Itziar Ituño, Rafa Nadal y nuestras coordenadas morales
En los últimos días aparecen paralelismos entre el apoyo a presos etarras de Itziar Ituño y el contrato de Rafa Nadal como embajador del tenis de Arabia Saudí. El paralelismo, zurdogénico, busca legitimar a la primera. Comparar, en España, el apoyo con asesinos terroristas con una monarquía árabe con un déficit importante de derechos civiles es un absurdo. Si España entrara en esta pendiente resbaladiza, para salvar moralmente al ecosistema Ituño-Bildu (y por ende socios del PSOE), debería retirar la nacionalidad a Rafa Nadal y Jon Rahm; disolver la Real Federación Española de Futbol por jugar la supercopa en Arabia Saudí; aceptar dimisiones ministeriales porque empresas con participación pública (como Indra o Renfe) hayan buscado contratos en el país (de los mayores), y por ende vetar la entrada de STC en Telefónica. Esto último no se ha hecho y el Gobierno ha preferido ser su socio. O multar a los cientos de empresas españolas que venden cada año a Arabia Saudí. O cerrar el 93% de los comercios en España por producir o capitalizarse en países no democráticos. Sabemos que la globalización es hacer negocios con la nariz tapada. Pero es gracias a este vil comercio que España puede permitirse, efímeramente, el juego de prometer por ley trabajar menos horas por más dinero, el juguete de Yolanda Díaz con el que terminaremos haciéndonos daño. La izquierda posmarxista que nos gobierna no existiría si nos hubiéramos exigido hacer negocio solo con democracias liberales. Seríamos básicamente un gran resort. Comparar el desequilibrio economía/política en las relaciones internacionales entre Estados soberanos con manifestarse en favor de etarras, condenados por asesinar y extorsionar a ciudadanos compatriotas en nuestro país, en plena democracia y aplicando un régimen de terror sobre el que piensa distinto, es de una atrofia moral impresionante, en cualquier país. En el nuestro, es aún peor. No hay nada ilegal en que el Gobierno, el PSOE y Sumar pacten sus mayorías parlamentarias con Bildu para pervivir, ni seguramente las concesiones políticas en favor de estos asesinos. Pero no debemos permitir que quienes necesitan blanquear estas alianzas nos redibujen al resto nuestro mapa de vaores ni nuestras coordenadas morales, ni nos fuercen a olvidar el pasado de nuestra democracia.
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