Y si Illa forma gobierno, ¿después qué?
Pujol ofreció un pacto al PSC de Joan Reventós, que logró 606.727 votos y 33 diputados, pero los socialistas de entonces iban sobrados y consideraron que aquello había sido un error pasajero
Jordi Pujol ganó las primeras elecciones de la Generalitat restablecida con 752.943 votos y 43 diputados. Fue una victoria relativa pero suficiente para gobernar con el apoyo de ERC, al que le ofreció la presidencia del Parlament, y Centristes de Antón Cañellas, o sea la UCD de Adolfo Suárez. Siempre es bueno hacer memoria.
Pujol ofreció un pacto al PSC de Joan Reventós, que logró 606.727 votos y 33 diputados, pero los socialistas de entonces iban sobrados y consideraron que aquello había sido un error pasajero. ¿Cómo se explica entonces la mayoría absoluta de CiU en las siguientes elecciones? Muy simple, el listo de Jordi Pujol comenzó la campaña electoral el mismo día de su victoria. Decidió transformar el alma política de Cataluña. Así que, en cada mejora realizada por aquel Govern con pocas competencias, cada carretera, cada escuela, cada hospital, cada centro cívico, colocaba un enorme cartel donde podía leerse que aquello lo había hecho la Generalitat, aunque no fuera del todo cierto. Casi dobló en votos, hundió a ERC y desapareció la UCD.
La palabra es “transformación”. ¿Es posible volverlo a hacer? Esa es la dirección que debería tomar Salvador Illa en el caso de que las previsiones se hagan realidad y logré formar gobierno. Sin embargo, lo tiene bastante más difícil que Pujol. En 1980 todo era nuevo, no existía cultura o sedimento político, tampoco habían aparecido las redes sociales y el “procés” no estaba en el horizonte, ni por asomo.
Demos por buena la posibilidad de un Gobierno Illa, junto con los Comuns de Jessica Albiach y el respaldo, solo para la investidura de ERC, manteniendo gente de su partido en la estructura de la Generalitat. ¿Y después qué? ¿Cómo deben actuar los socialistas para que las próximas elecciones tengan una mayoría de votos?
Las dificultades que tiene Salvador Illa son variadas, pero cada día que pasa está más cerca de lograr su objetivo.
En cierto que la mayoría absolutas están en desuso. La sociedad está muy dividida, de la misma forma que lo están las apuestas políticas. El problema es que la habitual debilidad del PSC, evidenciada en los años de Raimon Obiols, de Pasqual Maragall o de José Montilla, equivoque la línea directa que muchos socialistas consideran por la que se debería optar. Y ese trayecto pasa por situar líneas rojas a lo que habitualmente se denomina nacionalismo, que, a estas alturas, no debería confundirse con catalanismo, aunque los “ismo” siempre sean delatores.
El gravísimo error del PSC de Maragall en su primer Gobierno tripartito, año 2003, fue ofrecer a ERC la cartera de Educación, y en el segundo, año 2006, la de Cultura. Educación y Cultura son los departamentos que construyen el futuro. Los socialistas ofrecieron el futuro a Esquerra, y de aquello muchas de las transformaciones del alma del país. Algunos podrán en duda esta importancia. Simplemente, hay que profundizar en los hechos.
Pujol hizo su transformación. Esquerra hizo lo propio. Y si bien es cierto que existen raíces profundas que explican al PSC como la fuerza política que mejor explica Cataluña, sus errores han sido tan profundos que las cicatrices quedan.
Las dificultades que tiene Salvador Illa son variadas, pero cada día que pasa está más cerca de lograr su objetivo. La vuelta de Marta Rovira ni complica, ni facilita. Clarifica el poder dentro de ERC, pero las negociaciones del PSC y JxCat con Oriol Junqueras se mantienen. Ninguno de los dos partidos ha dejado de hablar con él, por si acaso.
Pero Marta Rovira es consciente de la debilidad actual de ERC. La crisis electoral se amplía a la polémica interna con los carteles que hacían referencia a los hermanos Maragall y el Alzheimer. Una evidencia más de la división interna del partido. Todo ello aleja a la formación, por sentido común, de unas elecciones.
Por ello, las incógnitas más profundas están ahora relacionadas con aquello que tiene en la cabeza Salvador Illa para formar gobierno. Sería el primero después del ‘procés’ sin acento independentista. Así que el lenguaje debería ser claro y diáfano. Los equilibrios serán la clave por encima de todo, pero con las ideas claras.