La nueva estrategia de la DGT para pillar más conductores
Los radares suelen estar ubicados en puntos estratégicos de carreteras y autopistas
Los radares de tráfico son dispositivos diseñados para medir la velocidad de los vehículos en circulación y, en caso de superar los límites establecidos, sancionar a los conductores. Su principal objetivo es reducir el número de accidentes, promoviendo una conducción más segura y respetuosa con las normas.
Los radares fijos suelen estar ubicados en puntos estratégicos de carreteras y autopistas, generalmente en zonas con alta siniestralidad, curvas peligrosas o en áreas urbanas donde se debe circular a baja velocidad. También existen radares móviles que son transportados por los vehículos de la policía, permitiendo su colocación temporal en distintas localizaciones para controlar el tráfico de forma más impredecible.
Los nuevos radares de la DGT
Una de las situaciones más peligrosas en las carreteras son las zonas de obras. En estas áreas, las condiciones del pavimento, la señalización y la presencia de operarios obligan a extremar las precauciones. Pese a las indicaciones y señales que limitan la velocidad, muchos conductores no respetan los límites, aumentando el riesgo de accidentes tanto para ellos como para los trabajadores en la zona.
Es por ello por lo que la Dirección General de Tráfico (DGT) ha decidido implementar nuevos radares específicamente en las zonas de obras. Estos radares están diseñados para captar la velocidad de los vehículos en estos tramos donde el riesgo es más alto debido a las condiciones cambiantes.
Además de medir la velocidad, estos dispositivos pueden identificar infracciones relacionadas con el no cumplimiento de otras normativas de tráfico, como el respeto a la señalización provisional.
Otra estrategia que ha adoptado la DGT para mejorar la seguridad vial es el uso de radares camuflados o «ocultos». Estos radares no están señalizados ni visibles a simple vista, lo que obliga a los conductores a mantener una velocidad adecuada durante todo su trayecto, no solo cuando saben que un radar está presente.
El uso de radares ocultos responde a la necesidad de corregir comportamientos en los que los conductores solo respetan los límites de velocidad cuando saben que hay un control visible, pero los incumplen en otros tramos. De esta forma, la DGT busca evitar que se produzcan «puntos negros» en las carreteras, donde la imprudencia en la conducción puede derivar en accidentes graves.