Los analistas de La plaza coinciden en identificar el carácter postmarxista de muchas de las propuestas que está lanzando el gobierno de Pedro Sánchez y su vicepresidenta, Yolanda Díaz: una idea de que la empresa privada es ambiciosa y de consecuencias negativas para la sociedad y que su misión (la del ejecutivo socialista) consiste en regularla todo lo posible, intervenirla si llega el caso (accionarialmente o vía impuestos).
La derivada de esta actitud no puede ser buena para el empresariado y, por ende, para el país. Repsol, Mercadona, Mapfre, Endesa… han mostrado ya serias reticencias a los peligros para la economía que encierra ese talante. Similar coincidencia entre los comentaristas de La plaza en criticar la actitud mostrada por Sánchez en Israel y cuyas primeras consecuencias han empezado a verse ya