Un yihadista en el Congreso y un PSOE contra la democracia

La degradación de la democracia española se produce a marchas forzadas, forzadas por los socios del gobierno y por la ambición sin límites del propio Sánchez.

El 17 de agosto de 2017 el yihadismo golpeó el corazón de Barcelona. Toda España se solidarizó rápidamente con la ciudad y con las víctimas. Durante unas horas pareció que la concordia volvía a ser posible en nuestro país. Sin embargo, el civismo pronto se desvaneció.

El separatismo había decidido aprovechar el atentado terrorista para caldear aún más el ambiente en Cataluña. Convirtieron la manifestación en contra del yihadismo en un aquelarre de fanáticos en contra de España. Dinamitaron todos los puentes de entendimiento entre los propios catalanes.

El condenado por los ataques terroristas del 17A, Mohamed Houli Chemlal en el Congreso. Foto: Eduardo Parra / Europa Press 13/2/2025

Las escenas fueron tan obscenas que el diario italiano La Repubblica tituló: Il nazionalismo senza solidarietà”. El nacionalismo era incapaz de respetar el dolor de las familias de las víctimas y, en seguida, se lanzó a propagar la teoría conspiranoica según la cual el Estado era cómplice de aquellos asesinatos.

El procés entraba en su fase más inmoral. Los secuaces de Carles Puigdemont estrechaban lazos con los emisarios del Kremlin con un objetivo común: la desestabilización de una democracia europea como España. Pocos días después el Parlament de Cataluña aprobaría las denominadas leyes de desconexión.

Cataluña no se desconectaría de España, pero el separatismo sí se desconectaría de la democracia. Y ya no volvería a ella. Ahora, conociendo la dificultad de romper el Estado y la nación, ha buscado una vía más eficaz y segura para alcanzar sus logros, la vía del partido socialista. El PSOE está dispuesto a todo para mantenerse en el poder, también a debilitar España y a sacar el Estado de Cataluña.

Estos días Pedro Sánchez pretende dar lecciones de democracia a Donald Trump, pero no puede predicar con el ejemplo. La degradación de la democracia española se produce a marchas forzadas, forzadas por los socios del gobierno y por la ambición sin límites del propio Sánchez.

Dar voz al yihadismo

Se indulta y se amnistía a quienes perpetraron un golpe contra la democracia. Se rebaja las penas a los corruptos. Se legisla a base de decretazos. Se ataca la independencia de los jueces y la libertad de los medios de comunicación. Se reciben maletas de Venezuela y aplausos de Hamás. En su guerra contra la ética y la democracia, el gobierno del PSOE no ha dejado rubicones por cruzar.

El último de ellos ha sido dar voz al yihadismo para contentar a los separatistas y humillar a los españoles. La semana pasada la democracia española bajó al más profundo de los sótanos de la inmoralidad de la mano del partido socialista. La comparecencia de Mohamend Houli Chemlal, un terrorista yihadista condenado, ante una comisión del Congreso de los Diputados es un hecho sin precedentes y una irresponsabilidad política colosal: los partidos del gobierno de España se han puesto al servicio de las teorías conspirativas infundadas contra el Estado. Inaudito. Vergonzoso.

«La degradación de la democracia española se produce a marchas forzadas, forzadas por los socios del gobierno y por la ambición sin límites del propio Sánchez»

El PSOE ha dado un altavoz a la propaganda yihadista contra la democracia española solo para contentar al separatismo catalán. Y solo por eso el PSOE no debería estar un minuto más al frente del gobierno de la nación. No soy tan ingenuo. Sé que no pasará. Me temo que, de hecho, a los socialistas ya les va bien todo este ruido para tapar los casos de la mujer y el hermano de Sánchez.

Son tantos y tantos los escándalos que rodean al partido y a la familia presidencial que uno más pasa casi desapercibido. Es la misma táctica que usó el separatismo. Es el ‘proceso español’: esconder la corrupción bajo la alfombra de los ataques a la democracia y a la dignidad de los españoles.

Un arreglo político

Dando voz al yihadismo terrorista, el PSOE no solo insulta gravemente la memoria de las víctimas del terrorismo, también erosiona la credibilidad de las instituciones democráticas. El lamentable espectáculo no deja de ser un nuevo pago del PSOE a Junts para mantener a Sánchez en la Moncloa. No deja de ser una prueba más del enésimo sacrificio de los principios democráticos del socialismo en aras de su propia supervivencia en el poder. Junts quiere una democracia española débil, incluso fallida, y el PSOE está dispuesto a satisfacer ese sucio deseo.

Recientemente la organización Transparencia Internacional ha publicado su último Índice de Percepción de la Corrupción: nuestro país empeora sus datos respecto a 2023, situándose en la posición 46 de 180. Desde los tiempos de Felipe Gonzáles que no estábamos tan mal.

El informe sitúa a España como una “democracia defectuosa”, es decir, no formamos parte de las 21 “democracias plenas”. Y, con un fiscal general del Estado que cada día se parece más a un capo mafioso, las expectativas son muy poco halagüeñas. Las reformas del gobierno de Sánchez han sido siempre a favor de los corruptos, la transparencia es tan transparente que ni se ve y la rendición de cuentas solo se le aplica a la oposición.

«Es el ‘proceso español’: esconder la corrupción bajo la alfombra de los ataques a la democracia y a la dignidad de los españoles.

El índice de Transparencia Internacional viene a sumarse a otros datos preocupantes como los “indicadores mundiales de gobernanza” del Banco Mundial que denuncian el grave deterioro institucional de España en los últimos años, sobre todo en cuestiones tan sensibles como el control de la corrupción, la eficiencia gubernamental, la calidad regulatoria y el Estado de derecho.

En el último cuarto de siglo ningún país ha empeorado tanto. También The Economist dejó de considerar España como una “democracia plena” en 2022. Y se han perdido posiciones en otros muchos rankings como los de Freedom House, The Rule of Law Index o el Pew Research Center. En definitiva, el PSOE está con la corrupción y contra la democracia. Y el mundo empieza a saberlo.