El Banco Central Europeo (BCE) abordará su próxima reunión, en septiembre, «con la mente abierta» y prestando atención no solo a los datos estadísticos, sino también a la «economía real«.
Las actas publicadas hoy jueves por el BCE de su pasada reunión de julio revelan que el organismo maneja datos que apuntan a una mayor estabilidad en lo concerniente a datos económicos, a pesar de la volatilidad generada por los conflictos bélicos y factores geopolíticos como las elecciones en Francia o las últimas europeas.
Con anterioridad a la reunión de julio, el economista jefe del BCE, Philp Lane, declaró que el bajo nivel de desempleo de la zona euro permitía «tomarse el tiempo necesario» para confirmar que las presiones inflacionistas se están conteniendo.
En la votación de la reunión de julio, en la que los miembros del BCE decidieron mantener los tipos en el 3,75%, estos subrayaron su decisión de «garantizar que la inflación vuelva al objetivo del 2% en el momento oportuno«, y mantener los tipos de interés oficiales lo suficientemente restrictivos «durante el tiempo que fuera necesario para lograr ese objetivo».
«Dado que la inflación sólo estaba bajando gradualmente, se consideró natural que la respuesta política del Consejo de Gobierno fuera cautelosa», explica el BCE en su comunicado de hoy.
No obstante, el organismo contempla una relajación de los factores que presionan al alza la inflación. Por ejemplo, sobre las subidas salariales, a pesar de un repunte en el primer trimestre, el BCE considera que eran datos previsibles, y que en 2025 se esperan incrementos mucho menores.
También advierte que la mayoría de las medidas de inflación subyacente «se habían mantenido estables o habían bajado ligeramente en junio en comparación con mayo». Durante el segundo trimestre de 2024, «todas las medidas de inflación subyacente habían disminuido en comparación con el trimestre anterior».
Los datos recopilados sobre préstamos bancarios en la zona euro, a través de encuestas realizadas en julio, muestran «una pequeña mejora en la disponibilidad de préstamos bancarios».
El BCE insiste en que no estará sometido a presiones para reducir los tipos ni a adelantar previsiones, y que atenderá a su objetivo principal de mantener la inflación por debajo del 2%.
«No debería haber ningún compromiso previo con una trayectoria de tasas particular, ya que el ritmo exacto al que la inflación volviera al objetivo es incierto», señalan las actas.
Pero, los miembros del BCE también acordaron incidir en que es importante «estar atento a la economía real«, y que la reunión de septiembre será «un buen momento para reevaluar el nivel de restricción de la política monetaria«.
La próxima reunión de septiembre «debería abordarse con una mente abierta«, señala, algo que implicaría no centrarse «en datos específicos».
Para cuando se celebre esa reunión «se dispondrá de nuevos datos, como los datos de inflación de julio y agosto; información sobre las cuentas nacionales del segundo trimestre, incluida la remuneración por empleado, las ganancias y la productividad; una actualización de los datos monetarios; y un nuevo conjunto de proyecciones», añade el BCE.