El espectáculo que ha dado el nuevo ministro de Transportes, Óscar Puente, durante el Puente de la Constitución ha sorprendido a muchos: tono bronco, más preocupado por insultar en redes sociales que en abordar el problema de los trenes de Cercanías en Madrid. No es algo anecdótico. Mientras España andaba sorprendida por la inédita actitud de Puente, bloqueando, insultando o encarando en redes sociales a Isabel Díaz Ayuso, por ejemplo, sin parar, nadie cuestionaba la crisis que debía abordar el Ministerio. Que la psique eclipse la política, es la máxima que parece seguir el caso de Óscar Puente. Es lo mismo con el presidente Sánchez. Para algunos, el gran error de la oposición y la sociedad crítica es centrarse en la psicología de Pedro Sánchez, en su falta de escrúpulos, en sus mentiras compulsivas o su amoralidad a la hora de abordar cuestiones de Estado. Mientras, nadie se centra en acentuar lo nefastas que pueden resultar sus políticas. Mientras eso siga así, la balanza nunca le abandonará.