La inversión privada no levanta cabeza: las empresas gastan un 10% menos que antes de la pandemia y el Estado un 30% más
La inversión sigue estando cinco puntos por debajo del nivel que tenía en 2019 y la proyección es que no se recuperará hasta 2025
El crecimiento económico para los próximos años puede estar en cuestión si una de las claves para este avance, la inversión, no comienza a carburar. La Formación Bruta de Capital Fijo, la rúbrica en la Contabilidad Nacional que recoge la inversión, sigue sin recuperar los niveles prepandemia, cuando se cumplen cuatro años del golpe del COVID-19.
El Banco de España, en su último Informe Trimestral, ha advertido de que la debilidad de este componente puede condicionar el crecimiento económico a futuro. «La acumulación de diversas sorpresas negativas en este componente de la demanda a lo largo de los últimos trimestres podría estar reflejando una mayor debilidad estructural de la inversión empresarial que la considerada unos meses atrás», recoge el documento.
Si el producto interior bruto (PIB) recuperó los niveles de finales de 2019 a mediados de 2022, la inversión aún sigue por debajo, con un comportamiento bastante errático desde finales de 2021. A cierre de 2023 cayó un 2%, comparado con el trimestre precedente, lo que agrandó aún más la brecha, hasta los cinco puntos. De hecho, la proyección del Banco de España es que no se recuperen los niveles de 2019 hasta finales de 2025 o principios de 2026. Un lustro perdido.
Ahora bien, la situación varía si nos fijamos en quién promociona la inversión. Si nos fijamos en el sector privado, ésta se encuentra más de diez puntos por debajo del nivel prepandemia, pero es que la inversión pública es casi 30 puntos superior, de acuerdo, ambos, con datos de 2022, los últimos disponibles. Este fenómeno, el de una mayor recuperación en la parte del sector público, no es único en España, sino que es una tendencia en la zona euro. Sí son únicas las magnitudes: en la zona euro la brecha de la inversión privada es de unos cinco puntos, y la mejora de la inversión pública es de menos de diez puntos.
El Banco de España advierte que la inversión y el consumo privado, motores del crecimiento, mostraron un comportamiento peor de lo esperado. «De prolongarse la relativa debilidad de estos dos componentes de la demanda, que habitualmente constituyen los principales soportes de crecimiento estable para cualquier economía, podría condicionar la capacidad de la economía española para mantener en los próximos trimestres el elevado grado de dinamismo que presentó a finales de 2023″, afirman los expertos.
¿Qué sucederá con la inversión este año? Previsiblemente siga con un crecimiento raquítico y no acelere hasta el ejercicio que viene, «apoyada por el efecto dinamizador que se espera que provenga de los proyectos vinculados al programa NGEU —cuyo despliegue se prevé que gane tracción en 2024 y 2025— y por el desvanecimiento gradual del impacto negativo asociado al endurecimiento acumulado de la política monetaria». Con todo, siendo el componente de la demanda al que más le está costando recuperarse tras el COVID-19, el informe apunta que «si esta debilidad se prolongase en el tiempo más allá de lo esperado, esto presionaría a la baja la actividad y la inflación a lo largo del horizonte de proyección».
Pero, si los fondos europeos deberían estar llegando al tejido productivo y estimulando la inversión, ¿por qué esto no se traslada a las cifras de la Contabilidad Nacional? En un encuentro con medios para presentar el informe, el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán, explicó que aún no tienen una respuesta a esta pregunta, aunque indicó que la incertidumbre sobre la política económica y las tensiones en el mercado laboral podrían estar frenando las inversiones productivas. A esto habría que sumar la coyuntura financiera: la subida de los tipos de interés ha encarecido el coste del crédito y también dificultado el acceso.