerse de declarar en el Supremo, o de responder solo a las preguntas que quisieran. Pero no solo testificaron los cuatro, sino que respondieron a todo, y sin contradecirse entre ellos en un solo punto, hicieron una defensa cerrada del comportamiento de los Mossos y abundaron en esas dos reuniones estériles porque Puigdemont hizo oídos sordos.
Tras la segunda, Molinero explicó que los cinco mandos comentaron la jugada brevemente a las puertas del Palau. Y, a la mañana siguiente, se plantearon convocar una rueda de prensa para dejar clara la postura unánime de la cúpula policial contraria el referéndum, y también su voluntad de cumplir las órdenes judiciales que instaban a impedirlo. Esa opción, que habría sido un guantazo en la cara del president en un momento crítico, se descartó. Año y medio después, todos ellos han declarado con la mano abierta.