Por qué Vox suma más de tres millones de votantes

Vox, al igual que el resto de la ultraderecha europea y latino americana, no surge de la nada

Para entender por qué Vox suma más de tres millones de votantes hay que leer el ensayo del historiador argentino Pablo Stefanoni titulado ¿La rebeldía se volvió de derecha? (2021).

Pablo Stefanoni –un referente de la izquierda latinoamericana, investigador en el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas, docente en la Universidad Nacional de San Martín, jefe de redacción de la revista Nueva Sociedad y colaborador habitual de Le Monde Diplomatique y el El País- explica, ese es el subtítulo de su libro, “cómo el antiprogresismo y la anticorrección política están construyendo un nuevo sentido común y por qué la izquierda debería tomarlos en serio”. Añado, la derecha también debería tomarlo en serio. De hecho, la derecha, por la cuenta que le trae, ya lo ha tomado en serio.

Vox no surge de la nada

Vox, al igual que el resto de la ultraderecha europea y latino americana, no surge de la nada. La crisis global de 2008 y sus consecuencias –la desocupación, la pobreza, las migraciones, el desengaño y la irritación frente al Sistema- acaba consolidando dos bandos: los anywheres (los globalistas) frente a los somewheres (los etnonacionalistas).

El líder de Vox Santiago Abascal, durante un acto en Barcelona en marzo pasado. /EFE/AG
El líder de Vox Santiago Abascal. /EFE/AG

Frente a ellos, o más allá de ellos, aparece una “derecha radical” –Vox, en España- de trazas neofascistas y/o neoliberales autoritarias que giraría alrededor de las perspectivas o ejes siguientes: la identidad nacional, el monoculturalismo, la xenofobia, el antifeminismo y una economía nacional de cuño –noten la contradicción- neoliberal y estatista que buscaría la protección de los trabajadores del campo y de la ciudad como víctimas que son de la globalización.

El partido del hombre común

El quid de la cuestión: la crisis del 2008 sitúa a la izquierda –lo mismo ocurre con la derecha liberal- en el espacio de la corrección política pro Sistema. La izquierda y la derecha liberal o la corrección política –lo “políticamente correcto”, por recurrir a la terminología habitual- que defiende el statu quo reinante. Frente a una y otra, emerge una derecha radical o ultraderecha antiprogresista y anticorrección política –Vox en España- que planta una batalla contra las élites o castas de la izquierda y la derecha liberal.

Una derecha radical o ultraderecha que se presenta como el “nuevo sentido común” que representa al “hombre común” que combate la corrección política del statu quo. En la práctica, todo ello se traduce en la reivindicación política de la identidad nacional, la xenofobia y el sexismo/antifeminismo.

Una derecha radical o ultraderecha que cuenta con unos partidos políticos ídem a los que hay que añadir una suerte de personajes anónimos virtuales que encabezarían una “contrarrevolución digital sin líderes” que carece de límites y acaba constituyendo una “androsfera” –una red antifeminista- que levanta la bandera del denominado “masculinismo antifeminista” que se considera la víctima propiciatoria del progresismo y el feminismo radical.

La izquierda favorece a Vox

Señala el autor que, frente a esa nueva cruzada conservadora, la izquierda se ha replegado e integrado en las universidades, especialmente las estadounidenses. Una izquierda que crea unos “microclimas ideológicos” –podríamos hablar del Woke, la cultura de cancelación o el Me Too- que no solo se alejan de la realidad, sino que, con su puritarismo y autoritarismo, acaban vulnerando la libertad de expresión de la ciudadanía. En España, al respecto, podríamos hablar de Podemos, Sumar y el feminismo radical. Una nueva corrección política de la cual Vox –también, el PP- saca tajada.

«La izquierda española, en su afán de favorecer a Vox, se empeña en resucitar a Franco y el fascismo con el objetivo de recolectar votos»

Hay más, porque en España ese repliegue tiene su manifestación particular. La izquierda española, en su afán de favorecer a Vox, se empeña en resucitar a Franco y el fascismo con el objetivo de recolectar votos. Esa izquierda es incapaz de ver que Vox no es el heredero de Franco ni del fascismo. Lo suyo es el conservadurismo clásico, la xenofobia, la misoginia y una serie de problemas que sí interesan a la ciudadanía como la nación española y las migraciones.

La retroutopía de la izquierda

Pablo Stefanoni, un intelectual de izquierdas, arremete también contra una izquierda que, incapaz de diseñar un nuevo futuro, solo es capaz de diseñar distopías en las que todo se tuerce e incluso el planeta desparece víctima de sus prácticas. Una izquierda que, a lo sumo, nos brinda una retroutopía que únicamente defiende “lo poco que queda”. Conclusión: “el problema actual de las izquierdas no reside sólo en su dificultad para llevar adelante proyectos transformadores, sino en su incapacidad por imaginarlos”.

El anticapitalismo es una demanda histérica

Resulta curioso que Pablo Stefanoni recupere a un pensador como Mark Fischer –su trabajo Realismo Capitalista. ¿No hay alternativa?, 2018, tiene su público en España- que reconoce la “desafección” de la izquierda y acepta que el “capitalismo es lo que queda en pie cuando las creencias colapsan” y por eso “ocupa sin fisuras el horizonte de lo que se puede pensar”. Finalmente, sostiene que “el anticapitalismo consiste meramente en un conjunto de demandas histéricas que en el mismo momento en que son formuladas se saben incapaces de encontrar respuesta”. Tan es así que “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”.

Una izquierda inane

La izquierda española, como la europea, al situarse más allá del bien y del mal, al considerarse políticamente y moralmente superior, desprecia a una ultraderecha que haría bien en estudiar y analizar. Ese supremacismo de la izquierda es el que explica el subidón de la ultraderecha y el bajón de la izquierda en la Unión Europea. Una izquierda que, además de perder la llamada batalla cultural, se gana a pulso su declive.

Pablo Iglesias durante su intervención en el acto electoral de Unidas Podemos en Palma.- EFE/CATI CLADERA

La ultraderecha transgresora

La historia se repite: la burla y el menosprecio de que hace gala la izquierda lleva al desconocimiento de la realidad y a la incomprensión de lo que sucede. Cosa que, a su vez, conduce al naufragio.

Por las grietas que la izquierda inane deja en el edificio de la política se va filtrando o colando una ultraderecha que aparece como audaz, rebelde y transgresora frente al statu quo y la corrección progresista. Vox, por ejemplo.

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