La venganza de Iglesias sobre Errejón que puede acabar con Sánchez 

Le cuesta articular un simple discurso de suma cero, como para convencer con su habitual labia que la culpa fue  del “cha-cha-chá”, del patriarcado y el neoliberalismo y que ella pasaba por allí

Lo de Iñigo Errejón, sea lo que sea, ha caído como una bomba en Sumar. Hasta tal punto que en muchos ámbitos políticos se da ya por finiquitada la formación de Yolanda Díaz, incapaz de ofrecer una explicación medio coherente de lo sucedido. Le cuesta articular un simple discurso de suma cero, como para convencer con su habitual labia que la culpa fue  del “cha-cha-chá”, del patriarcado y el neoliberalismo y que ella pasaba por allí. Todo huele a venganza, a ajuste de cuentas. A una maniobra del despechado Pablo Iglesias, que se la tenía guardada desde hace tiempo al amigo traidor que se fue con la otra “Judas”. 

En algunos mentideros de la Villa y Corte se especula con una macro maniobra de quien fuera vicepresidente del Gobierno y líder de Podemos para vengarse también de Pedro Sánchez contribuyendo a su caída. Siempre decimos que el Presidente del Gobierno es un chollo para sus socios y que, por lo tanto, harán todo cuanto puedan para que siga en la Moncloa. ¿Corrupción? Sí, ¿y qué? Siempre será mejor un Gobierno socialista que paga lo que haya que pagar que un gobierno de derechas que vete tú a saber. Así que de momento todos sacan tajada. Todos menos Podemos. 

La formación que nunca ha dejado de controlar Pablo Iglesias se encuentra bajo mínimos. Seguir apuntalando a Pedro Sánchez con sus cuatro votos en el Congreso no le reporta ya ningún beneficio. No es como Sumar, que necesita seguir a la sombra de Ferraz para mantener el chiringuito y cobrar a fin de mes. Los “podemitas” tienen poco que perder si cae el Gobierno. Hay quien dirá que la llegada del PP al Gobierno, y máxime si lo hace en coalición con Vox, puede suponer un varapalo para la izquierda y la condena a tener que hacer una travesía del desierto demasiado larga.  

Golpe también para Sánchez

En los cálculos de Pablo Iglesias, sin embargo, el partido más castigado por un triunfo de la derecha sería el PSOE. La corrupción pasaría factura tanto a Pedro Sánchez como a las siglas de su partido, que podría quedar en parada cardiorrespiratoria si nadie lo remedia. Podemos, eliminado definitivamente Sumar, volvería a aunar el voto de una izquierda que ya está dando signos de fatiga y que parece estar pidiendo el tiempo para que piten de una vez el final de la legislatura. 

Esta maniobra tiene sus riesgos, pero todos sabemos que si alguien es capaz de actuar con audacia, temeridad e irresponsabilidad ese es Pablo Iglesias. Tendría también algo de justicia poética que, quien precisamente urdió un Gobierno Frankenstein para echar a Mariano Rajoy, fuese ahora quien forzara su caída en favor de un Gobierno de derechas. Para quien lo fue todo en Podemos significaría recuperar el protagonismo perdido e incluso la posibilidad de erigirse como el líder de la oposición de izquierdas que siempre ha querido ser. 

Por lo pronto ya se ha quitado de en medio al zangolotino que le dio la puñalada

Es cierto que una parte de la izquierda siempre podría reprocharle ser el responsable de la vuelta de la derecha al poder, pero hay que reconocer que Iglesias “cabalga contradicciones” como nadie y practica el populismo discursivo más eficaz de cuantos militan en la extrema izquierda española. Para algo ha tomado posiciones en las tertulias de RTVE. Resurgir como el “Ave Fénix” es una tentación a la que muy pocos políticos se resisten si tienen la posibilidad de hacerlo. Y parece que a Pablo Iglesias se le presenta la ocasión que ni pintada: tiene poco que perder y mucho que ganar. Ahora el precio de los Presupuestos es romper con Israel y bajar más de un 40% los alquileres. Veremos. 

Por lo pronto ya se ha quitado de en medio al zangolotino que le dio la puñalada. Y como consecuencia pueden caer también quienes se la jugaron mientras le besaban y daban abrazos. Además, siempre les podrá acusar de haber caído en la corrupción más salvaje y de haber propiciado así la vuelta de la derecha.  

No deja de ser todo una hipótesis más propia de una serie como “Juego de tronos”. Pero ya saben cómo les gusta a los chicos de la izquierda jugar a tener poder, dominar y  someter. Ponen voz de corderito y cara de no haber roto un plato, pero Sánchez ya puede andarse con ojo. 

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