Andan los servicios diplomáticos españoles absolutamente descomunales con el arranque del tercer Gobierno de Pedro Sánchez. En apenas una semana en el cargo, España ha dinamitado las relaciones con Israel y abierto una crisis colosal sin que nadie se lo pidiera y ni siquiera lo entendiera en los círculos de Exteriores. Eso en Oriente Medio, porque en Latinoamérica ha abierto otra crisis con Argentina al evitar felicitar a Javier Milei como futuro presidente argentino. En una semana de Gobierno, España ha creado ya dos potentes enemigos entre quienes se encuentran tradicionalmente como grandes aliados en regiones complicadas. Mientras, aceptamos ir a Suiza para reunirnos con Puigdemont para que un mediador profesional ponga en duda la solidez de nuestro Estado de Derecho. La reputación exterior de España se va por el desagüe.