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La Plaza | De Groucho Marx a Pedro Sánchez

El episodio de 'La Plaza' de esta semana analiza la propuesta irreal de Sánchez de tener un gobierno apoyado por Podemos, independentistas, Cs y el PP

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“Estos son mis principios. Si no les gustan, tengo otros”, es una frase generalmente atribuida al genial Groucho Marx, pero de seguir así las cosas el cómico neoyorquino puede correr el riesgo de que futuras generaciones afirmen con contundencia que tal expresión no puede haber sido de otro que del presidente del Gobierno español que llevó las riendas del país desde los inicios de la pandemia de la Covid-19.

Como no es nuestra intención aburrirles, no utilizaremos este espacio para recordarles la cantidad de veces que el líder socialista ha renegado en apenas unos días de propuestas defendidas con toda la solemnidad que es capaz de aparentar. La de negar un posible acuerdo con Podemos “porque los españoles no dormirían tranquilos” es sólo una de ellas.

Sánchez usa las propuestas políticas como los prestidigitadores manejan sus chisteras: se trata de ir sacando artefactos de un agujero donde aparentemente no hay nada con el único fin de distraer al espectador y que pase un rato agradable con la esperanza de que acabe volviendo a ver el espectáculo. Pero en medio no hay nada de nada. Nada, al menos, sustancial.

El número especial ahora, el conejo que saca en el momento clave del espectáculo, es el de la unidad. Para los efectos especiales, el mago pide la ayuda del público, necesita su complicidad para que todo salga redondo, pero sobre todo la requiere para que todos se sientan partícipes del éxito de la función, aunque en realidad, como en el teatro, su participación sea meramente secundaria y sólo haya una estrella reconocible: él.

Sin circunloquios. O Pedro Sánchez rellena con algo más que gestos huecos y consignas de salón esa gran palabra o la unidad que exige la terrible situación que se avecina en el país sólo será un principio más de duración tan efímera como a los que tiene acostumbrados el presidente del Gobierno o de los que alardeaba Groucho Marx.

España está bajo una fuerte polarización, quizás cuando menos la conviene. Podríamos analizar quién ha tenido más que ver con esa situación, pero eso ya hoy es leche derramada. Convendría de todas formas que por unos y por otros se acabaran con las estrategias que más contribuyen precisamente a agravar esa situación.

En estas condiciones, dar el salto desde un gobierno apoyado por Podemos e independentistas a un gobierno que cuente no sólo con el respaldo de éstos sino también con el de Ciudadanos y el PP es, como mínimo, una propuesta irreal. O, peor aún, un disparo al aire sin otro objetivo que ahuyentar los pájaros, pero sin ningún objetivo en concreto a alcanzar.

Y, sin embargo, el país necesita como agua de mayo ese gran pacto nacional. Pero para ello el Gobierno debe construirlo en base a una política para la que debe ir contando inicialmente con los aliados más creíbles para dar apoyo a esa política. Corresponde a Sánchez decir hacia donde quiere ir y a partir de esa definición ir sumando compañeros para tan dura y fatigosa travesía. Lo contrario son puros fuegos de artificio y desgraciadamente España no está ya para eso.

Sabremos pronto si estamos ante una nueva rectificación del errático presidente del Gobierno o simplemente ante un nuevo número de magia potagia.

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